LAS CLAVES SECRETAS DEL REINO (Domingo XXI, ciclo A)

Tener llaves o claves es siempre señal de poder. Las llaves dan acceso a lo inaccesible. Los debates de poder suelen concentrarse en ver quién tiene las llaves o las claves. Es obvio que la responsabilidad de sus portadores es muy grande dentro de la sociedad y la humanidad.

Dividiré esta homilía en dos partes: 1) Destitución e investidura: Sobna y Eliacín; 2) La investidura de Pedro

Destitución e investidura: Sobna y Eliacín

La primera lectura, tomada este domingo del profeta Isaías, nos habla de una destitución. Se trataba de un mayordomo del palacio real, llamado Sobna. Dios lo destituye por su mala administración.

Hay personas que por la corrupción que favorecen, por los intereses que defienden, deberían ser destituidas de sus cargos. Muchas veces no podemos hacerlo los hombres. Sin embargo, nadie escapa del poder de Dios, que de una u otra forma, provee para que su pueblo no caiga permanentemente en manos de corruptos.

En este caso Dios encontró a su siervo Eliacín a quien eligió para ser mayordomo del palacio real. Lo constituyó en autoridad y le encomendó actuar como padre para los habitantes de Jerusalén y el pueblo de Judá. Eliacín recibe como símbolo de su poder la llave del palacio de David:

Lo que él abra, nadie lo cerrará. Lo que él cierre nadie lo abrirá- Lo hincaré como un clavo en sitio firme, dará un trono glorioso a la casa paterna.

El poder de las llaves es confiado por Dios a un servidor suyo, que actuará como “padre” que cuida y ama.

La investidura de Pedro

Es sumamente llamativo ver cómo Jesús se fija en uno de sus doce discípulos, en Simón Pedro. Lo elige para prometerle lo siguiente:

Te daré las llaves del reino de los cielos. Lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo

Pedro queda constituido en el mayordomo de la casa de Jesús. Recibe de Jesús el poder. En otro evangelio, el cuarto, este poder será descrito como “apacentar las ovejas del Señor”. Jesús le confía a Pedro su comunidad, a sus hermanos.

Es claro que la autoridad concedida es para que cuide de ellos y ellas con amor, como un padre, como un hermano mayor. Pedro tiene que tener cuidado, porque puede convertirse en un “Satanás”, puede negar al Señor, puede desmerecer las llaves que se le conceden. De hecho así fue. Pero Jesús le restituyó la confianza. A partir de entonces, Pedro estaría mucho menos seguro de sí mismo.

Pero ¿porqué Jesús lo inviste con el poder de las llaves, hasta convertirlo en un representante suyo, cuyas decisiones son confirmadas en el cielo? Jesús les preguntó a sus discípulos quién decía la gente que era el Hijo del Hombre. Simón Pedro declaró:

Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.

Esa proclamación de fe hace que Jesús, entusiasmado, proclame una solemne bienaventuranza sobre Pedro. Le indica que ha sido el Padre del cielo quien se lo ha revelado. Pedro ha sido interiormente trabajado por Dios Padre, por la Revelación. Un creyente así es piedra sobre la que Jesús edifica su Iglesia. En la fe de Pedro se insertará la fe de los demás, hasta construir la Iglesia de Dios. ¡La fe es el fundamento de la Iglesia!

Conclusión

La fe es la llave que abre los tesoros de Dios y los cierra, que abre y cierra las puertas del cielo. La fe es la clave de la existencia humana.

Pablo se hace preguntas fundamentales para la existencia humana. Parece que busca la clave de todo lo que nos sucede:

¿Quién conoció la mente del Señor? ¿Quién fue su consejero? ¿Quién le ha dado primero para que Él le devuelva? Él es el origen, guía y meta del universo

L a fe es la clave de todo. Para quien tiene fe, todo es posible. Pero sin fe, las llaves no abren, las claves resultan falsas.

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