José es uno de los personajes más enigmáticos y mágicos de la historia: el testigo de la infancia, adolescencia y tal vez juventud de Jesús. El varón que nos evoca la “otra responsabilidad”, “la otra paternidad”.
María encontró en él no solo a su protector, su guardaespaldas, sino a su auténtico y misterioso esposo: a quien más la respetó, más la amó (¿sería posible estar junto a ella y no amarla?), con quien más colaboró… Jesús encontró en él el reflejo del Dios-Padre, a Dios reducido a niño, a adolescente, a joven…
José tuvo que ser muy feliz, tuvo que sonreír mucho, tuvo muchos motivos para soñar y estar seguro de todas sus importantes decisiones. ¡Siempre tenía algún ángel a su disposición -quién sabe si el mismo Espíritu Santo en forma de ángel-, que le impulsaba a discernir y decidirse!
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