Oración al Origen de todo lo creado (Papa Clemente I)

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Tantas veces no sabemos orar como conviene. Pero en la gran comunidad orante que es la Iglesia, siempre encontramos estímulos e inspiración. La Iglesia es una bella casa de oración incesante. Desde que Jesús nos enseñó el Padrenuestro, no ha dejado de orar. La tierra se ha convertido en la gran Casa de Oración, en el Templo de los orantes. En su carta a los Corintios el Papa Clemente nos muestra cómo orar a nuestro Dios, Origen de todo lo creado y cómo dejarnos envolver por su presencia. No lo hace con una teoría. Simplemente nos invita a orar con él.

Haz que esperemos en tu nombre,Tú que eres el origen de todo lo creado; abre los ojos de nuestro corazón, para que te conozcamos a Ti,

  • el solo altísimo en las alturas,
  • el santo que reposa entre los santos;
  • que terminas con la soberbia de los insolentes,
  • que deshaces los planes de las naciones,
  • que ensalzas a los humildes y humillas a los soberbios,
  • que das la pobreza y la riqueza,
  • que das la muerte, la salvación y la vida, el solo bienhechor de los espíritus y Dios de toda carne;
  • tú que sondeas los abismos, que ves todas nuestras acciones,
  • que eres ayuda de los que están en peligro,
  • que eres salvador de los desesperados,
  • que has creado todo ser viviente y velas sobre ellos;
  • tú que multiplicas las naciones sobre la tierra y eliges de entre ellas a los que te aman por Jesucristo, tu Hijo amado, por quien nos has instruido, santificado y honrado.

Te pedimos, Señor, que seas nuestra ayuda y defensa.

  • Libra a aquellos de entre nosotros que se hallan en tribulación,
  • compadécete de los humildes,
  • levanta a los caídos,
  • socorre a los necesitados,
  • cura a los enfermos,
  • haz volver a los miembros de tu pueblo que se han desviado;
  • da alimento a los que padecen hambre, libertad a nuestros cautivos, fortaleza a los débiles, consuelo a los pusilánimes;

Que todos los pueblos de la tierra sepan

  • que tú eres Dios y no hay otro,
  • y que Jesucristo es tu siervo, y que nosotros somos tu pueblo, el rebaño que tú guías.
  • Tú has dado a conocer la ordenación perenne del mundo, por medio de las fuerzas que obran en él;
  • tú, Señor, pusiste los cimientos de la tierra,
  • tú eres fiel por todas las generaciones,
  • justo en tus juicios,
  • admirable por tu fuerza y magnificencia,
  • sabio en la creación y providente en el gobierno de las cosas creadas,
  • bueno en estos dones visibles y fiel para los que en ti confían,
  • benigno y misericordioso; perdona nuestras iniquidades e injusticias, nuestros pecados y delitos.
  • No tomes en cuenta todos los pecados de tus siervos y siervas, antes purifícanos en tu verdad y asegura nuestros pasos, para que caminemos en la piedad, la justicia y la rectitud de corazón, y hagamos lo que es bueno y aceptable ante ti y ante los que nos gobiernan.

Más aún, Señor, ilumina tu rostro sobre nosotros,

  • para que gocemos del bienestar en la paz,
  • para que seamos protegidos con tu mano poderosa, y tu brazo extendido nos libre de todo pecado y de todos los que nos aborrecen sin motivo.
  • Da la concordia y la paz a nosotros y a todos los habitantes del mundo, como la diste a nuestros padres, que piadosamente te invocaron con fe y con verdad.

A ti, el único que puedes concedernos estos bienes y muchos más, te ofrecemos nuestra alabanza por Jesucristo, pontífice y abogado de nuestras almas, por quien sea a ti la gloria y la majestad, ahora y por todas las generaciones, por los siglos de los siglos. Amén.

Tomado de la Carta de Clemente I a los Corintios – (Cap. 59, 2–60, 4; 61, 3: Funk 1, 135-141)

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