Hoy es la Fiesta del Corpus: hay ciudades y pueblos cristianos que hacen que la Eucaristía sobrepase los límites de los templos y tabernáculos; se permiten incluso honrar a Jesús paseando su Presencia Eucarística por nuestras calles, que incluso a veces son alfombradas artísticamente con flores. En torno a este día niños y jóvenes celebran su “primera Comunión”. Hoy es la Fiesta del Corpus: es, sobre todo, el día de la Alianza de Jesús con todos los bautizados, con sus seguidores y discípulos. Es el día en que se celebra el “estaré con vosotros, todos los días”. Hoy es el día de la Alianza entre Jesús -que se entrega- y nosotros -que le comulgamos-.
El Pan del mañana… dánoslo hoy
El Jesús que se hace presente en el Pan y en el Vino no viene del pasado… sino del porvenir: del misterioso Cielo, del mundo de la Resurrección. El Jesús Resucitado y sentado en el cielo a la derecha de Dios-Padre, anticipa misteriosamente su presencia entre nosotros. Y para que lo reconozcamos “al partir del pan” vuelve a repetir a través de sus ministros ordenados los gestos y palabras de su última Cena con sus discípulos en el Cenáculo de Jerusalén.
Cada Eucaristía es la expresión de la impaciencia de Jesús por estar con nosotros “todos los días hasta el fin del mundo”. Jesús no resiste a esperar hasta el “fin del mundo” para el encuentro. Impaciente, lo anticipa, para compartir con nosotros, para hablarnos, mostrarnos su amor incondicional.
Palabras estremecedoras: ¡Por vosotros! ¡Por vosotros!
Hay un momento en el cual el presbítero desaparece. ¡Sólo se escuchan las palabras de Jesús en su última Cena: “Tomad… comed… Esto es mi Cuerpo… Tomad, bebed, Esta es mi Sangre”…. y más estremecedor y emocionante -si cabe- es escuchar seguidamente: ¡Por vosotros!…. ¡Por vosotros!
Han pasado los años, los siglos, y nadie ha sido capaz de borrar de la historia humana la repetición diaria de estas palabras y esta presencia en tantas partes de nuestro planeta. Y se pronuncian en tantas lenguas, ante grupos humanos tan diversos… ¡No dejemos que la emoción consciente y ardiente dé paso a la rutina fría y distraída
La Alianza ofrecida
Es más que un mero y efímero encuentro. Jesús “viene” para establecer con nosotros una Alianza sin vuelta atrás. Hoy es el día de la Alianza en el Cuerpo y en la Sangre.
- Hay alianzas frágiles, marcadas por la fecha de caducidad:
- No es fácil llegar a la armonía, a la unión, a la comunión. Tendemos al individualismo. A encerrarnos cada uno dentro de nuestro propio mundo e incomunicarnos.
- Gestos y símbolos de comunión, sacrificios de comunión, son necesarios para vivir en Alianza sin fecha de caducidad. Jesús nos ofrece -en el cáliz- la “alianza sellada con su Sangre”, y -en el pan- su cuerpo entregado.
- La carta a los Hebreos nos presenta la casa-Templo del cielo donde Jesús está y desde donde viene a visitarnos. Nos presenta a Jesús como el Sumo Sacerdote que se nos ofrece para purificarnos de todo mal, e impregnarnos de su vida, de su Espíritu.
Después de 20 siglos siguen resonando sus palabras: “¡Tomad! ¡Comed! ¡Bebed!”.
- Desde aquel bellísimo atardecer de la Cena del Adiós,
- los campos de trigo y espigas, los viñedos y parras nos hablan del Cuerpo y de la Sangre.
- La madre naturaleza se torna potencialmente eucarística.
- Pero el Señor se hizo pan y vino
- para entrar en Alianza con todo ser humano.
- Desde aquel bellísimo atardecer
- todo ser humano es potencialmente un Sagrario, el principal sagrario en el que Jesús quiere habitar.
- Pero, sobre todo, forma parte de su Cuerpo el ser humano:
- Cuerpo de Jesús son sus miembros… todos los bautizados. Pablo lo recordaría tantas veces: ¡Sois el Cuerpo de Cristo! Tener conciencia de ser “cuerpo de Cristo” endereza nuestra vida, nos hace contemplarla desde otra perspectiva. Lo decía una canción: “Cristo te necesita para amar…” y para servir, y para cumplir su misión en el mundo.
- Cuerpo de Jesús son todos los seres humanos, pero en especial lo que tienen hambre y sed, los encarcelados, los enfermos…. “Tuve hambre y me dísteis de comer… sed y me dísteis de beber… enfermo y en la cárcel y vinisteis a visitarme”.
- La presencia del Cuerpo de Cristo excede nuestra visión. La presencia eucarística es la lanzadera para reconocer otras presencias de Jesús. Sin éstas, la presencia Eucarística pierde su constante referencia.
Para meditar:
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