El papa san Juan Pablo II canonizó el 19 de junio de 1988 al sacerdote católico Andrés Dung-Lac junto a otros 116 (obispos, presbíteros y laicos), todos ellos mártires en las persecuiones del Vietnam. Hoy la Iglesia del Vietnam cuenta con un esplendoroso presente y porvenir. He quedado impresionado por el bello texto que hoy nos ofrece la liturgia de las horas y deseo aquí transcribirlo como parte de mi sección “Textos que impresionan”.
SAN PABLO LE-BAO-TINH A LOS ALUMNOS DEL SEMINARIO DE KE-VINH EN 1843
San Pablo Le-Bao-Tinh era un sacerdote vietnamita, rector del seminario de Ke-Vinh. Escribió una carta desde la cárcel, donde esperaba la condena a muerte. He aquí algunos párrafos de ella:
“La cárcel es una imagen del infierno eterno.
Las malas palabras y los crímenes se añaden a ella. ….
Como los tres ángeles ayudaron a los tres jóvenes que Nabucodonosor envió a la hoguera, así yo me siento ayudado por un ángel: No estoy solo, Cristo está conmigo.
Él lleva mi cruz y yo sólo llevo una pequeña parte de ella.
La victoria es de Jesús… y nosotros, sus mártires, la compartimos.
Los paganos aplastan los miembros de Jesús. Pero en nosotros se manifiesta su fuerza ante las naciones.
UN MAGNIFICAT EN EL MARTIRIO
Mis queridos seminaristas, ¡alégrense en Dios y bendíganlo conmigo!
¡Mi alma engrandece al Señor, y mi espíritu exulta en Dios, mi Salvador! ….. Todas las generaciones nos llamarán bienaventurados.
Alabad al Señor, pueblos todos.
Dadle gloria, porque Dios ha elegido a los débiles para confundir a los fuertes.
Te escribo para que nuestra fe sea una.
En la tormenta pongo mi ancla en Dios.
También vosotros debéis revestiros de las armas de Cristo.
Es mejor entrar en el cielo con un solo miembro que ser expulsado de él con todos los miembros.
Permaneced firmes en la fe y en el llamamiento hasta el fin.
En el cielo nos encontraremos.
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