RE-ORIENTAR EL RUMBO: CULTURA – EDUCACIÓN -ESPIRITUALIDAD (en la Semana “Laudato Sii”)

Estamos en la Semana de “Laudato Sii”. Por eso, me voy a permitir dedicar las reflexiones de cada día en esta semana a distintos aspectos del capítulo sexto de la encíclica (nn. 202-246) sobre la conversión ecológica en clave de cultura, educación y espiritualidad. Tres sustantivos “cultura, educación” y “espiritualidad” que el Papa interconecta al pedirnos re-orientar el rumbo de la humanidad desde la conversión ecológica:

“Muchas cosas tienen que reorientar su rumbo, pero ante todo la humanidad necesita cambiar. Hace falta la conciencia de un origen común, de una pertenencia mutua y de un futuro compartido por todos. Esta conciencia básica permitiría el desarrollo de nuevas convicciones, actitudes y formas de vida. Se destaca así un gran desafío cultural, espiritual y educativo que supondrá largos procesos de regeneración” (Papa Francisco, Laudato Sii, n. 202)

Los tres sustantivos en acción: cultura, educación espiritualidad

Una tendencia muy generalizada en el pasado nos ha llevado a distinguir, a dividir “para no confundir”. Hoy nos sentimos llamados a contemplar la diversidad pero sin exclusiones, en una visión de totalidad (holística). Hemos distinguido muy bien lo que es cultura, educación y espiritualidad. Pero ¿qué ocurre cuando los tres sustantivos se comprenden como una “trinidad” humana? Entonces la cultura tiene mucho que ver con la espiritualidad y la educación, la educación con la cultura y la espiritualidad, y la espiritualidad con la educación y cultura. Y de esta “trinidad humana” surge la “nueva conciencia”, “el nuevo paradigma”, la “conversión ecológica” que la humanidad necesita en este momento..

  • La cultura es el fruto del cultivo de la mente, del corazón, de la imaginación, de la creatividad, del espíritu. La cultura germina en un determinado espacio de nuestro planeta (bio-topo, o bio-región): en contacto con el paisaje, con el clima, con la comunidad de los vivientes (bio-cenosis),… es decir, en contacto con el medio ecológico en que cada grupo humano ha sido situado. Por eso, nuestro planeta está enriquecido con una impresionante variedad de culturas, que reflejan los tesoros que el espíritu humano encierra como posibilidad. La cultura es creación continuada…. Y qué verdad aquello de que “Dios crea creadores” (Andrés Torres Queiruga). Sin cultura el ser humano se cosifica, se brutaliza, se amuerma, se vuelve salvaje.
  • La educación, bien entendida, es “otra cosa”. Así titula José Luis Corzo uno de sus libros: “Educar es otra cosa”. No es clonar, no es in-doctrinar, no es in-formar, no es llenar de contenidos la inteligencia de los alumnos. Educar es ayudar a los otros a crear talento (José Antonio Marina); a descubrir y activar la vena artística, artesanal, política, espiritual, religiosa que cada ser humano lleva dentro de sí. La educación es el arte de in-ventar, es decir, encontrar (in-venio) semillas las más sorprendentes, que han de germinar dentro de los contextos de nuestra casa común, la tierra. “Nadie educa a nadie” (Corzo), sino que juntos hacemos nacer lo ya sembrado por el Creador . La educación crea conexiones, armonías. Es buena noticia para las comunidades humanas. La educación descubre talentos y posibilita su despliegue creativo y cultural. Donde no hay “escuela que e-duca” se malgasta la energía creadora, se pierde la sangre que debería circular por el cuerpo de la humanidad y de la tierra.
  • La espiritualidad: pero no solo la educación, también la espiritualidad. No hay espiritualidad si conexión con el espíritu. Esa dimensión invisible que nos habita, que llamamos “conciencia”, “in-teligencia”, “amor”. No somos sólo apariencia, cuerpo visible. Estamos habitados por “algo misterioso” que progresivamente va despertando. Y ese “espíritu” se conecta, se interconecta: entiende, comprende, descubre, se enamora, se extasía, es fronterizo, intenta llegar hasta los límites, se estremece. Y si existe un mundo invisible (“Creador de lo visible y lo invisible”), conecta con él y siente -aunque de modo parcial- la comunión con todo “lo santo” -con la otra dimensión-. Y en ese mundo, nos espera lo que llamamos “lo divino”, “una Alianza que estremece y fascina”. La espiritualidad sueña lo imposible: “Nos hiciste para Tí, e inquieto estará nuestro corazón hasta que no descanse en Tí” (San Agustín). Sin espiritualidad el ser humano “enloquece”: en lugar de rampas de lanzamiento, descubre obstáculos y puertas cerradas; los límites de lo visible son para él “el final”.

La triple conexión: cultural, educativa y espiritual

Es un acierto que la encíclica del papa Francisco “Laudato Sii” nos invite a unir lo que tantas veces hemos separado: cultura, educación y espiritualidad. Debo confesar que la palabra “formación” me resulta positiva solo cuando se entiende como proceso de “transformación”: la mera formación puede crear “clones”. Hay que educar, sacar a flote, activar el proceso de transformación que cada uno lleva dentro: hacer posible el sueño del Creador. Por eso, la palabra “educación” es tan importante.

Cultura, Educación y Espiritualidad son, pues, tres dimensiones de una misma realidad, tres momentos de un único proceso. La educación nos habla más de la dimensión ascética y ética; la espiritualidad de la dimensión mística, sin que ambos aspectos sean estrictamente separables. Por eso, la conversión ecológica requiere que se introduzca en la Iglesia un nuevo modelo de educación y de espiritualidad y de cultura. Educar, ser espiritual es “otra cosa”. Por eso, acojamos la invitación del papa Francisco a la “conversión ecológica”.

Conexiones energéticas y mágicas

La “desconexión” nos priva de la energía disponible y de tantas relaciones que son posibles. A veces nos vemos precisados a trasladamos de un lugar a otro hasta encontrar espacios de “cobertura” o de conexión. Pero esto tampoco basta: se requiere para ello conocer “la clave”, si no se da el caso de “redes abiertas”. Conectados, descubrimos que no estamos solos, que es posible entrar en un espacio mágico de información, relación e intercambio. 

Hay otro tipo de “conexión”, las “conexiones energéticas”, que están también a nuestro alcance –son también redes abiertas- y de las que apenas somos conscientes; entre ellas está la conexión  espiritual, con el mundo del Espíritu, del Misterio santo –terrible y seductor-.

La conexión –sea del tipo que sea- nos libera del solipsismo, del enclaustramiento en nuestro yo, del narcisismo. Gracias a las conexiones nos descubrimos en el Todo, en un contexto que nos excede por todas partes. Entonces descubrimos que no todo depende de mí, que yo no domino todo y que cuando lo pretendo me empobrezco. ¡Qué distinto es descubrir el misterioso mundo en el que estoy inserto! La perspectiva desde la que contemplo esta realidad es ciertamente demasiado pretenciosa: se trata de nada más y nada menos que de la “conexión” con las tres personas de la Santísima Trinidad.

La super-conexión

Hemos sido creados “a imagen y semejanza de Dios” (Gen 1,26), somos hijos del Abbá Creador. El Espíritu lo testifica constantemente en nosotros (Rom 8, 14-16). Descubrámonos a nosotros mismos insertos en esa corriente de vida: naciendo de Dios, siendo configurados a su imagen y semejanza, escuchando esa melodía del Espíritu que nos evoca constantemente nuestra identidad. Estamos constantemente naciendo -no de cualquier realidad limitada- sino de la Fuente de la que mana todo lo que existe; somos el resultado de una Creatividad sorprendente, de una potencia creadora omnipotente; y ¡además, “a su imagen y semejanza” Si somos hijos e hijas de esa realidad, si creemos de verdad en ello (¡Creo en Dios Padre-Madre todopoderoso!), ¿cómo no descubrir esa misma energía en nosotros? La alianza con nuestro Dios es impresionantemente energizadora y por eso se dice y con razón que “Dios crea creadores”.

 Quienes mejor conocen los secretos de la naturaleza, de la física, del quantum, nos dicen que la energía generativa y autopoiética actúa ya en las partículas mínimas hasta producir procesos enormemente complejos. Quienes mejor conocen los secretos del ser humano (de su inteligencia, de su espíritu, de su cuerpo) saben cómo somos movidos por una incesante actividad espiritual y corporal que frecuentemente no sabemos de dónde viene y adónde va. Cuando confesamos “Creo en Dios Padre todopoderoso Creador” estamos reconociendo el fenómeno inexplicable de los efectos de la energía creadora.

Esta es la energía que reproduce la vida en nuestro planeta, que renueva la belleza que día a día nos seduce, sorprende y moviliza. Es la energía que nos hace descubrir en nosotros órganos espirituales nuevos, capacidades que nos parecían inexistentes (Etty Hillesum). 

La energía creadora del Abbá actúa en los seres humanos, en la exuberancia de la vegetación, en la perfección de la vida animal, en las relaciones que establecemos entre nosotros y con toda la realidad, en la historia que vamos tejiendo. ¿No somos hijos  hijas del Abbá creador? Si estamos conectados vitalmente con Él, con su Misterio, ¿no llegará hasta nosotros -que hemos sido creados a su imagen y semejanza- esa energía creedora, generativa? “Multiplicaos y sed fecundos” (Gen 1,28) fue su mandato a nuestros primeros padres.

No somos hijos de Dios solo por un título que se nos concede en el bautismo, sino porque toda la creación  gime por ello. Ni Dios es nuestro padre-madre solo en el inicio, desentendiéndose de la nosotros después: la relación de paternidad-maternidad y filiación es permanente. Es conexión ininterrumpida.

Plegaria

Por eso, te pregunto: Abbá, ¿qué posibilidades creadoras hay en mí que todavía no he podido desarrollar? ¿qué tipo de paternidad o maternidad nos concedes para que podamos ejercerla como Tú? ¿Qué podemos soñar, diseñar y realizar para ser más semejantes a tu naturaleza materno-paterna, creadora? ¿Cómo vivir conectados con el Todo para todo tenga su eco en nosotros? Cultura, educación y espiritualidad… ¡qué gran trinidad para nosotros tan pequeños!


Para contemplar:
LA VOZ DE MADRE NATURALEZA

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Una respuesta en “RE-ORIENTAR EL RUMBO: CULTURA – EDUCACIÓN -ESPIRITUALIDAD (en la Semana “Laudato Sii”)

  1. Carmen Chávez Pinchi dijo:

    Qué maravilla! con esta información formación, me ha enriquecido mi manera de ver la conexión que hay en mí con todo lo creado, hay muchas palabras nuevas, que me abren la mente. GRACIAS SEÑOR!!!

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