La Navidad nos habla de hospitalidad hacia la vida. El reloj de la vida es imperturbable. Nuestro planeta es un ecosistema para la vida. Es un bio-sistema, un bio-topo, donde la vida constantemente se regenera. Nuestro planeta tierra, el planeta azul, está en una perenne Navidad: humana, zoológica, vegetal… Y entre tantas Navidades hay una muy especial, aquella que vamos a celebrar en los próximos días: la Navidad del Hijo de Dios entre nosotros, la Navidad de aquel que se autodefinió: “Yo soy la Vida”.
La Navidad de Jesús es la clave para captar el sentido de nuestro planeta, nuestra historia y nuestra existencia. Hay en el curso vital de Jesús una pedagogía que nos va llevando desde el parto hasta la edad adulta, desde la familia y la madre hasta el hijo -reconocido en su Bautismo como Hijo de Dios-, desde quienes muestran una admirable hospitalidad hacia el Hijo de Dios y lo acogen hasta aquellos que rechazan la venida del Hijo de Dios y buscan matarlo.
La Navidad es tiempo de vida, pero también de amenazas de muerte: es tiempo apocalíptico, en donde se revela el Misterio de Dios y las asechanzas del mal. Por eso, se emplean símbolos que hay que entender en esta clave: mensajes que vienen del cielo, ángeles que aparecen, Escrituras que se cumplen, estrellas del cielo, matanza de inocentes en la tierra, manifestación del Hijo en el río con voz del cielo y Espíritu que desciende, multiplicación del vino en la boda mesiánica.
Invitémonos a vivir con intensidad cada una de las etapas de esta Navidad:
- Navidad 25 de diciembre: Sonó el reloj de la población… y nació el Hijo de Dios
- El domingo, 31 de diciembre: Misteriosa Familia: entre Egipto y Nazaret
- El día 1 de enero: La Madre bendita y bienaventurada
- El día 6 de enero: Epifanía: el Espíritu es la Estrella-.
- El 7 de enero: En el Bautismo se abren los cielos
Desde el nacimiento hasta el Bautismo: ¡Eso es Navidad!
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