Llega a mi página un texto que no es mío, pero que dice maravillosamente bien aquello que yo quisiera, pero no soy capaz de decir. Es un texto de mi hermano de Congregación Teófilo Cabestrero. Con él inicié mi vida de escritor. Era en aquellos tiempos director de la revista “Misión Abierta” y me pidió que escribiera sobre “La Eucaristía como protesta” o “memoria peligrosa”. Su trayectoria es la de un pensador fronterizo, fiel a sus grandes intuiciones. Hoy me permito publicar aquí las primeras cuatro estaciones del Viacrucis que propone a su gente en la Parroquia de San Antonio María Claret de Mixco -Guatemala- para este año 2015. Esta primera parte la titulo “El Viacrucis del desamor”. Más tarde publicaré las siguientes estaciones: “El Viacrucis de la respuesta al desamor”.
Primer episodio: tiempos de desamor e inseguridad
El primer episodio quiere abrirnos los ojos y el corazón a los sufrimientos que hoy causa el “desamor” por todo el mundo y en nuestro pueblo, y en nuestro propio corazón. El segundo episodio nos recordará el espantoso desamor reinante en tiempos de Jesús, y nos ofrecerá todo el amor de Dios humanizado en Jesús, para vivir la alegría de la Buena Noticia de Jesús: amar sin egoísmos; no hay mayor seguridad que la de amar así.
Mucho ha progresado la especie humana en los dos últimos siglos, sobre todo en las ciencias, en las tecnologías y en sus aplicaciones. Tenemos también más conciencia de que sólo el amor auténtico nos realiza y nos hace felices, si hacemos felices a los demás. Y podemos tener mayor conciencia de que el desamor nos destruye a nosotros y a los demás. Lo sabemos. Pero el instinto individualista, el ego, esa fábrica de egoísmos y codicias que cada persona llevamos dentro, tiene tal poder que, aunque hoy abunden los medios para formarnos y reformarnos, escasea el amor auténtico y reina el desamor con variedad de rostros por todo el mundo. En cualquier país y estado de vida, el desamor acecha a todo ser humano desde dentro y desde fuera: todos podemos ser víctimas y también victimarios. Bastará recordar situaciones y hechos actuales, para ver los rostros con que actúa en nuestros días el desamor creándonos inseguridad y deshumanizándonos
Este episodio es un breve Viacrucis sobre el desamor: cuatro estaciones. El Papa Francisco dijo a sus nuevos cardenales en febrero que no den la espalda al sufrimiento de las víctimas, y a todos nos lo dice en su Mensaje para esta Cuaresma. Sea, pues, esto, un Viacrucis de solidaridad con millones de víctimas.
Primera Estación: Los rostros más violentos del desamor en nuestros días.
Los más violentos son las guerras, por el gran poder destructivo del armamento de última generación. Ver imágenes después de un combate en las ciudades bombardeadas, es horroroso. Quienes negocian con armas son cómplices de los crímenes de guerra; el 17 de febrero, el Papa Francisco en su homilía en Santa Marta los llamó
“empresarios de la muerte, por vender armas para que continúen las guerras”.
Muchos países de África, Asia y Oriente, y últimamente Rusia y Ucrania, tienen guerras permanentes o temporales. Las causas son diferentes en cada país, pero toda guerra destruye y mata a combatientes y a civiles incluyendo niños, y causa una inmensa inseguridad en las gentes que huyen desesperados a campos inhumanos de refugiados en países vecinos. Todas las guerras son estallidos de un desamor extremadamente violento. Más de 200.000 muertos en 4 años de guerra civil en Siria, y el país destrozado.
Y en las dos últimas décadas, se incrementa la violentísima guerra de un terrorismo, que, sobre todo en Oriente e incluso ya por Europa y Norteamérica, causa pánico y sicosis de inseguridad. Primero fue Al Qaeda y ahora el auto-llamado Estado Islámico o ISIS, una rama de Al Qaeda que ha echado raíces estableciendo un Califato en territorios de Irak y Siria e incluso en Libia, donde libran feroces combates y crueles matanzas, persiguiendo a diversas minorías religiosas y étnicas.
Expertos en Terrorismo y Seguridad describen a ese E.I. como la organización y el movimiento terrorista más poderoso y violento de toda la Historia. Poseen grandes recursos económicos y de armamento sofisticado de guerra, provenientes del petróleo, extorsiones con personas secuestradas y misteriosas donaciones. Son una escuela de terroristas fanáticos, con gran manejo de los medios tecnológicos en permanente campaña propagandística, que atrae a jóvenes varones y mujeres, también de países de Occidente. Su “mística de lucha” es tan cruel que decapitan, crucifican y queman vivos o fusilan a personas de diferentes países, profesiones y credos. Y lo filman en videos que ponen en la red, y hacen ver un gran despliegue estético y macabro de paisajes y ropas: enmascarados de negro los verdugos, como una presencia altiva de La Muerte, y vestidas de rojo las víctimas arrodilladas ante la Muerte.
Su arma preferida es EL TERROR, (TERROR que siembra también en Nigeria el grupo terrorista Boco Haram, que secuestra o mata a cientos de personas y rodea de explosivos a niñas de 10 años y las inmola en lugares públicos sembrando cadáveres). Los objetivos propagandísticos del E.I. son la expansión territorial y el reclutamiento de jóvenes de todo el mundo, para que sean “células” terroristas en sus propios países; Paris y Copenhague ya han tenido atentados terroristas. También inician en EL TERROR a sus propios niños y adolescentes, a quienes les hacen participar en ejecuciones y decapitaciones. En su proyecto de expansión territorial, apuntan a Occidente, y su gran sueño incluido en sus propagandas es: “¡Conquistaremos Roma!”.
Es difícil prever el futuro de esa locura. Estados Unidos lidera una “coalición internacional” contra esa guerra terrorista, hasta ahora con bombardeos aéreos que también matan a civiles, incluidos niños. Cada día se suman más países a esa “coalición”, a medida en que el E.I. mata salvajemente a ciudadanos de esos países, como al joven aviador jordano quemado vivo, y a los 21 cristianos coptos de Egipto secuestrados y asesinados junto a un mar convertido en el Infierno… Una cumbre con representantes de 60 países, ha debatido hace pocos días enfrentar con más determinación esa guerra terrorista, y ahí el Secretario General de la ONU, Ban Ki-Moon, ha dicho:
“Los grupos terroristas como el E.I. y Boko Haram, representan una grave amenaza para la paz y la seguridad mundial; la cumbre deberá ampliar el diálogo interno y adoptar un programa de acción ante el extremismo violento”.
Cada día hay sorpresas nuevas sobre esto, las últimas en torno al 10 de marzo son que Boko Haram se integra al Estado Islámico y que éste ya tiene conexiones con grupos terroristas radicales de numerosos países, logrando avances en su objetivo de expansión mundial.
Vemos que tiene razón el Papa Francisco cuando dice que estamos ya en “una nueva guerra mundial, sufrida a pedazos” por todo el mundo.
Segunda Estación: Otros rostros violentos del desamor actual
Porque hay diferentes tipos de violencia, hay diferentes formas de desamor violento. En esta Estación, vemos fenómenos y situaciones de desamor de distintos tipos, con millones de víctimas; podemos clasificarlos en cinco grupos:
- El violento desamor socio-económico del vigente sistema globalizado, ha creado y mantiene y acrecienta la brecha entre ricos y pobres, sobre todo en los países de mayorías empobrecidas, pero también en Estados Unidos, y en Europa donde 7 países han sido muy afectados por la crisis económica actual: Chipre, Grecia, Irlanda, Italia, Portugal, Rumania y España, donde han salvado a los Bancos pero no a las personas. España tiene más de 15 millones de personas sin trabajo, el veintitantos por % de la población. Se privatizan los servicios básicos, y mientras los más ricos se siguen enriqueciendo durante la crisis, familias enteras están en el paro y pierden sus casas hipotecadas, 120 familias pierden sus viviendas cada día, por eso han aumentado los suicidios y emigran los jóvenes; 2 millones y medio de menores viven en la pobreza. Las instituciones de Caridad han tenido que abrir comedores gratuitos. En nuestra región, América Latina y el Caribe, casi el 30 por ciento de la población son pobres, unos 200 millones de personas; en Guatemala, al menos el 60 por ciento de la población.
- Son millones los empobrecidos de los países que emigran buscando mejor vida, y miles pierden su vida en el intento. Desde África y Oriente, en el mar Mediterráneo hacia Europa, y desde Centroamérica por las fronteras y en México, víctimas de coyotes, del crimen organizado y del desierto. Y los que llegan a EE.UU. o a Europa, tropiezan con restricciones migratorias o la reciente anulación en EE.UU. del programa con que Obama quiere facilitar la legalización de los 11 millones de sin papeles que hay en EE.UU.: medio millón son guatemaltecos.
- Otros frentes de desamor violento se han abierto o han crecido y se han consolidado en numerosos países, entre ellos en nuestros países de América Latina con abundante actividad del crimen organizado a escala internacional o nacional: las mafias o cárteles o bandas y sus tráficos de droga, carros y personas, secuestros y extorsiones, prostitución, sicariato, desapariciones forzadas y asesinatos. En Guatemala tenemos más muertos por violencia en esta “democracia de baja intensidad”, que en la guerra civil pasada.
- Abundan los cotidianos desamores violentos esparcidos por todos los países, sin excepción: la violencia intrafamiliar, el maltrato a niños y niñas, la violencia psicológica y física contra la mujer, el feminicidio, las violaciones, la ruptura de parejas, divorcios o separaciones y familias rotas, con no pocos casos de violencia y muertes.
- En un reporte confiable sobre las ciudades más violentas, hay varias de América Latina. Y en Centroamérica, Honduras, Guatemala y El Salvador están entre los países más violentos, no sólo de América sino del mundo. No se queda atrás México con las guerras de los cárteles, las decenas de miles de personas desaparecidas en los últimos años, las tumbas clandestinas, los 43 estudiantes normalistas desaparecidos en Iguala y supuestamente asesinados e incinerados, la impunidad y la corrupción de autoridades y policías, por lo cual, el gobierno mexicano ha recibido un fuerte aviso de la Comisión contra la desaparición forzada de la ONU. El pueblo mexicano lo sufre inseguro e indignado. En los últimos días las fuerzas del orden han detenido a importantes capos del crimen organizado, “la Tuta” y Treviño de los Zetas; pero los analistas independientes relativizan los efectos de estas detenciones espectaculares, condicionándolos al necesario desmantelamiento de las estructuras operativas y de las finanzas del crimen organizado.
En Brasil y en Paraguay, la corrupción y la violencia están desatadas. Y en Venezuela, el desamor mutuo entre el gobierno y la oposición se hace política y físicamente violento, los líderes de la oposición son encarcelados, la economía se hunde y la escasez de productos es alarmante, y el hampa rompe marcas secuestrando y asesinando; estallan las relaciones diplomáticas entre Venezuela y Estados Unidos, insistentemente acusados por el Gobierno de Maduro de “golpe de Estado” y de quererlo asesinar a él.
La hermana Colombia vive el tramo final de los Diálogos de Paz entre el Gobierno y las Farc, la guerrilla armada más antigua de América Latina: se negocia un cese al fuego bilateral y el desminado de todos los territorios. ¿Llegarán a la Paz con justicia para las víctimas? En medio de eso, no faltan diferentes hechos de desamor violento, activos ahí como en otros países.
De nuestra querida Guatemala tal vez es mejor que no hable yo, porque Uds. lo viven, lo sufren y pueden interpretarlo mejor que yo, que no tengo los genes chapines, aunque, quizás por eso, puedo ser más libre y neutral. Cito un párrafo del reciente Mensaje de la Conferencia Episcopal de Guatemala en su reunión plenaria anual, y luego les haré una confesión personal. Los obispos denuncian como desamores violentos en Guatemala: “la corrupción generalizada; la violencia desenfrenada y deshumanizante; la crisis del sistema de salud; la baja calidad de la educación; los partidos políticos porque sólo buscan su interés y no el interés común; la escasez de empleo; el drama de la emigración que resquebraja familias; y el hambre”.
Yo pecador, les confieso, que después de vivir 18 años en Guatemala, aún me impresionan y me espantan los 17 o 20 asesinatos diarios (más de 6.000 cada año). Y me impresiona y me duele la plaga de extorsiones: aumentan las bandas, en 214 han desarticulado 36, pero debe haber miles porque crece el número de víctimas (todo tipo de pequeños comercios, pilotos de buses y moto-taxis, camiones de reparto de agua y de alimentos, familias que abandonan sus casas y huyen, y hasta algunas prostitutas han denunciado que sufren “extorsiones”); y suben las cantidades de dinero que exigen, y las personas asesinadas porque no lo dan (más de cien pilotos de buses asesinados cada año, casi doscientos sumando pilotos, ayudantes y pasajeros: en Guatemala la Muerte viaja en buses y en motos, y anda por todas partes extorsionando y matando). Me impresionan y me horrorizan los linchamientos, y el alto número de sicarios activos. Me impresionan y me apenan mucho los 500 menores muertos cada año con armas de fuego, los bebés robados, el hambre de los niños con desnutrición severa, el “feminicidio”, y los cadáveres descuartizados.
Y en estos días me ha impresionado leer una conversación telefónica del jefe de una banda con la mujer que es su conviviente.
Le dice ella que oye voces de mujeres: –“¿Andás con mujeres?”… –“No, esas son de tal y de cual: Tú sabes que ya no tomo ni mujereo, lo único que a mí me apasiona de veras es quitarle la vida a la gente. Yo no sé por qué tengo esa pasión, pero me atrae”…
Me pregunto: ¿cuántos habrá así?, unos por enfermedad, otros por costumbre…, ¡si ya empiezan de sicarios a los 13, 14 y 15 años, y más de una muchacha adolescente!… Claro, también he leído que el Ministro de Trabajo ha dicho textualmente:
“en Guatemala tenemos un mercado de trabajo precario y miserable, de cada 6 guatemaltecos, sólo 1 tiene trabajo formal”:
Se comprende que aumenten las maras y las bandas que trafican personas o droga, o roban carros o secuestran y extorsionan, y los sicarios desde muy jóvenes…
Tercera Estación: El desamor contra la Naturaleza
Por la gravedad de los daños que causa en el planeta Tierra, que, según los científicos y expertos en calentamiento global y desequilibrio climático y ecológico, empiezan a ser “daños irreversibles”, el desamor contra la Naturaleza merece una estación en nuestro Viacrucis: A la “hermana-madre Tierra”, como la llamó el hermano Francisco en su “Cántico a las criaturas”, la tenemos enferma y herida por tanta contaminación de aires y suelos, ríos, lagos y mares; y por tanta deforestación de bosques y selvas, y tanta sobre-explotación de maderas y minerales.
Nuestra vida y la vida de todos los seres vivientes, son parte de la vida de la Naturaleza y del Cosmos: Lo que daña a la Tierra, a la Naturaleza, al medio ambiente, nos daña a los humanos y a todos los seres vivos. Y nos avisan desde hace décadas de que “estamos llegando al punto de no retorno en la destrucción del planeta Tierra”. Hasta el cine “catastrofista” lo avisó ya, con sus efectos especiales de inundaciones y congelaciones mortales. El aviso más grave de los científicos es que “la Tierra ya ha entrado en un proceso de caos”. Pero, de Cumbre en Cumbre, los grandes contaminadores van aplazando el compromiso serio y eficaz de reducir la emisión de gases venenosos, y de otras iniciativas que contribuyan al cuidado amoroso del medio ambiente y de toda la Naturaleza, re-equilibrando el clima y la ecología en todas sus formas y fermentos de vida.
Ahora los ojos y las esperanzas del mundo están puestos en la próxima Cumbre Mundial sobre el Clima, programada para los últimos meses de este año en Paris. El aviso insistente de los científicos y de la ONU es que queda muy poco tiempo y urge un compromiso serio y eficaz. Que lo digan los habitantes de Pekin, en China, que tienen que andar con mascarilla por las calles (medio millón de personas mueren cada año por la contaminación), y los habitantes de Nueva Dehli en la India, cuyo aire es el más tóxico del planeta, hasta el punto de que circula este dicho:
“Respirar en la capital de la India es acortar la propia vida”.
Y la muerte no viene sólo por la contaminación del aire, viene también por la degradación de los suelos: 300 millones de hectáreas de tierras que eran cultivables en América Latina, ya están muertas por la erosión y el agotamiento de la Tierra. Y el Vaticano ha denunciado en estos días que peligra la sobrevivencia de 30 millones de pobladores de la Amazonia, si continúan la contaminación de las empresas transnacionales y la deforestación incontrolada. El desamor contra la Naturaleza…
Para los cristianos y para todo el mundo, es significativo y esperanzador que el Papa Francisco lleve varios meses trabajando su primera Encíclica (el documento más importante de los Papas) sobre estos graves asuntos del calentamiento global y el desequilibrio climático y ecológico, es decir, sobre el pecado de desamor contra la Naturaleza. Haciendo honor a su nombre, “Francisco” (san Francisco de Asís), ofrecerá en Junio, antes de la Cumbre de París, una Carta Encíclica sobre “la hermana–madre Tierra”. Impactará por el tema y por el lenguaje directo del Papa Francisco. Y no me extrañaría que nos pida a los cristianos y cristianas un gran esfuerzo de amor y cuidado de la Naturaleza.
En Guatemala, todos podemos contribuir a prepararle el terreno a esa Encíclica del Papa Francisco, con un detalle importante de amor al propio medio-ambiente: mantener libres de basuras, plásticos y envases, nuestras calles, patios, parques, bulevares y demás espacios de vida. Y harán muy bien las familias que se propongan que sus hijos, niños, niñas y adolescentes, y sus sobrinos y nietos, rompan la costumbre generalizada de tirar al suelo en cualquier parte, bolsas de plástico, envases de papel de plata, vasos y platitos desechables…, todo tipo de basuras; porque tirar eso al suelo es un mal gesto de desamor contra la Naturaleza, una costumbre que se transmite de generación en generación.
Cuarta Estación: La globalización del desamor de la indiferencia.
Seguimos con el Papa Francisco, porque este año ha dedicado su Mensaje para la Cuaresma a enfrentar la globalización del desamor de la indiferencia. Comienza él diciendo:
“Uno de los desafíos más urgentes sobre el que quiero detenerme en este Mensaje es el de la globalización de la indiferencia. Porque la indiferencia hacia Dios y hacia el prójimo es una tentación real también para los cristianos”.
Y nos dice:
“Dios no es indiferente hacia nosotros. Está interesado en cada uno de nosotros, nos conoce por nuestro nombre, nos cuida y nos busca cuando lo dejamos. Su amor le impide ser indiferente a lo que nos sucede. En cambio nosotros con frecuencia olvidamos a los demás, no nos interesan sus problemas, ni los sufrimientos, ni las injusticias que padecen. Nuestro corazón cae en la indiferencia. Esta actitud egoísta de la indiferencia ha alcanzado hoy una dimensión mundial, hasta el punto de que podemos hablar de una globalización de la indiferencia. Se trata de un malestar que tenemos que afrontar los cristianos.”
La indiferencia es un desamor silencioso, y como no hace ruido, es ignorado como si no existiera, pero existe y es destructivo haya o no haya conciencia de ello. La indiferencia hacia cualquier persona, máxime hacia las personas que nos necesitan en sus sufrimientos y necesidades, es una forma silenciosa de desamor que nos deshumaniza.
Las causas de la indiferencia pueden ser muchas. Unas causas son actitudes ‘pasivas’ (insensibilidad, apatía, pereza, timidez, inhibición, miedo o complejo de inferioridad). Otras actitudes son causas activas (egocentrismo, soberbia, arrogancia, antipatía, menosprecio o desprecio, complejo de superioridad, racismo, xenofobia, homofobia, etc.). Es frecuente en nuestros días vivir absorbidos o dominados por demasiados asuntos e intereses personales, que nos impiden pensar en los demás y preocuparnos por quienes son víctimas y sufren situaciones difíciles o injusticias inhumanas, a veces terribles. El déficit de empatía y compasión (el no saber o no querer sufrir con quienes sufren) está generando una deshumanización silenciosa muy común en nuestro mundo.
Tal vez en nuestra querida Guatemala, se comprende que las abundantes violencias y la inseguridad, puedan provocarnos el desamor de la indiferencia, como un no querer pensar ni saber y “mirar para otro lado”: un recurso, una excusa o un mecanismo de autodefensa, para no complicarnos ni arriesgarnos…
Hay quienes consideran que esta es una forma grave y peligrosa de desamor, porque impide remediar las formas violentas del desamor, impide contribuir a su eliminación. El no interesarse y no hacer nada de lo que habría que hacer por tanta gente, personas, familias, sectores y pueblos que son víctimas de situaciones y hechos inhumanos, es lo que mide la gravedad de esta forma de desamor silencioso que es la indiferencia.
Nuestro Papa Francisco, cierra así su Mensaje para esta Cuaresma:
“Para superar la indiferencia, quiero pedir a todos que este tiempo de Cuaresma se viva como un camino de formación del corazón. Por esto, queridos hermanos y hermanas, deseo orar con Uds. en esta Cuaresma diciendo: Jesús, haz nuestro corazón semejante al tuyo, para tener un corazón fuerte, misericordioso y generoso, que no se encierre en sí mismo, y no caiga en el vértigo de la globalización de la indiferencia”.
El próximo jueves viajaremos juntos al tiempo de Jesús, recordando el espantoso desamor reinante entonces, para ver qué hizo Jesús ante tanto desamor, y qué nos propone hacer hoy ante el desamor actual. Ahora, para despedirnos grabando en la conciencia lo que hemos compartido, les invito a decir juntos esa frase que, en grandes letras nos resume una conclusión general:
“¡LOS MAYORES SUFRIMIENTOS EN EL MUNDO, LOS CAUSA EL DESAMOR!”
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