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Introducción: El Jubileo 2025
El Año Jubilar 2025 se nos presenta como una oportunidad para reflexionar, soñar y construir una Iglesia sinodal y peregrina; contemporánea; comprometida con la paz, la justicia y el cuidado de la creación. El Jubileo, convocado por el Papa Francisco, nos invita a crecer en esperanza, en espiritualidad y en compromiso antes los desafíos actuales de la humanidad.
Hemos de responder a tres preguntas fundamentales:
- ¿por qué convoca la Iglesia un año jubilar?
- ¿Cómo responder a esta llamada de modo personal?
- ¿Cómo configurar nuestra vida personal y comunitaria como “peregrinos de la esperanza?
Y tras de estas tres preguntas hay una intención subyacente: ¿cómo podemos vivir -cada uno de nosotros, desde nuestra forma de vida cristiana- todo este año 2025 “en modo Jubileo”?
I. Raíces históricas y teológicas del Jubileo
1. Orígenes Bíblicos del Jubileo
La institución del Jubileo aparece en el libro del Levítico, capítulo 25. Se trataba de una institución del todo peculiar y, yo diría que socialmente “revolucionaria”. Podríamos definirla como la “del comenzar de nuevo”.
Lev. 25:2-7 “Habló Dios a Moisés en el monte Sinaí y dijo: — Habla a los hijos de Israel y diles: «Cuando entréis en la tierra que yo os voy a dar, dejaréis que la tierra tenga también un descanso sabático en honor del Señor. Durante seis años sembrarás tu campo, podarás tu viña y recogerás su fruto, pero al séptimo año la tierra gozará de un descanso sabático. Será como un sábado en honor del Señor: no sembrarás tu campo ni podarás tu viña; no recogerás lo que renazca en tu barbecho ni vendimiarás los racimos de tu viña no podada. La tierra gozará de un descanso sabático. El descanso de la tierra os servirá de alimento a ti, a tu siervo, a tu criada, a tu jornalero, a tu huésped y a los extranjeros que viven contigo. También a tu ganado y a los animales de tu tierra su fruto les servirá de alimento”.
El jubileo se celebraba en Israel cada 50 años. Y consistía en lo siguiente:
- se perdonaban las deudas,
- los esclavos eran liberados,
- la tierra descansaba,
- y después se repartía de nuevo la tierra equitativamente. El jubileo era “un nuevo comienzo”.
Ese año especial era anunciado con el sonido de un cuerno de carnero: cuyo nombre en hebreo era “yobel”. Simbolizaba la restauración y la justicia divinas.
2. Conexión con Jesús:
No deja de ser sorprendente que Jesús retomara la referencia a esta institución para presentar su misión o ministerio público, ante sus compatriotas, en Nazaret. Leyó el texto del profeta Isaías que dice:
El Espíritu del Señor Dios está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviado para llevar la buena nueva a los pobres, a vendar los corazones rotos, anunciar la redención a los cautivos, y a los prisioneros la libertad; para anunciar el año de gracia del Señor (Is 61, 1-2).
Allá Jesús proclamó el “nuevo Jubileo” y lo refirió a su propia misión. Israel iba a ser restaurado. Jesús vino a reunir a las ovejas perdidas de la casa de Israel, a hacer surgir un “nuevo Israel”.
Es verdad que el intento de Jesús fue su utopía. Con todo, esa fue la causa por la que Jesús murió. Ese fue su sueño: ponerse totalmente al servicio de un “nuevo comienzo”, de “un nuevo amanecer” en el pueblo de Dios.
3. Tradición Católica:
Tuvieron que pasar muchos años hasta que el papa Bonifacio VIII, autor de la bula “Unam Sanctam” en la que afirmaba la superioridad del poder espiritual sobre el temporal, un poco antes de morir, instituyó el primer Año Santo o jubileo.
Desde entonces se ha venido celebrando en la Iglesia un año jubilar -al principio cada 100 años, después cada 50 años y finalmente cada 25 años. El último Jubileo ordinario tuvo lugar el 2000, convocado por el papa san Juan Pablo II. Pero el papa Francisco convocó hace nueve años el Jubileo extraordinario de la Misericordia.
Y ¿cómo entiende y configura “ahora” la Iglesia un año jubilar o un jubileo? En el discurso del Papa Francisco sobre el Jubileo en la pasada Nochebuena de 2024, dijo:
«El Jubileo nos llama a la renovación espiritual y nos compromete a la transformación de nuestro mundo, para que este año se convierta realmente en un tiempo de júbilo… Un jubileo por nuestra Madre Tierra, desfigurada por la especulación; un tiempo de jubileo por los países más pobres agobiados por deudas injustas; un tiempo de jubileo por todos los que están sometidos a formas de esclavitud antiguas y nuevas».
El Jubileo de 2025 no es solo una celebración religiosa, sino también un llamado a la acción. El Papa Francisco insta a la transformación del mundo, pidiendo un jubileo para la Tierra, para los países pobres con deudas injustas y para todos aquellos que están en esclavitud…
II. Un Jubileo para la Renovación espiritual
1. ¿Cómo se entiende y configura este año jubilar?
El Jubileo 2025, tiene como lema “Peregrinos de la Esperanza”, es un evento de gran significado espiritual, eclesial y social para la Iglesia Católica. Es también un acontecimiento que busca impactar al mundo.
La iglesia católica quiere imaginarse hoy a Jesús iniciando un nuevo tiempo de gracia -como él hizo en la sinagoga de Nazaret, y el pueblo de Israel hacía -según el libro del Levítico-. ¿Qué nos puede ofrecer este Jubileo católico del 2025?
El Jubileo no es sólo una llamada a la conversión individual a través del cumplimiento de ciertos requisitos: confesión individual, una peregrinación, algún gesto de solidaridad económica. El Jubileo es también una llamada a un serio discernimiento sobre la acción del Espíritu Santo está realizando actualmente en la humanidad y en la Iglesia y una llamada a colaborar con el Espíritu de Dios en un “nuevo amanecer eclesial, social, económico y político”.
El Jubileo 2025 se nos presenta -por una parte- como “un evento de gran significado espiritual, eclesial y social para la Iglesia Católica”. Y -por otra parte- “como un acontecimiento que busca impactar al mundo”.
2. Un evento de gran significado espiritual, eclesial para la Iglesia católica
a) Un “año penitencial”: el perdón de los pecados y confesión
“El Jubileo es un tiempo para la reconciliación y la “renovación espiritual”. Se nos invita a celebrar el Sacramento del Perdón -la confesión para el perdón de los pecados- y, además, se nos promete la indulgencia plenaria”. Así se lo expresó el Papa Francisco a mons. Rino Fisichella:
“El Jubileo es un “don especial de gracia, caracterizado por el perdón de los pecados y, en particular, por la indulgencia, expresión plena de la misericordia de Dios”.
Será, por lo tanto, la celebración del perdón de los pecados la forma de hacer en nuestra vida un “borrón y cuenta nueva”. En muchos casos bastará acercarse a un confesor y así recibir el perdón. En la eventualidad de “pecados reservados” será necesario acudir a confesores autorizados para ello. En el Jubileo de la Misericordia fueron solamente autorizados algunos presbíteros en cada diócesis para absolver estos pecados -los determinados por la Penitenciaría apostólica-. ¡No he visto referencias a “celebraciones comunitarias de la Reconciliación!
b) Indulgencias e indulgencia plenaria
Tantas personas sencillas intentarán – a lo largo de este año- obtener la “indulgencia plenaria”, ateniéndose a las normas de la Penitenciaría Apostólica: confesión, comunión, oración por el Papa, actos de caridad o una peregrinación a Roma, atravesar las Puertas Santas o venerar reliquias….
Según la doctrina tradicional “la indulgencia plenaria no es un perdón de los pecados en sí misma, sino una remisión de la pena temporal debida al pecado”; es decir, como una especie de descuento en la purificación que el fiel cristiano puede necesitar después de la confesión”.
No nos resulta fácil hoy entender así el sacramento de la reconciliación y las indulgencias.
c) Hacia una comprensión pneumatológica de las indulgencias
Más allá de una visión legalista, las indulgencias deben entenderse como la acción del Espíritu Santo que hace posible la renovación interior y la reconciliación.
Tradicionalmente, las indulgencias se han entendido como la remisión de la pena temporal debida por los pecados ya perdonados. Esta remisión se obtenía mediante la realización de ciertas obras prescritas, como peregrinaciones, oraciones, o donaciones….
Esta perspectiva se centra en la idea de que el pecado deja “huella” y consecuencias, no solo exteriores, sino también interiores, que deben ser purificadas. Las indulgencias, en este sentido, se veían como una forma de “compensar” estas consecuencias y de hacer fructuosa la confesión.
El sistema de indulgencias, en su desarrollo histórico, llegó a incluir “rescates” intercambiando obras de penitencia por dinero; lo cual condujo a abuso y una visión comercializada de la Gracia de Dios.
Las indulgencias no son una “concesión de la autoridad eclesial” sino más bien una “declaración autorizada de aquello que el Espíritu promete y realiza”, en determinadas experiencias como una peregrinación. En estas experiencias el Espíritu hace sentir al peregrino la misericordia de Dios Padre, el Espíritu va sanando las heridas, restaura las relaciones rotas, va liberando poco a poco de las consecuencias del pecado. A lo largo de la peregrinación el Espíritu Santo va sanando interiormente al caminante.
¿No es verdad que un peregrino abre su corazón a la acción del Espíritu Santo? ¿No es verdad que uno u otro momento el peregrino siente que el Espíritu lo inspira, lo guía, lo purifica y hasta lo transforma? Lo hemos llamado “indulgencia”, pero la indulgencia no es una cosa, no es un mero acto legal, sino una experiencia de sanación… un milagro.
3. Peregrinos de la esperanza
El papa Francisco nos ha ofrecido como lema de este año jubilar el siguiente: “Peregrinos de la esperanza”.
a) La Interacción entre Sinodalidad y Peregrinación
Llama la atención que apenas concluido el sínodo sobre la sinodalidad -que fue la gran llamada a caminar todos juntos -que eso significa “sínodo”-, ahora nos propongamos ser “peregrinos de la esperanza”.
La sinodalidad y la peregrinación representan dos maneras de caminar con propósitos distintos pero complementarios:
- La sinodalidad es un viaje sin destino físico, centrado en el proceso de construir comunidad, discernir juntos y caminar como pueblo de Dios. Su riqueza está en el caminar juntos.
- La peregrinación, en cambio, tiene una meta concreta, un lugar sagrado donde se busca el milagro o una transformación espiritual, llenando de sentido el esfuerzo del camino.
En 2025, ser “peregrinos de la esperanza” significa tejer comunidad mientras caminamos, llevando en la mochila no solo el agua y el bastón, sino la confianza en que «Dios nos espera al final del camino» (Karl Rahner).
Victor Turner decía que la peregrinación es mística exterior; y la mística es una peregrinación interior. Si dijo Karl Rahner que el cristiano del siglo XXI o sería un místico o no sería nada, hoy lo traduciríamos también así: el cristiano del siglo XXI o será un peregrino o no será nada. Y es que a lo largo del Camino nos arde el corazón… Y cuando llegaron a Emaús… aconteció el Milagro.
La peregrinación es un elemento esencial del Jubileo, simbolizando un viaje de fe y conversión. Ofrece a los fieles la oportunidad de reflexionar sobre el sentido de la vida y de reencontrarse con Dios.
El Jubileo 2025 incluirá una amplia gama de actividades religiosas y culturales: peregrinaciones, conciertos, exposiciones y jornadas dedicadas a diferentes grupos, como jóvenes, voluntarios, enfermos y deportistas, fomentando la inclusión y el espíritu comunitario.
Pero que no nos despisten. Ya habrá grupos muy interesados en obtener réditos de todo ello.
b) La Puerta Santa: Un Umbral de Gracia
Cruzar la Puerta Santa —ya sea en Roma, en una catedral o en la humilde iglesia de nuestro barrio— es un acto profético. No es solo un paso físico, sino una decisión espiritual: dejar atrás lo viejo y abrazar la novedad de Cristo. Este rito, cargado de simbolismo, nos recuerda que toda conversión comienza con un sí valiente, como el de María en la Anunciación.
c) Indulgencias: La Misericordia en Acción
Las indulgencias no son “pases” celestiales, sino la expresión de que el Espíritu sana las consecuencias del pecado en nosotros. Como dijo el Papa Francisco: «La indulgencia es el abrazo del Padre que nos devuelve la dignidad de hijos». Al peregrinar, al orar por el Papa, al servir al necesitado, permitimos que esa gracia nos transforme, no para acumular méritos, sino para irradiar amor.
Conclusión
El Espíritu Santo actúa para transformar el corazón del peregrino, preparándolo para el milagro: para recibir la gracia de la indulgencia. Quien la concede no es el Papa, sino el Espíritu.
¿Y qué puede esperar un peregrino cristiano? ¡No algo para sí mismo! ¡Sino para todos! La indulgencia, en este sentido, no solo beneficia al peregrino, sino que también fortalece el vínculo de comunión con la Iglesia, con la humanidad.
En resumen: ¡no hablemos de indulgencias en plural! ¡Hablemos de la Gran Indulgencia del Espíritu de Dios hacia nosotros mientras peregrinamos! Y al llegar al final del camino… allí nos espera un horizonte de luz… es la Esperanza.
III. Un jubileo por nuestra Madre Tierra, desfigurada
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El Jubileo no solo es un tiempo de celebración, sino también un llamado a la conversión y la transformación social y ecológica. El Papa Francisco ha insistido en la necesidad de:
- Promover la justicia y la liberación de los marginados.
- Perdonar deudas injustas que afectan a los países más pobres.
- Restaurar nuestra relación con la Tierra, respetando y cuidando el medio ambiente.
1. La dimensión social y ecológica
La idea de un Jubileo, cuando se considera desde la perspectiva de una “madre Tierra desfigurada,” implica una profunda necesidad de restauración y reconciliación, no solo entre las personas, sino también entre la humanidad y la creación…. Esta perspectiva amplía el concepto tradicional del Jubileo, arraigado en la tradición judía y adoptado por la Iglesia Católica, enfocándose en la sanación de las relaciones, el equilibrio y el respeto por la naturaleza. Aquí están las implicaciones principales de esta perspectiva:
- Restauración de la Justicia Social y Ecológica: El Jubileo bíblico incluía la liberación de esclavos, la remisión de deudas y el descanso de la tierra. Aplicado a la “madre Tierra,” esto significa abordar las causas de la degradación ambiental, la explotación de recursos naturales y las injusticias que afectan tanto a la humanidad como al planeta….
- El Papa Francisco ha resaltado la importancia de cancelar deudas injustas como un elemento vital de las celebraciones del Jubileo, considerándolo un asunto de justicia y no solo de generosidad….
- Conversión y Cuidado de la Creación: La dimensión espiritual del Jubileo, que invita a la conversión, debe unirse a los aspectos fundamentales de la vida social para formar un conjunto coherente…. Esto implica reconocer que somos “peregrinos en la tierra” llamados a cultivarla y cuidarla, no a dominarla y explotarla….
- Reconocimiento de la Interconexión: La tierra no es solo un recurso, sino nuestra “casa común”…. La desfiguración de la Tierra es una manifestación de la ruptura de la armonía entre la humanidad, la creación y Dios. El Jubileo llama a la reparación de esta interconexión, promoviendo prácticas sostenibles y un estilo de vida más consciente y respetuoso.
2. Llamada a la Esperanza:
a) La esperanza – la perspectiva del papa Benedicto XVI
La encíclica Spe Salvi del Papa Benedicto XVI trata sobre la esperanza cristiana, explorando su significado, su relación con la fe y su importancia para la vida de los creyentes.
La esperanza cristiana puede ser una fuerza transformadora en el mundo actual. Ella cree y espera en la Sostenibilidad, porque cree en la Providencia del Dios Creador, nuestro partner en la continuación y culminación de la Creación.
b) La Esperanza como Redención:
La salvación no es solo un hecho… se nos ofrece también a través de la esperanza. Quien cree en la esperanza encuentra la clave de la transformación. La esperanza es un don que distingue a los cristianos y les da un futuro que no termina en el vacío. La fe nos indica aquello que esperamos. Y lo que esperamos ya está en nosotros de forma incipiente.
La experiencia de Dios es fuente de Esperanza. El amor de Dios es una esperanza que se ofrece a todos.
Para los primeros cristianos la esperanza era más fuerte que los sufrimientos de la esclavitud y del martirio.
La salvación no es individualista, sino comunitaria. La esperanza cristiana implica estar unidos existencialmente en un “pueblo”, abriéndose a los demás y a Dios. Podemos esperar la salvación de todos. Pero hoy esperamos más en el progreso científico y tecnológico que en Dios
c) Conexión entre Esperanza y Peregrinación
Aunque la encíclica Spe Salvi no se centra explícitamente en la peregrinación, sí ofrece una base teológica y espiritual para entender su significado en relación con la esperanza: a) Somos huéspedes y peregrinos en la tierra; buscadores de la Verdad y del Sentido; el Espíritu nos guía en el Camino y nos infunde el don de la esperanza. La esperanza en el ancla del alma, sólida y firme.
Conclusión
“Peregrinos de Esperanza” es una invitación a caminar juntos hacia un futuro mejor, reconociendo que la vida es un viaje de fe donde la esperanza nos guía. Significa comprender que somos caminantes, no dueños, llamados a construir un mundo más justo, reconciliado y misericordioso, transformando las dificultades actuales mediante acciones concretas de solidaridad y amor, con la mirada puesta en la promesa de un mundo renovado.
Indice
I. Raíces históricas y teológicas del Jubileo
1. Orígenes Bíblicos del Jubileo
II. Un Jubileo para la Renovación espiritual
1. ¿Cómo se entiende y configura este año jubilar?
2. Un evento de gran significado espiritual, eclesial para la Iglesia católica
a) Un “año penitencial”: el perdón de los pecados y confesión
b) Indulgencias e indulgencia plenaria
c) Hacia una comprensión pneumatológica de las indulgencias
a) La Interacción entre Sinodalidad y Peregrinación
c) La Puerta Santa: Un Umbral de Gracia
d) Indulgencias: La Misericordia en Acción
III. Un jubileo por nuestra Madre Tierra, desfigurada
1. La dimensión social y ecológica
a) La esperanza – la perspectiva del papa Benedicto XVI
b) La Esperanza como Redención:
b) conexión entre Esperanza y Peregrinación
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