¿Se encuentra la humanidad en una época de cambios, o en un cambio de época? Más atrevido sería aún preguntarse: ¿no estaremos en una época de mutación del mismo ser humano? Hace unos años el filósofo francés Luc Ferry, publicó un interesante libro que tituló “La revolution trashumaniste”[1] . No pocos autores siguen reflexionando sobre el mismo tema. El desafío trans-humanista se va imponiendo silenciosa y no espectacularmente. ¡No lo minusvaloremos! El desafío es muy serio, ¿para bien o para mal?
Ante todo, como medicina: el cambio de paradigma
Las tecnologías actuales permiten cortar/pegar secuencias de ADN. Las tecnologías han progresado de una forma impresionante en estos últimos años, hasta el punto de que utilizándolas científicamente se podría modificar el patrimonio genético de los individuos:
- se está haciendo ya con el maíz, con el arroz, con el trigo.
- ¿se podrá hacer también con el ser humano? ¿Será posible, con esa tecnología manipular nuestro ADN?
- ¿Llegará el día en que podamos elegir los rasgos de nuestro carácter o inteligencia, nuestra estatura, nuestra fuerza física, el sexo, el color de los ojos, el tipo de belleza…?
- La ciencia progresa y avanza mucho más rápidamente de lo que pensamos.
La pretensión de quienes utilizan las nuevas tecnologías no tiene una intencionalidad meramente terapéutica, también estética y transhumanista. La medicina cambia de paradigma. Se vuelve obsoleto el paradigma meramente terapéutico. La Medicina no debe ocuparse únicamente de atacar los agentes patógenos; debe posibilitar la mejora de la especie humana: ¡no solo “reparar”; también “mejorar”! Y he aquí algunas de las tareas que se programan:
- modificar nuestros rasgos y capacidades;
- acrecentar nuestra fuerza, o superar estados de ansiedad o elevar nuestro humor por medio de drogas de diseño;
- embellecer nuestra apariencia física y pública a través de operaciones estéticas;
- potenciar nuestra capacidad sexual por diversos medios;
- expandir nuestras habilidades mentales en exámenes, en conferencias, en diversas pruebas a través de nuevos medicamentos.
Existe, además, otro tipo de tecnología -nueva y exótica- que interactúa directamente con el cerebro humano: la nanotecnología, la tecnología de la información, la regeneración de las células y los implantes. Semejante tecnología permite una potenciación mayor de las capacidades del ser humano; podrán potenciar la vida humana.
Una cosa es tratar una afección o reparar un daño y otra totalmente diferente es utilizar técnicas para ayudar a alguien a convertirse en una persona inusualmente fuerte o bella.
La pregunta teológica y ética: ¿cuál es la función de la tecnología?
La tecnología no es un tema irrelevante, ni para la filosofía y la teología:
Francis Bacon elaboró una filosofía de la tecnología. En cambio Martin Heidegger y Hans Jonas hicieron una crítica a la tecnología.
Muy importante, a mi modo de ver, es la reflexión del intuitivo filósofo francés -que falleció todavía joven- Gilbert Simondon sobre la innovación tecnológica, como el nuevo teatro de la reflexión sobre la onto-genesis, es decir, sobre el proceso genético constante del ser.
Y aquí surgen las preguntas:
- ¿Quitaríamos protagonismo a Dios, a su gracia, si la tecnología intermedia en nuestras vidas?
- ¿estamos autorizados para modificar la vida humana? ¿No nos podría llevar a un resultado que al menos podamos denominar pos-humano?.
El desafío de tal tipo de tecnologías no puede pasar desapercibido ni a la filosofía, y mucho menos a la teología.
Opiniones diversas
- Hay moralistas que califican de inmoral todo intento de potenciación que no sea terapéutico. En ese caso se haría un uso inmoral de la tecnología. la gran cuestión que hay que plantearse es: ¿qué es lo que hace inmoral el uso de la tecnología o qué es lo que hace bueno y aceptable el uso de la tecnología?
- Otros moralistas, en cambio, no piensan así. El ser humano tiene que mejorar. Y a ello es impulsado por los procesos educativos, por la religión y en especial por el cristianismo. El cristianismo nos propone la redención y la glorificación. También la tecnología nos propone la terapia y la potenciación. Entonces ahí está la cuestión: ¿cómo podemos mejorar, hasta qué límites, en qué sentido? ¿solo la gracia o también la colaboración humana?
- Lo normal es pensar que debemos mejorar a través de la disciplina, la educación sin buscar “atajos tecnológicos”. Pero ¿no es verdad que si encontramos atajos podremos dedicarnos mejor a lo que es más importante?
Lo que afecta a la parte afecta al todo
Lo cierto es que un cambio bioquímico en nuestro cuerpo, afecta a nuestro todo; afecta incluso a nuestra personalidad, a nuestra identidad.
Se potencian nuestro poderes mentales, nuestra memoria, nuestra inteligencia; nuestra voluntad queda afectada.
La tecnología biomédica puede ser capaz de aportar instrumentos poderosos para acrecentar o disminuir los depósitos de memoria que hay en nosotros: podrían ser borradas memorias desagradables o traumáticas de forma selectiva. Podría intensificarse la memoria de lo que ha de ser experimentado en contra del envejecimiento. Y lo mismo cabe decir del humor, del talante psicológico, del carácter. No será tampoco imposible modificar las predisposiciones morales.
- La tecnología transforma no solo a las personas en las que es aplicada, sino también a quienes las aplican. Los cambios tecnológicos en el medio ambiente también repercuten en nosotros. El uso de la tecnología puede cambiar el modo como vemos el mundo que nos rodea. El mundo no es ya sólo aquello que nos ha sido dado, sino también aquello que nosotros hacemos con él.
- La tecnología nos afecta en nuestro interior: cuerpos y cerebros; nos hace vernos como proyectos en mejora permanente.
- Existe también el peligro de experimentos arriesgados, que pueden emponzoñar al ser humano, embrutecerlo, hacerlo entrar en estados de monstruosidad. Puede haber personas que intenten cambiar los cuerpos y cerebros humanos “a voluntad”, “según sus intereses”.
¿Una especie de suicidio? “El hombre viejo y el hombre nuevo”
El camino para realizar estas modificaciones sería la bioquímica del cerebro. Y viene la pregunta: ¿un yo capaz de modificarse a sí mismo es un “yo” real o inauténtico? ¿Convertirse en un ser “superinteligente” -aun a costa de perder o vender alguna de nuestras propiedades esenciales, eso sería algo así como un suicidio?
Hace ya muchos siglos san Pablo hablaba del “hombre viejo” y del “hombre nuevo”. ¿Suscitaba entonces este lenguaje reacciones como aquellas a las que nos estamos refiriendo? Pablo llegó a decir: “He sido crucificado con Cristo; ya no vivo yo es Cristo quien vive en mi” (Gal 2, 19-20). ¿Qué es de la identidad?
Transhumanismo y cristianismo hablan de transformación, pero son muy diferentes sus perspectivas. Pero la cuestión sería: ¿actúa Dios a través de la tecnología? ¿Puede la tecnología ser considerada como una modalidad de la gracia?
Si es voluntad de Dios la fidelidad a la alianza matrimonial, y puede esta fidelidad ser potenciada a través de una pastilla, sería voluntad de Dios que se haga así? Julian Savulescu y Anders Sandberg creen que la tecnología habría de ser usada para incrementar la relación romántica: “El amor es uno de los aspectos fundamentales de la existencia humana. Está en gran parte determinado biológicamente. Deberíamos conocer mejor la neurociencia del amor para potenciar e incrementar la calidad del amor por manipulación biológica”
Julian Savulescu . otros: Mejoramiento humano, Teell Editorial, S.L.; Edición: 1 (11 de septiembre de 2017)
Hay que distinguir entre los proyectos, auténticamente científicos por una parte, y las ideologías –a veces detestables- por otra, que a veces los acompañan. De lo que se trata es de hacer lo humano más humano, o mejor porque es más humano, y lo contrario es deshumanizar, es decir, engendrar artificialmente una nueva especie, aquella de los pos-humanos.
- Una persona potenciada ¿sigue siendo persona?
- ¿Una especie potenciada -como la humana- sigue siendo especie humana-?
- ¿Se puede pasar del “homo sapiens” a otro tipo de homo?
El transhumanismo es un movimiento intelectual y cultural que afirma la posibilidad y el deseo de mejorar fundamentalmente la condición humana a través de la razón instrumental. Las tecnología intentan eliminar el envejecimiento, potenciar las capacidades intelectuales, físicas y psicológicas. La ética intentará vigilar las posibles ramificaciones y peligros potenciales de las tecnología. También Teilhard de Chardin fue en cierta medida un transhumanista. Estuvo centrado en una visión controvertida del futuro de la esperanza cristiana, cumplida a través de la evolución futura humana.
[1] Cf. Jean-Luc Ferry, La révolution trans-humaniste: comment la technomédecine et l’uberisation du monde vont bouleverser nos vies, Plon Editions, Paris, 2016; Steve Donaldson – Ronald Cole-Turner, Christian Perspectives on Transhumanism and the Church, Christian Perspectives on Transhumanism and the Church, Palgrave-Macmillan, 2018.
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