Es una forma de seducción. Así quiere el Espíritu Santo que María aparezca y desaparezca.
La historia de la virgen de la Almudena -que hace 75 años fue coronada como patrona de Madrid- es una historia de seducción. El Espíritu Santo la tiene como principal cómplice y con ella da un impronta indeleble a una ciudad que poco a poco será una gran comunidad, una megápolis. Y así, callando… y seduciendo, el Espíritu Santo sitúa a María en el corazón de Madrid.
Las leyendas dicen que “cuando llegó la invasión árabe la imagen de María fue ocultada -por orden del arzobispo Raimundo de Toledo -al menos 3 siglos antes de ser encontrada-. Y fue ocultada en el antiguo recinto militar amurallado que ocupaba el montículo en el que hoy se asienta la Catedral y el Palacio Real de Madrid.
El año 1085 -cuando Madrid fue arrebatada a los árabes por el rey Alfonso VI de León- alguien encontró la imagen escondida en uno de los torreones adosados a la muralla árabe”.
Descubrir la imagen de María, tras siglos de ocultamiento y persecución, significó para los madrileños una auténtica “aparición”. Acogieron a María como madre de la ciudad que se sentía huérfana. Y así lo expresa el sentido himno de Santa María la Real de la Almudena:
Señora de tez morena, Reina del cielo. Estuviste oculta en los muros de este querido y viejo Madrid. Tú eres patrona de nuestra villa, madre Amorosa, Templo de Dios.
Y desde entonces hasta ahora, María de la Almudena reina en el corazón de los habitantes de Madrid. Y qué bien lo expresa el himno que canta esta historia de seducción.
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