Tener una familia es uno de los regalos más impresionantes que un ser humano puede recibir. Pero lo más bello -entretejido por el amor-, puede convertirse también en lo “más amenazador” -cuando impera el alejamiento mutuo y hasta violencia: lo angelical puede transformarse en diabólico… y así lo demuestra la experiencia.
Hoy celebramos la fiesta de una Familia constituida únicamente por tres personas: María, José y el niño Jesús. Y la denominamos, por sus características únicas, “Sagrada Familia”. Reflexionemos sobre ello.
Dividiré esta homilía en cuatro partes:
- Misteriosa familia
- Familia emigrante en Egipto.
- Familia de Nazaret.
- Familias con alma y corazón.
Misteriosa familia
José y María se casaron legalmente. María concibió a su hijo Jesús, sin la intervención de José. Y éste, tras enorme perplejidad comprendió que su esposa había concebido por obra del Espíritu Santo, y decidió no abandonarla. Entonces encontró el verdadero sentido de su vida, como esposo y padre. Para Jesús sería José el transmisor de la bendición de David. José y Jesús fueron auténticos “davídidas”. Así lo muestran las generalogías y también las aclamaciones populares al Jesús adulto, dirigiéndose a Él como “hijo de David” o entrando solemnemente en Jerusalén y así aclamado.
María tampoco dudó al decirle a su hijo -perdido en el templo-: “Tu padre y yo te buscábamos”.
Familia emigrante en Egipto
Cuando Jesús-niño fue presentado por sus padres en el templo, el profeta laico, Simeón, y la anciana profetisa del templo, bendijeron y acogieron al Niño -pero ninguno de los Sacerdotes del Templo-. Simeón y Ana reconocieron la identidad misteriosa del recién nacido Jesús. Simeón, por su parte, reconoció que Jesús sería un “signo de contradicción” y que María estaría implicada en su suerte. De hecho, Herodes persiguió a muerte a su Hijo. José fue su guardaespaldas y desapareció del mapa de Israel, cargando con una terrible responsabilidad. Y con mucho éxito.
Familia de Nazaret
Jesús niño y adolescente fue creciendo en un contexto humano “único”. Su grandiosa y equilibrada humanidad fue siendo educada bajo la atención e influjo permanente de José y de María. El equilibrio y la energía de Jesús no fueron únicamente un don divino, sino también el resultado de un contexto educativo único, que sus padres le ofrecieron. favorable para el despliegue de su identidad divina.
En el cómputo total de sus años, Jesús vivió la mayoría de ellos en la comunidad familiar de Nazaret. Y cuando tenía los treinta años inició su trienio misionero y profético e inauguró otro modelo familiar cuando dijo: ¿quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?
Familias con alma y corazón
Las comunidades familiares son hoy muy diversas y plurales. En ellas los seres humanos esperamos encontrar un lugar seguro, confiable, acogedor. El amor está llamado a superar las divergencias y a tejer una convivencia que sea humanizadora. Y son muchas las familias que lo consiguen porque han encontrado la pedagogía que conduce a situaciones estupendas y luminosas.
Hay también demonios que se introducen en el contexto familiar. Emergen poco a poco, casi sin advertirlo. Crean divisiones, disputas… hasta odio. Y lo que parecía un lugar seguro, se convierte en un espacio amenazador y de alto riesgo.
La familia requiere cuidados intensivos en todas sus etapas. Cuando la familia vive ante Dios y en Dios, encuentra los mejores recursos para que acontezca el milagro y los sueños iniciales se hagan realidad. ¡Que toda familia descubra su vocación a convertirse en “sagrada Familia”! Para eso necesita una bendición sacramental inicial.
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