En Israel, en tiempos de Jesús un aprisco eran cuatro paredes de piedra sin techo y una puerta. El pastor legítimo y las ovejas entraban y salían por esa puerta; los ladrones y bandidos asaltaban los rebaños por las paredes. Jesús se identifica con el buen pastor y con la puerta del aprisco. El pastor legítimo da tranquilidad y seguridad a las ovejas: ellas conocen su voz, lo siguen. Él las llama por su nombre. Ante el falso pastor, las ovejas tiemblan, huyen. No reconocen su voz. A estos se refiere también Jesús con una tremenda crítica: son gente mala que ha convertido la casa de su Padre en “cueva de bandidos”. No han entrado en el aprisco por la puerta legítima, sino escalando las paredes de la ilegitimidad; apoyándose en otros, pero no en Jesús… trepando. Estos -aparentemente legítimos- pastores decidieron acabar con la vida del Buen Pastor y lo consiguieron. Hoy 4 de mayo de 2020 la liturgia continúa hablándonos -como ayer- del Buen Pastor. ¿Qué nos querrá transmitir el Espíritu a través de esta Palabra y de esta imagen?
El “bello” Pastor: “atraeré a todos hacia Mi”
Jesús era un auténtico seductor (bueno y bello eran para los hebreos las dos caras de una única realidad que ellos denominaban “tob”).
- Había en Él algo especial que lo volvía irresistible. La gente lo buscaba. Deseaba conectar con Él.
- De él se desprendía una energía, que curaba a todos lo que se le acercaban con fe.
- Sus palabras captaban la atención, sus parábolas y sus dichos eran después re-contados, transmitidos y re-transmitidos de persona en persona.
- Sus mensajes generaban bondad, sinceridad, comunión, reconciliación – era parlabras transformadoras: levantaban paralíticos, hacían ver a los ciegos, traían buenas noticias a los empobrecidos, resucitaban muertos.
- Jesús era el Buen Pastor, el Bello-Seductor Pastor. Y la gente… lo buscaba y lo seguía.
- Pero suscitó la “envidia” de los que se creían legítimos pastores del pueblo de Dios; aquellos Sumos Sacerdotes que lo despreciaron y lo entregaron a la muerte (Mc 15,10).
El pastor herido: “sus heridas nos han curado”
El Buen Pastor es uno solo, Jesús. Sólo Él guarda y cuida de su comunidad.
- Quienes en la Iglesia hemos recibido el ministerio “pastoral” -y ¡somos todos, pero cada uno según el carisma y ministerio recibido!- no hemos de olvidar que el Buen Pastor ha resucitado, es el Viviente. ¡Que ya está presente! Y… ¡cuidado con suplantarlo!
- Si Jesús se “mostrara visiblemente” en una Eucaristía, ¿por qué rasgos lo identificaríamos? ¿Por sus vestiduras, por su mitra, por el trono que ocuparía? Un arzobispo me decían hace pocos meses: “Te has dado cuenta de que en la catedral no hay trono (eufemísticamente lo llamamos “sede”) para el obispo?… Lo hemos quitado”. Me lo decía con humildad, con el deseo de que Jesús fuera el gran protagonista de cada celebración catedralicia. ¿Iría detrás o delante de los fieles en la procesión? Son cosas secundarias, pero la Liturgia es “signo”, “expresión” y no debe llamar a confusión. Determinadas ceremonias llenas de complejidad celebrativa no evocan el encuentro del Buen Pastor con su comunidad.
- Si Jesús se “mostrara visiblemente” en una Eucaristía, lo que sí es cierto es que la gente reconocería su voz, descubriría su compasión y cercanía, acudiría a Él para ser curada, alimentada… a cada una la llamaría por su nombre. No se aburriría.
Antes “testigos” – “Apacienta mis ovejas”
Habían pasado cincuenta días después de la muerte de Jesús. Era el día de Pentecostés. Pedro aparece ante la gente junto con los Once. Ellos no se presentan como “pastores del nuevo Israel”, sino como un grupo de Testigos.
- Ellos habían tenido la experiencia de la vida, muerte y resurrección de Jesús; reconocían que Dios Padre lo había constituido Señor y Mesías. Y que ellos no eran “señor”, sino humildes e inmerecidos testigos.
- Y ese testimonio “traspasó” el corazón de la gente.
- Pedro y los Once hablaron del “único Señor”, del “único Pastor” y se dirigieron a la gente llamándolos “hermanos”.
- En eso consiste el testimonio apostólico. Un testimonio que no necesita muchas palabras, ni largos y complicados discursos… y menos leídos. Necesita sólo corazón, convicción, exponer el Misterio de las Sagradas Escrituras que hablan de Jesús.
En este tiempo solemos pedir a nuestro Dios por las vocaciones, y en especial, por las vocaciones al ministerio pastoral, sacerdotal. ¡Qué importante es que en el discernimiento vocacional se descubra la vocación, ante todo, de “testigos” (en griego: mártires), de humildes testigos de Alguien muy grande y seductor, también Testigos del Único Pastor, del Único Sumo Sacerdote… evitando cualquier forma de idolatría vocacional que los conduzca a trepar por las paredes y no entrar y salir por la Puerta del buen Pastor.
Plegaria
Abbá, tú quisiste desde el principio ser el Rey de tu pueblo, tú le ofreciste un Sacerdote según el rito de Melquisedec, pero tu pueblo prefirió con el paso del tiempo, otro tipo de reyes, otro tipo de sacerdotes; Tú, en tu infinita paciencia lo permitiste… hasta que nos enviaste a tu Único Hijo, a quien constituiste como el definitivo Rey -así se lo comunicaste por el Ángel a su madre María- y como definitivo Sacerdote según el orden de Melquisedec. Abbá, que nadie ofusque la presencia de tu Hijo Jesus. Resucitado, en nuestras comunidades cristianas. Concédenos testigos autorizados de Él “según tu corazón”.
Para contemplar:
The Lord is my Shepherd (El Señor es mi Pastor)
Compositor: John Rutter – Atlanta Master Chorale
Salmo 22
1 The LORD is my shepherd; therefore can I lack nothing. El Señor es mi Pastor, nada me falta.
2 He shall feed me in a green pasture: and lead me forth beside the waters of comfort.: En verdes praderas me hace rescatar – me conduce hacia fuentes tranquilas
3 He shall convert my soul: and bring me forth in the paths of righteousness,for his Name’s sake.Y repara mis fuerzas por el honor de su nombre.
4 Yea, though I walk through the valley of the shadow of death, I will fear no evil: for thou art with me; thy rod and thy staff they comfort me. Aunque camine por el valle de las sombras de muerte, no temo, por tú vas conmigo; tu vara y tu cayado me sosiegan.
5 Thou shalt prepare a table before me against them that trouble me. Thou hast anointed my head with oil; my cup shall be full.. Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos. Unges mi cabeza oleo y mi copa rebosa.
6 But thy loving-kindness and mercy shall follow me all the days of my life and I will dwell in the house of the Lord for ever.. Bondad y Misericordia me acompañarán todos los días de mi vida. Y habitaré en la casa del Señor por siempre.
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