Esta homilía explora el concepto de la Sabiduría como el tesoro más valioso, la perla más preciosa, que el ser humano puede alcanzar.
Se divide en tres partes:
- La Sabiduría personificada
- Jesús, encarnación de la Sabiduría
- Vivir “sabiamente”: seguir a Jesús
La Sabiduría Personificada
La Sabiduría es el bien supremo, más valioso que todos los tesoros materiales. Es aquello que da al ser humano una dignidad y esplendor superiores a la belleza y la salud. Es la luz que nunca se oscurece y llena la vida de energía y plenitud.
Muchos se conforman con lo finito y limitado, sin atreverse a soñar con lo “imposible”. Pero los grandes sabios y santos nos muestran que “otra forma de ser humano es posible” al estar conectados a una Realidad trascendente.
La Sabiduría es el don más valioso, que hace que quienes la poseen sean seres “excepcionales” y plenos, sin importar su situación material.
Jesús: la encarnación de la Sabiduría
La Sabiduría divina está detrás de la creación del universo, y nos permite comprender el sentido de la vida y del corazón humano.
Jesús de Nazaret es la personalización y encarnación de la Sabiduría divina entre los seres humanos. Jesús invita a seguirlo como el único tesoro, pues al vivir con Él y hacer realidad su mensaje, se encuentra la verdadera Vida.
Vivir “Sabiamente”: Seguir a Jesús
Jesús es el tesoro que nos da la vida y la felicidad. Lo encontramos cuando forma parte de nuestra esencia, cuando no podemos vivir sin Él y su presencia nos ilumina.
Muchos hemos conocido a Jesús y empezado a seguirlo. Pero es fácil distraerse, enfriar la relación con el Señor. El trabajo nos impide orar, la comodidad nos lleva a guardarnos algo para nosotros mismos. Esto nos aleja de Él.
Olvidar a los más necesitados, a los que excluimos, nos aleja de Jesús. Él quiere nuestra intimidad. Jesús crea una relación personal donde ocurre el milagro de nuestra transformación. Esto nos impulsa a una “misión” apasionada, una razón para vivir.
La frase “véndelo todo” nos muestra la importancia de estar completamente dedicados a Él, sin concesiones, con total fidelidad.
Conclusión
- Inicio del Camino: Seguir a Jesús es un camino, un proceso, una andadura. La intimidad con Él va creciendo cada día.
- Crecimiento en la Fe: Su presencia es cada vez más intensa. Nuestra forma de ser y nuestras relaciones se van transformando a su imagen.
- Transformación Final: La sabiduría y el amor se apoderan de nosotros.
Quizá al final nos pase lo que le pasó al monje del cuento: llegó al cielo y le preguntó a Jesús: “¿Quién eres?”. Varias veces se le había negado la entrada por su respuesta: “Soy yo” decía. Pero se le abrieron las puertas del cielo, aquel día en que -después de vivir humildemente enamorado- murió y pudo responder: “¡Soy TÚ, Señor!”.
PERLAS DE VIDA – LA SABIDURÍA ES MÁS PRECIOSA QUE EL ORO
EL MENSAJE CONVERTIDO EN CANTO
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