¡No todo es tan malo como parece! El pesimismo nos lleva a la creencia de que cada nueva generación es peor que la anterior. El pesimismo nos vuelve insensibles ante las nuevas formas del bien, de la belleza, de la verdad. Y… sin embargo, el pesimismo está herido de muerte por el Espíritu que nos ha sido dado. Mientras haya aliento, hay vida. El Espíritu Santo es el aliento de Jesús perpetuado en la historia. El Espíritu Santo es la respiración del mundo. El Espíritu Santo es el Dios de guardia… en misión permanente -exterior e interior- desde el día en que Jesús lo exhaló desde la Cruz, desde el día en que el Abbá y Jesús resucitado lo derramaron como lenguas de fuego en dirección hacia todas las naciones y hasta el fin del mundo.
¡Creo en el Espíritu Santo, Señor y Dador de VIDA!
Es una convicción profunda: ¡el Espíritu invisible está presente por doquier! ¡Es el Espíritu del Bien, de la Belleza, de la Verdad!: “todos los días son Pentecostés”.
La pandemia, que todavía padecemos, nos habla de la importancia del oxígeno para no ahogarnos desde unos pulmones sin aliento. También la humanidad puede padecerlo… si se desconecta de Aquel que es la Respiración del mundo, la santa Ruah, el santo Espíritu.
Quienes acogen el Espíritu de Dios -y la celebración solemne y sacramental de esta acogida es el Bautismo, la Confirmación- experimentamos un inusitado florecimiento de carismas que hacen posible lo imposible. El Santo Espíritu es la Respiración del mundo. Por eso, el salmo 50 exclama:
¡No me quites, Señor, tu Santo Espíritu!
Vivimos gracias al Espíritu. Y, cuando una persona, llena del Espíritu, muere, no lo pierde, lo exhala sobre los demás.
Que el Abbá y Jesus nos concedan en este día la gracia de “respirar como conviene” y que, después de llenar sus pulmones de Espíritu, nuestra comunidad cristiana, nuestra Iglesia se torne más sonriente y emprende el camino de sus más profundos sueños.
Donde está el Espíritu… allí ¡la paciencia!
La división no es necesariamente un proceso negativo. Es una garantía contra la impaciencia. Los discípulos de Jesús querían que se instaurara cuanto antes el Reino de Dios. Jesús les pide paciencia. Nuestra impaciencia nos llevaría a asumir funciones que no nos corresponden. Sólo los ángeles de Dios, como dice el Apocalipsis, realizarán esta tarea. Dios es un “Dios paciente” (Rm 15,5). La paciencia engendra esperanza en Jesús. El arte es espera. La inspiración resulta después de la espera. Los tiranos, sin embargo, son aquellos que “pierden la paciencia”. Actúan sin inspiración. El humilde espera, es paciente. El Espíritu conforta esta actitud. Por eso, el Espíritu abre a la tolerancia. ¡Ése es el camino de la libertad plena!
Bendito Pentecostés que nos libera para la Libertad y nos desvela el sentido misterioso de la historia. ¡Ven, Espíritu Santo!
Para orar:
Veni Sanctae Spiritus (Taizé) –
Veni Creator Spiritus (Mahler)
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Como cristianos, no somos gente del libro. La Biblia es necesaria y divinamente inspirada y contiene todas las cosas necesarias para la salvacion, pero no es la revelacion perfecta de la voluntad y de la naturaleza de Dios. Cristo es nuestra revelacion de esa voluntad y naturaleza, y en el Nuevo Testamento es acerca de Cristo, que es la verdadera revelacion. Cristo revela su naturaleza, diciendo que el Padre mora en el. Esta es toda una afirmacion. Y Jesus continua diciendo que si lo amamos a el, y al Padre a traves de el, y guardamos sus mandamientos, el enviara al Espiritu Santo en medio de nosotros, para ser un espiritu de verdad en el mundo. Tambien nos dice que el mundo no puede recibir el Espiritu porque no conoce el Espiritu. Nosotros sin embargo, si conocemos al Espiritu.