Catalina Benincasa o Catalina de Siena (1347-1380) es reconocida como co-patrona de Europa e Italia y como doctora de la Iglesia.. A pesar de su corta vida, 33 años, ha sido una de las grandes místicas de la historia. Tuvo un especial don para escribir y para predicar y también para persuadir. Se cuenta que lo único que convenció a su padre -tintorero y poeta local- Jacobo, para permitirle dedicarse solo a Dios en la vida religiosa fue ver cómo una paloma se poso en la cabeza de Catalina mientras oraba. A los dieciocho años tomó el hábito de la tercera Orden dominicana. Pues de sus “Diálogos místicos” tomamos el siguiente texto que impresiona:
«¡Hija mía muy querida! Firmísimamente he determinado usar de misericordia para con todo el mundo y proveer a todas las necesidades de los hombres.
- Pero el hombre ignorante convierte en muerte lo que yo le doy para que tenga vida, y de este modo se vuelve en extremo cruel para consigo mismo.
- Pero yo, a pesar de ello, no dejo de cuidar de él, y quiero que sepas que todo cuanto tiene el hombre proviene de mi gran providencia para con él.
El Creador enamorado de su criatura
«Y así, cuando por mi suma providencia quise crearlo,
- al contemplarme a mí mismo en él, quedé enamorado de mi criatura
- y me complací en crearlo a mi imagen y semejanza, con suma providencia.
- Quise, además, darle memoria para que pudiera recordar mis dones,
- y le di parte en mi poder de Padre eterno.
- «Lo enriquecí también al darle inteligencia, para que, en la sabiduría de mi Hijo, comprendiera y conociera cuál es mi voluntad, pues yo, inflamado en fuego intenso de amor paternal, creo toda gracia y distribuyo todo bien.
- Di también al hombre la voluntad, para que pudiera amar, y así tuviera parte en aquel amor que es el mismo Espíritu Santo; así le es posible amar aquello que con su inteligencia conoce y contempla.
- «Esto es lo que hizo mi inefable providencia para con el hombre, para que así el hombre fuese capaz de entenderme, gustar de mí y llegar así al gozo inefable de mi contemplación eterna.
Desobediencia y Obediencia
Pero, como ya te he dicho otras muchas veces, el cielo estaba cerrado a causa de la desobediencia de vuestro primer padre, Adán; por esta desobediencia, vinieron y siguen viniendo al mundo todos lo males.
«Pues bien, para alejar del hombre la muerte causada por su desobediencia,
- yo, con gran amor, vine en vuestra ayuda, entregándoos con gran providencia a mi Hijo unigénito, para socorrer, por medio de él, vuestra necesidad.
- Y a Él le exigí una gran obediencia, para que así el género humano se viera libre de aquel veneno con el cual fue infectado el mundo a causa de la desobediencia de vuestro primer padre.
- Por eso, mi Hijo unigénito, enamorado de mi voluntad, quiso ser verdadera y totalmente obediente y se entregó, con toda prontitud, a la muerte afrentosa de la cruz, y, con esta santísima muerte, os dio a vosotros la vida, no con la fuerza de su naturaleza humana, sino con el poder de su divinidad».
Impactos: 750