Hace pocas horas sonaban las campanadas que concluían el año 2023 y daban inicio al año 2024. En esta celebración Eucarística, la primera del año, suplicamos la bendición de Dios y nos comprometemos a ser mejores para que así lo sea nuestro contexto, nuestro mundo. Muchísima gente lo va a intentar. ¿Estamos dispuestos a asumir el mismo compromiso?
Tener una familia es uno de los regalos más impresionantes que un ser humano puede recibir. Pero lo más bello -entretejido por el amor-, puede convertirse también en lo “más amenazador” -cuando impera el alejamiento mutuo y hasta violencia: lo angelical puede transformarse en diabólico… y así lo demuestra la experiencia.
Hoy 25 de diciembre celebramos el nacimiento de Jesús… pero como dice una bella canción “Cristo nace cada día”. El imperturbable reloj de la población mundial nos habla de cómo las navidades se multiplican en nuestro planeta azul.
La Navidad que se acerca es, ante todo, la gran fiesta familiar. Nos hacemos regalos, nos encontramos, la noche se vuelve luminosa, festiva, alegre. El contraste, sin embargo, es muy doloroso para quienes están en una familia rota, enfrentada, o en soledad… cuando ya no hay esperanza de que nada vuelva a ser lo mismo que antes.
La Navidad nos habla de hospitalidad hacia la vida. El reloj de la vida es imperturbable. Nuestro planeta es un ecosistema para la vida. Es un bio-sistema, un bio-topo, donde la vida constantemente se regenera. Nuestro planeta tierra, el planeta azul, está en una perenne Navidad: humana, zoológica, vegetal… Y entre tantas Navidades hay una muy especial, aquella que vamos a celebrar en los próximos días: la Navidad del Hijo de Dios entre nosotros, la Navidad de aquel que se autodefinió: “Yo soy la Vida”.
Un “santo triste” es un triste santo”, dijo santa Teresa de Jesús. Y lo mismo nos cabe decir ahora: “un adviento triste” es un “triste adviento”. Y entonces nos surge la cuestión: ¿qué hacer para alegrar nuestros advientos, nuestras esperas? ¡Qué inquietud nos producen las largas esperas! A veces, ¡hasta uno renuncia a esperar! ¿Ocurrirá algo parecido con la espera del Adviento?
Perdona que no sea original: ¡solo un transmisor! ¡Esta es mi felicitación! JOHN RUTTER es un profeta de nuestro tiempo. Él hace la Palabra de Dios “contemporánea”. Es la Palabra pronunciada y cantada por muchas voces y hasta la madre tierra se une con instrumentos de madera, de viento, de cuerda… Aquí presento la bendición que la liturgia nos ofrece para comenzar este nuevo año 2024:
El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz”
Números 6, 22-27
¡Qué belleza! Es así como nuestro Abbá nos bendice a todos y a cada uno, a cada uno de nosotros. John Rutter, movido por el Espíritu, lo ha interpretado así -¡contando con una gran comunidad! Detente y, por favor, ¡escúchalo! Las palabras que lo cantan -en inglés- son el mismo texto de Num 6, 22-27 que acabo de reproducir.
Este profeta de nuestro tiempo, John Rutter, nos explica -con una maestría extraordinaria- cómo la música crea “comunidades”. San Agustín lo dijo de otra forma: “En el Paraíso todos seremos música”. Dedica también un breve tiempo a escuchar a John Rutter… y que el Año 2024 sea para tí y para todos nosotros “Música coral”, el año de la “humanidad coral”, del “planeta sinfónico”.