A las 1.15 del inicio del nuevo día, 18 de septiembre, no mucho después de haber celebrado la Eucaristía, en torno a su cama en el Hospital la Beata Maria Ana, acompañada de hermanas, hermanos y sobrinos, mi hermana Lourdes García Paredes, nos dejó.
Junto a ella estaban en ese momento mi hermanas Esperanza -reclinada en su pecho- y mi hermana Mari Luz, que por un leve gesto advirtió que ella, Lourdes, se había ido.
El mismo día, a las 17.45 iniciábamos la Eucaristía de despedida, concelebrada por algunos amigos presbíteros. Además de la numerosa familia, nos acompañaron muchas amigas y amigos.
En la homilía sentí la necesidad de relatar sus bienaventuranzas. He aquí el texto:
Creo que si Jesús hoy proclamara sus bienaventuranzas, añadiría una que no se encuentra en los evangelios, ni de Mateo, ni de Lucas: “Bienaventurados quienes tienen el síndrome de Down, porque en ellas y ellas reina Dios, reina el Amor. De seguro que quizá hubiera añadido con enérgico entusiasmo esta otra expresión: ¡Campeones! Y esto es lo que yo quisiera comentar brevemente en esta Eucaristía en que con su féretro aquí presente, despedimos a nuestra hermana Lourdes: ¡sus bienaventuranzas!.
- Bienaventurada, Lourdes, de limpio corazón… toda Amor. Tú veías lo mejor de Dios en cada persona con la que te relacionabas: extraías de ella sus mejores sentimientos. Utilizabas siempre la estrategia del aprecio: ¡qué guapa, qué bueno… te quiero!. Cuando alguien no te acogía, o te despreciaba, decías simplemente y sin desprecio: “tú pierdes!”
- Bienaventurada Lourdes, la amiga compasiva de los pobres: cómo te emocionabas ante las escenas y noticias de la pobreza, del dolor, de las catástrofes… Qué compasiva eras con los enfermos, los débiles… Cómo les imponías las manos… Cómo querías ser para quienes sufrían alguna dolencia la sanadora, ¡la virgen de Lourdes!
- Bienaventurada, Lourdes, que siempre tuviste hambre y sed de justicia: que no reparabas en amonestar a quien hacía las cosas mal, o a quien no tenía razón, o a quien de alguna manera maltrataba a las personas que más querías.
- Bienaventurada tú, Lourdes, porque creíste y de vez en cuando proclamabas tu sencillo y escueto Magnificat: ¡Gracias, Señor! Era entonces cuando elevabas tus preciosos ojos azules al cielo, juntabas tus preciosas manos y exclamabas con un rostro alegre y emocionado: “Gracias, Señor”.
- Bienaventurada tú, Lourdes, porque lloraste, sufriste tanto a lo largo de tus 58 años: porque fuiste tan compasiva con el dolor de los demás y tanto los consolabas… y tan fuerte en tu propio dolor. Tú fuiste el lamento profético, cuando la mamá dio su último suspiro -en presencia de todos nosotros, tus hermanas y hermanos-; tú lanzaste aquel gemido impresionante, como un profeta Jeremías llorando por Jerusalén, que todavía nos resuena en el alma.
- Bienaventurada tú, creadora de armonías, reconciliadora, unión de los desunidos: has sido siempre ese lazo de unión necesario, ese puente que facilita el paso hacia la unión. En ti se cumplía esa palabra rara que los teólogos ahora recuperan: “perichóresis”; danza. Tú, que tanto bailabas, nos metías en danza a todos, nos creabas armonías, besos de reconciliación, flores para el encuentro y el perdón.
- Bienaventurada tú que defendías la dignidad de la mujer: siempre tan femenina, siempre tan deseosa que de que las mujeres fueran reconocidas, amadas, valoradas… y que vencieran.
- Bienaventurada hermana de cada hermano, de cada hermana, de cada sobrina y sobrino: a todos nos pusiste un nombre distinto y distintivo, a cada uno y cada una nos recibías con un gesto inédito, a todos nos amabas de forma diferente. Y he pensado tantas veces, ¡qué maravilloso debe ser nuestro Dios si a cada uno de nosotros nos trata como tú lo hacías! ¡Ese Dios debe ser cautivador!
Y, al concluir esta breve homilía, descubro lo importante que es reconocer la Bienaventuranza de todas las personas con síndrome de Down. Ellas no son una desviación de la naturaleza, sino el resultado de la sabiduría creadora que genera una admirable humano-diversidad. Son uno de los regalos más bellos y emocionantes que la humanidad recibe del Creador. Lo importante no es solo su utilidad… porque ¡son imprescindibles para regenerar a una humanidad más, mucho más humana!
Al final de la Eucaristía, no pude contenerme y como algo muy espontáneo, después de la bendición, me vino este raro “ite missa est”: “Y ahora un aplauso para nuestra campeona”. Y toda la Asamblea estalló entusiasta en un gran y extendido aplauso. Y… ella desde el cielo comenzó a derramar entre nosotros “sus regalitos”.
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Eucaristía por la “nueva vida”
de Lourdes García Paredes
Pasaron los días del duelo. En el día 15 de octubre, memoria de santa Teresa de Jesús, nos dimos cita en la Parroquia de la Cena del Señor (Madrid), a las 8 de la tarde, todos los hermanos y sobrinos, acompañados de un amplio número de concelebrantes y la Iglesia llena de amigos y de fieles. Celebramos la Eucaristía por la “nueva vida” de nuestra hermana Lourdes. Mis hermanas y hermanos estaban allá en primera fila, sobrecogidos, emocionados. La imagen de nuestra hermana Lourdes quedaba proyectada en la pantalla junto al altar y ella invitándonos a un sentido ¡Gracias, Señor!
Saludo a la Asamblea (Antonio García Paredes)
Gracias a todos por vuestra presencia y compañía en esta tarde, en esta Parroquia de la Cena del Señor. Gracias de forma especial a quienes nos acompañáis en esta celebración religiosa, aunque vuestras creencias no sean las nuestras; gracias porque eso resalta aún más, si cabe vuestro cariño y cercanía. Pero me vais a permitir que ahora me exprese en clave de fe cristiana.
“Si no os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos”, dijo Jesús, nuestro maestro y redentor. Y nuestra hermana Lourdes ha entrado en el Reino de los Cielos porque siempre fue una niña en el sentido más cristiano del término, desde que nació hasta que cumplió los 58 años.
A primera vista, sólo a primera vista, lo que podría distinguir a nuestra hermana Lourdes era su figura de mujer con síndrome de Down. Y a partir de ahí se podría hablar de ella utilizando los tópicos o lugares comunes con que a veces se maneja la sociedad ya sea para ensalzar ya sea para compadecer a las personas de estas características. Nuestra hermana Lourdes, que nació en 1960, pasó por todos los calificativos que en estos casi sesenta años se han aplicado a las personas con síndrome de Down. Pero definirla así sería quedarse en la superficie, en lo que sólo es perceptible a primera vista.
La realidad de Lourdes era algo más profundo, más bello, más tierno, más lleno de amor. Lo experimentábamos así en la convivencia diaria durante los más de 58 años que estuvo con nosotros. A Lourdes la hemos visto ir de aun lado para otro por estas calles de Saconia cuando apenas tenía 10 años. La vimos corretear y jugar por los pinares de la Dehesa de la Villa. O acudir a misa con su familia en la Parroquia de San Federico en Valdezarza, cuando aún no se había construido esta parroquia. Su figura menudita, camino de la farmacia o del “Ahorra Más”, revoloteaba por estos lares como una pequeña tórtola que a todos llamaba la atención y que despertaba el cariño de cuantos se acercaban a ella. Y en casa, en medio de la familia y entre sus hermanos, tenía el toque especial de quien ama mucho y se siente también muy amado.
Muchas cosas, y muy bellas, se han dicho de nuestra Hermana Lourdes en estos días posteriores a su muerte. No quisiera yo ahora caer en la obesidad del elogio repetido que hace inmanejable la figura de la persona querida. Me limitaré a decir algo en lo que creo que todos coincidiremos: Lourdes fue un gran regalo para la familia García Paredes, para las personas que se relacionaron con ella. E incluso me atrevería a decir que un gran regalo para el mundo, porque en un mundo tan necesitado de amor, es una suerte contar con personas –como Lourdes y como otras muchas con el síndrome de Down- cuya función esencial es amar y derrochar ternura.
Y los regalos hay que agradecerlos. Por eso estamos en esta Eucaristía o lo que es lo mismo en este acto de acción de gracias cristiano. La fe que profesamos nos hace decir: “Gracias, Padre dios, por habernos dado a Lourdes, nuestra hermana, envuelta en el Síndrome de Down y llena de una ternura y un cariño casi infinito, como el tuyo.” Gracias, gracias, gracias.
“Porque hasta las lágrimas se hacen dulces, cuando brotan de un corazón agradecido”.
Las cenizas ante el altar (Poema recitado por Charo García Paredes)
Aquí estoy, mi Señor,
con los brazos abiertos
y el corazón desnudo
para tus creadores besos.
Que me queme tu amor
a la hora de las lágrimas.
Tu semilla de luz se siembra en mi vida
y florecerán milagros.
Al atardecer, despido el día
y espero, de nuevo, con el alba,
el eco de mi nombre
en tus labios despiertos.
Intercesiones (Manuel García Paredes)
Presbítero: Pidamos a nuestra hermana Lourdes, que goza de la presencia de Dios, juntamente con nuestros padres y hermana María del Pilar, para que interceda ante Nuestro Señor por todos nosotros, sus hermanos, su familia, amistades y todas aquellas personas que, en su vida, la hicieron feliz en sus alegrías y en sus dolores
1. Lourdes, tú que fuiste la Alegría de tus padres, hermanos, familiares y amigos, te pedimos que sigas derramándola sobre nuestros hogares, desde el Cielo. ¡INTERCEDE POR NOSOTROS!
2. Lourdes, tú que procuraste siempre la Unión de tus hermanos y nos has mantenido en la fraternidad armoniosa, te pedimos que sigas protegiéndonos desde el Cielo y nos mantengamos unidos como tú querías. ¡INTERCEDE POR NOSOTROS!
3. Lourdes, tú que nos diste a tus hermanos tanta Felicidad, tantos ratos de buen humor, te pedimos que protejas a tus sobrinos-nietos que tanto quisiste y tanto te quisieron. ¡INTERCEDE POR NOSOTROS!
4. Lourdes, la hermana preferida de tus ocho hermanos, la Alegría de todos, centro de Unión, y Felicidad, te pedimos que desde el Cielo nos mantengas en la Paz y el Amor que nos diste. ¡INTERCEDE POR NOSOTROS!
5. Lourdes, la pequeña de tus hermanos, pero la de corazón más grande, te pedimos que sigas derramando sobre nosotros tanto amor como nos diste. ¡INTERCEDE POR NOSOTROS!
6. Lourdes, tú que nos enseñaste a sonreír, a no dar importancia a las cosas, míranos desde el Cielo, guía nuestros pasos por los caminos de la Fraternidad para que sigamos siendo la familia que tú tanto amabas. ¡INTERCEDE POR NOSOTROS!
7. Lourdes, regalo de Dios a tus padres y hermanos, que fuiste la Luz que iluminaba nuestra familia, el Amor de todos nosotros, te pedimos que nos ayudes a amarnos como tú nos amabas, a estar alegres, como tú lo eras, y a saber sufrir como tú sufriste los últimos meses que estuviste entre nosotros. ¡INTERCEDE POR NOSOTROS!
Presbítero: Abba, Padrecito Dios nuestro, que tienes a tu lado a nuestros padres y nuestras hermanas María del Pilar y Lourdes, las dos pequeñas de nuestra familia, nuestros tesoros más preciados, te damos gracias por habernos dejado disfrutar de nuestra hermana Lourdes el tiempo que no esperábamos. Y te pedimos que, al igual que nuestros padres y hermanas disfrutan ya de tu presencia, cuando se haga tu Voluntad, nos vayas reuniendo a toda la familia a tu alrededor, contigo en el Cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Homilía
No sé porqué secreto designio, nuestra hermana Lourdes, apenas aparecida la versión de Jesucristo superstar en español, se identificó con una escena y su canción: la oración de Jesús en el huerto, en Getsemaní –interpretada por Camilo Sesto-. Ella la representaba con sus gestos, unía su voz al disco de fondo, entraba en una especie de éxtasis… y al final, hasta desprendía unas lágrimas.. y un grito. ¿Lo recordáis, hermanos, hermanas? Aquella canción decía:
Yo tenía fe cuando comencé.
Ahora estoy triste y cansado, mi camino de tres años me parece que son treinta ¿y qué más puede un hombre hacer?
Sí he de morir, que se cumpla todo lo que tú quieres de mi.
Deja que me odien, que me claven en su cruz.
Yo quiero ver, yo quiero ver mi Dios.
Quiero saber, quiero saber, Señor.
Si he de morir, muéstrame el motivo, dame un poco de tu luz.
Di que no es inútil tu deseo y moriré, me enseñaste el cómo, el cuando pero no el porqué. … Pero, por favor, cuando muera, ¡mírame! ¡Mira mi muerte!
Lourdes nos emocionaba, nos hacía llorar con su peculiar interpretación. En ella Jesús se expresaba. Preanunciaba proféticamente lo que después le sucedió: la pasión de tres años de nuestra hermana Lourdes. Pero aquello pasó.
Y hoy celebramos su vida, su nuevo nacimiento.
Solemos decir: “¡descanse en paz!”, “ya ha dejado de sufrir”. Pero ¿es esa toda la verdad? Quienes creemos, decimos: “Ya está en el cielo”. Pero, ¿qué es el cielo? Apenas hablamos de él, porque nuestras explicaciones lo hacen aburrido, aburridísimo y hasta intolerable: una eternidad sin fin, la monotonía de aleluyas que nunca acaban, un festín insípido. Lourdes no lo aguantaría.
Jesús lo llamó “Paraíso”: no una realidad de realidades clonadas, sino de fecundidad, de felicidad colmada, donde todo llega a su perfección, donde el amor realiza todos sus sueños. “Hoy estarás conmigo en el Paraíso”, le respondió Jesús al ladrón que estaba a su lado y le suplicó: “Acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino”. Éste hombre fue el primero que creyó en la Resurrección. Lourdes lo cantaba con una pasión inaudita cuando su representación decía: “¡por favor, mírame, cuando muera, mírame!”; o cuando después de comulgar hasta con gestos decía: “en la hora de mi muerte, llámame y mándame ir a ti”
¿Y qué es, hermanos y hermanas, el Paraíso? Sólo una vez aparece esta palabra en los Evangelios. En boca de Jesús. En el momento supremo … poco antes de morir sobre la Cruz:
“En verdad te digo, hoy estarás conmigo en el Paraíso” (Lc 23,32-43).
Lourdes, ¡no tendrás que esperar! “Hoy”, estarás conmigo en el paraíso.
“No se entra en el Paraíso mañana, ni pasado mañana, ni dentro de diez años… se entra hoy, cuando se es pobre y se está crucificado” (Clotilde Maréchal, en Leon Bloy, La mujer pobre)
El Paraíso es la dimensión hermética de la realidad. El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice que “sobrepasa toda posibilidad de comprensión y descripción” (n.1027). Simone Weil decía que:
“el infierno es creerse en el paraíso por error, por ignorancia”, “que consiste en que uno se fabrica su pequeño paraíso, privándose de acoger el gran paraíso compartido”.
Quien cree en Jesús, quien lo ama, cree en su paraíso prometido: se entrega al Abbá, al Padre de Jesús, se deja mover por el Espíritu de Jesús, cree en el “Completamente Otro”, Dios. El paraíso, no puede ser una mala ilusión, un engaño, una insidia, una trampa.
¿Qué es el Paraíso, sino vivir cerca de Aquel que es la Causa de todas las cosas? Ir hacia Él. No es otro lugar, ni otro tiempo. Jesús es el Paraíso: “¡Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré!”. Es el manantial de donde surge el río de la vida, la fuente de tanta belleza y bondad como existe en el mundo. No se llega al Paraíso desertando de este mundo: sino descubriendo su más profunda realidad, su alma. El paraíso está siempre y en todo lugar, chispeante y furtivo. Está viniendo en todo momento, en todo instante. Jesús nos lo dijo “El reino de Dios está en medio de vosotros” “Estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. El Eterno se encuentra en el corazón de cara hora y podemos presentirlo en los cinco segundos de un beso, de un abrazo. El Inmenso se encuentra en el espacio, en la breve distancia de una mirada.
Lourdes lo intuía y solía expresarlo con su gesto estremecido, así: ¡Qué agustico! ¡Gracias, Señor! Pero ella, ahora, ha descubierto Todo: se le ha revelado lo que sabios y entendidos no ven, ni descubre. Lourdes tiene en el Paraíso un cuerpo de gloria, es un espejo del corazón de Dios y causa de alegría para todo el universo redimido. Los bienaventurados -entre los cuales están nuestros familiares y amigos- tienen más razones para alabar a Dios y disfrutarlo. Lourdes comparte su Paraíso. No sabemos cuál será su danza… su representación… pero ciertamente no será Getsemaní.
Acción de gracias (Esperanza García Paredes, HCSA)
Desde lo más profundo de nuestro corazón, Señor, elevamos nuestra acción de gracias por nuestra hermana Lourdes. Te damos gracias por lo que has hecho en ella y a través de ella. Por eso, permítenos, darte las gracias, dándole las gracias también a ella.
- Lourdes, querida hermana, tú nos has amado a todos, siempre con un amor incondicional, y nos has amado a cada uno, tal como somos. ¡GRACIAS, SEÑOR! ¡GRACIAS, LOURDES!
- Tú has sido para nosotros el rostro de la ternura del Padre, sobre todo, cuando cuidabas, con tanto amor, a nuestra madre. ¡GRACIAS, SEÑOR! ¡GRACIAS, LOURDES!
- Tú siempre has cuidado a tu familia. No nos podías ver enfadados. Y con qué carácter y prontitud nos disponías para la reconciliación y el perdón. ¡GRACIAS, SEÑOR! ¡GRACIAS, LOURDES!
- Tú siempre nos has regalado tus bendiciones. Era un precioso regalo con el que te hacías cómplice con tu Virgen de Lourdes. Cuando nos veías tristes o preocupados o con alguna dolencia física, te faltaba tiempo para poner tus pequeñas y benditas manos sobre nosotros e invocar, con tu gran fe, al Padre, al Hijo y al Santo Espíritu. ¡GRACIAS, SEÑOR! ¡GRACIAS, LOURDES!
- Tú siempre has visto el lado bueno de las personas, su bondad su capacidad de empatizar contigo. ¡GRACIAS, SEÑOR! ¡GRACIAS, LOURDES!
- Tú nos has enseñado a mirar la realidad con ojos compasivos, poniéndote en el lugar de la gente que sufre, de los niños pobres. ¡GRACIAS, SEÑOR! ¡GRACIAS, LOURDES!
- Tú, querida hermana, aunque nos duela tu ausencia, sabemos que estás en las mejores manos, las manos del Abbá, del Alfarero, que te ha recreado y ha hecho de ti un vaso nuevo.
- Y nos quedamos con tu “¡GRACIAS, SEÑOR!”
Y la vida sigue… en espiral hacia el CENTRO el Centro del Corazón. Leed esta página… pero sobre todo, meditemos, discernamos. Hacia dónde va nuestra vida. ¡Qué bien lo expresa la siguiente canción… ¡en espiral hacia el Centro, el CENTRO DEL CORAZÓN.
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Que lindo comentario padre sus palabras son profundas
Preciosa homilía digna de una aún más preciosa alma ,Lourdes seguirá derramando sus dones desde un lugar privilegiado bien cerquita de nuestro Dios “papá”, “abbá”. Un abrazo.
Me encanta el comentario que has hecho de las Bienaventuranzas. Lo poco que conoci de Lourdes, a traves de Ángel, veo que así era . Lourdes ha sido una bendición para todos vosotros