Teresa fue una mujer liminal. Por eso, los criterios de discernimiento del tiempo no eran suficientes para entenderla. Tuvo confesores que decían “ser del demonio” todo lo que le acontecía. Pensemos que también no pocos dirán hoy de algunas personas religiosas, de sus códigos de vida y conducta, lo mismo. Sin embargo, unas pocas personas, una laica (marquesa toledana por cierto), un laico (su tío) y un santo franciscano de 65 años, Pedro de Alcántara, fueron capaces de comprender lo que le sucedía.
En la mística se superan las normas éticas, porque la experiencia mística no cabe en la normativa; por eso, Teresa es a veces considerada poseída por el demonio, cuando más en ella actuaba el Espíritu.
Teresa, por otra parte, se relaciona con los teólogos con un cierto humor. Les respeta en aquella que es su función en la Iglesia para el discernimiento y la comprensión de los fenómenos, pero ella misma emerge como una gran teóloga pero con método diferente, con expresión popular y bella, con imágenes inusuales, como una continuadora de las parábolas de Jesús.
Cuando los intérpretes de Santa Teresa hablan de sus amistades colocan la amistad de Teresa con Jesús en el mismo plano que sus demás amistades, aunque a la amistad con Jesús le conceden el grado supremo. Todo funcionaría adecuadamente si estas intensidades se regulan adecuadamente, dado que a Jesús habría que amarlo “más”. En cambio, habría que decir que nuestro Señor no merece un trato y una relación así, colocado en la fila de nuestras relaciones. Una es la lógica del amor que vivimos entre nosotros y otra es la lógica del Amor que sustenta nuestro amor. Lo importante es que Teresa vivió la Alianza con nuestro Abbá, en Jesús y desde el Espíritu, como un gran enamoramiento totalizante, que la centró y descentró, que le hizo arder y sentirse -como mujer ruin- como aquella representante de la humanidad en la que Dios se vuelca amorosamente. Claro, al vivir esta dimensión, ¿cómo ésto no iba a repercutir en sus relaciones humanas?
La vida religiosa tiene en Teresa una gran doctora mística. No para introducirla en una espiritualidad particular que la prive de la variedad de sus carismas, sino para alentar en cada una de ellas el descubrimiento de ese camino del que hablaba León Felipe:
Nadie fue ayer
ni va hoy,
ni irá mañana
hacia Dios
por este mismo camino
que yo voy.
Para cada hombre guarda
un rayo nuevo de luz el sol…
y un camino virgen
Dios.
Quien desee profundizar en este tema, puede descargarse mi ponencia sobre el Libro de la Vida de Santa Teresa, que pronuncié en un Congreso en la Universidad de la Mística de Ávila. Libro_vida_TeresaLa_Ponencia_definitiva
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