Los acontecimientos históricos suelen estar envueltos en una inquietante ambigüedad, difícil de interpretar. En medio de la inseguridad que nos amenaza, buscamos respuestas que, en el fondo, nunca parecen suficientes. Esta incertidumbre nos recuerda la perplejidad de la primera comunidad cristiana ante los hechos de la Pascua: la muerte y resurrección de Jesús. De aquella experiencia podemos extraer claves para comprender nuestra realidad.
Dividiré esta homilía en tres partes:
- La perplejidad ante la cruz y el sepulcro abierto.
- La respuesta de Pedro: ¡según las Escrituras
- Un acontecimiento colectivo
La perplejidad ante la cruz y el sepulcro abierto
Los primeros discípulos no entendían cómo había terminado Jesús en una cruz ni por qué se había dado esa alianza entre autoridades religiosas y políticas. ¿Quién era realmente Jesús? ¿Había actuado contra la Ley y los Profetas? Todo parecía un misterio. Sin embargo, el sepulcro vacío comenzó a revelar el sentido oculto: Dios mismo había actuado poderosamente a favor del condenado.
El evangelio de Juan narra cómo María Magdalena, Pedro y el discípulo amado enfrentaron este desconcierto. Al principio, pensaron en un robo o profanación. Pero fue el discípulo amado quien, al ver las vendas y el paño doblado, comenzó a creer y entender las Escrituras: la muerte de Jesús tenía un sentido profundo a la luz del Antiguo Testamento.
La respuesta de Pedro: según las Escrituras
El discurso de Pedro al centurión Cornelio ofrece tres claves fundamentales:
- La misión de Jesús: Ungido por el Espíritu Santo, pasó haciendo el bien y liberando a los oprimidos. Dios estaba con Él.
- La resurrección: Aunque fue condenado y ejecutado, Dios lo resucitó al tercer día y permitió que se manifestara a testigos elegidos, compartiendo mesa con ellos después de su resurrección.
- El mandato: Jesús ordenó predicar y dar testimonio de su destino final como juez de vivos y muertos, ofreciendo el perdón de los pecados a quienes creen en Él.
Pedro conecta este testimonio con las Escrituras: los profetas ya hablaban de Jesús, y su vida cobra pleno sentido desde esta perspectiva.
Un acontecimiento colectivo
La resurrección no es un hecho aislado; es el inicio de una realidad colectiva: la resurrección de los muertos. Por eso, la Carta a los Colosenses afirma que hemos resucitado con Cristo y nos invita a vivir como resucitados, orientados hacia las cosas del Reino de Dios.
Cuando los acontecimientos parecen incomprensibles, necesitamos iluminarlos con la Palabra de Dios. Los profetas, los salmos y el Nuevo Testamento son instrumentos esenciales para descubrir el sentido profundo de nuestra historia. ¡En la luz de las Escrituras encontramos la clave para vivir con esperanza!
Conclusión
Y concluyo preguntándome: ¿qué significa para mí que Jesús haya resucitado? ¿Me ilumina cuando en la vida debo afrontar dificultades? ¿Vivo como alguien que sabe que al final “todo acabará bien y que Dios proveerá?
“¡No temamos! Vivamos con la certeza de que Cristo ha vencido la muerte y nos llama a caminar en su luz. ¡La resurrección es nuestro bello destino -aunque nos resulte inimaginable!”
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