En este último domingo del año litúrgico, la Iglesia nos invita a contemplar y adorar a Jesús como REY DEL UNIVERSO. Este día es una oportunidad para considerar su poder ilimitado y su influencia decisiva en la historia del mundo.
El pesimismo, o el realismo nos impiden soñar. Jesús era un soñador. No podía ser peor la situación del mundo bajo la violencia de los poderosos de aquel tiempo… y sin embargo, Jesús no cesaba de anunciar bienaventuranzas.
Una iglesia ávida de dinero y desconfiada de la Providencia poco se asemeja a Jesús. Lo mismo nos sucede a cada uno de los cristianos. La avaricia es un ídolo que se oculta en lo más profundo de nuestro ser y puede volverse más activa con el tiempo. De estos nos habla la liturgia de este domingo. Dividiré mi homilía en tres partes:
En no pocas comunidades religiosas se advierte inmediatamente que tienen “alma”. Hay en ellas una voz interior que las convoca y moviliza, un espíritu que las impulsa a realizar los sueños de Dios. Estas comunidades no se definen por la ubicación en que se encuentran (calle, número, ciudad o pueblo), sino por la pasión que las habita: “Casa de todos”, “Tierra de encuentro”, “Nazaret contemplativo”, “Hospital de campaña”, “Familia de los sin-familia”, “escuela de oración”, “rampa de evangelizadores”…
Desde su aparición en Europa hace cinco siglos, el rosario ha sido una devoción muy extendida y visible entre los católicos romanos. Su popularidad ha persistido a pesar de siglos de agitación social, cambios culturales y reformas institucionales.
Las canciones a menudo abordan el tema del olvido, reflejando amores perdidos y desencuentros que marcan nuestras vidas. La música se convierte en un intérprete de las frustraciones amorosas que jalonan nuestra historia. Muchas de estas canciones podrían ser cantadas por Dios, quien también experimenta el desamor, la infidelidad y la indiferencia de la humanidad. De ello nos habla la liturgia de este domingo,
Estamos acostumbrados en nuestras sociedades democráticas a manifestar nuestra solidaridad o nuestras protestas a través de “marchas” y “manifestaciones”. Jesús nos invita también a una marcha: ¡Él encabezará nuestra manifestación!
En el evangelio de este domingo 29, Jesús se refiere a sí mismo como “Hijo del Hombre” y declara: “Porque el Hijo del Hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos”.