Hace pocas horas sonaban las campanadas que concluían el año 2023 y daban inicio al año 2024. En esta celebración Eucarística, la primera del año, suplicamos la bendición de Dios y nos comprometemos a ser mejores para que así lo sea nuestro contexto, nuestro mundo. Muchísima gente lo va a intentar. ¿Estamos dispuestos a asumir el mismo compromiso?
Dividiré esta homilía en tres partes:
- Deseos de bendición
- El bautismo: marca indeleble de pertenencia.
- La primera exposición del Santísimo
- Bendición para los demás
Deseos de bendición
La primera lectura nos muestra cómo Aarón y sus hijos debían bendecir a los israelitas. La Iglesia también se identifica hoy con ese modo de bendecir y le pide a Dios, nuestro Señor que cumpla cuatro deseos:
- Que nos sea propicio
- Que nos proteja,
- Que vuelva hacia nosotros su rostro y lo haga brillar …
- Que nos conceda la paz.
No hay mayor bendición para un ser humano -al comenzar un nuevo año- que unir su vida a Dios, invocándolo.
El salmo 66, que ha sido proclamado después de la lectura del libro de los Números insiste en lo mismo: “El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros… que Dios nos bendiga”.
El bautismo: marca indeleble de pertenencia
Los israelitas se sentían bendecidos por Dios cuando en su cuerpo quedaba marcada la señal de la circuncisión. Era la señal indeleble de su pertenencia a Dios.
Nosotros tenemos otra señal indeleble de bendición de Dios: es el bautismo-confirmación. Quedamos sellados en nuestro cuerpo por el agua y el óleo consagrado. Estar en Alianza para siempre con Dios es el mayor regalo que un ser humano puede recibir.
Los padres de Jesús quisieron que también su pequeño hijo recibiera la marca de su pertenencia a Dios y al pueblo para siempre. Y por eso, como nos dice hoy el Evangelio, fue circuncidado a los 8 días de nacer. Así Jesús “nació bajo la ley para rescatarnos”. Y el rescate consistió en transformar la circuncisión del cuerpo por el bautismo del nuevo nacimiento… que nos hace hijos de Dios por adopción” y nos vuelve templos del Espíritu Santo. El mismo Espíritu que en nosotros clama: “Abbá, Padre” y nos revela así que somos hijos de Dios.
La primera exposición del Santísimo
El evangelio de hoy nos relata el encuentro de los pastores con Jesús. Llama la atención el detalle del evangelista Lucas: ¡el niño Jesús estaba recostado en un pesebre!
Sabemos que el pesebre era, por así decirlo, la mesa en la que comían los animales. Y, sobre aquella mesa no había alimento para los animales. Quien allí estaba depositado -¡expuesto!- era Aquel que se autodefinió así: “Yo soy el Pan de Vida”. Y el contexto no podía ser más elocuente: todo esto sucedía en Belén -en hebreo Beth-lehem, que significaba la “casa del Pan”.
¡Esta fue la primera exposición del Santísimo! El pequeño Jesús es colocado en la mesa más pobre que podamos imaginar como Alimento de Dios, bendición de Dios. ¿Quién no se comerá a besos este regalo que recibimos de las manos de María y de José?
Bendición para los demás
La celebración de la Navidad trasciende los límites de las religiones. Algo indescriptible sucede en la humanidad. Se siente la necesidad de regalar, encontrarse, el deseo de paz, armonía, surge la nostalgia de amores imposibles, la evocación de quienes nos dejaron… Las luces en la noche nos hablan de sueños flotantes que nos devuelven la ilusión. Una misteriosa Bendición envuelve a nuestro planeta. Y no cesa…
Otra Homilía para el 1 de Enero 2024
En este día los cristianos nos reunimos para festejar dos celebraciones: la más popular que es el comienzo de un nuevo año y la más específica nuestra que es la solemnidad de Santa María, la Madre de Dios.
Hoy al son de las doce campanadas acogimos el nuevo año 2024 y nos felicitamos todos en familia: desde los más ancianos hasta los recién nacidos. Y… se cernía sobre todos nosotros un interrogante: ¿qué fechas importantes en nuestra vida a partir de este momento tendrán la fecha 2024?
La sociedad en que vivimos celebra este momento -a través de sus medios de comunicación- sin recurrir a nada trascendente por el respeto a todas las creencias y a la libertad. Todo lo reviste de belleza… La sociedad espera despierta el momento en que nace el nuevo año 2024.
No obstante, algo mágico ocurre en los días de Navidad: convierto, villancicos -que son oraciones cantadas- evocan el Misterio sacrosanto de estos días. Hemos llenado nuestras casas, templos e incluso lugares públicos, con nacimientos de Jesús, Belenes, estrellas… que nos evocan la llegada de Alguien muy especial a nuestra tierra, a nuestra historia.
Hoy, el día primero del año, nosotros los cristianos, celebramos también a la madre de Jesús, que invocamos como Santa María, Madre de Dios. Así mismo, la Iglesia dedica este día a orar por la paz en el mundo.
María, madre de Dios
“Madre de Dios” es un título muy audaz y osado. María no es la madre de Dios Padre. María no es la madre del Espíritu Santo. Pero, sí es la madre del Hijo de Dios a quien Dios Padre -que tanto amó al mundo- nos envió. Y, como el hijo de Dios se encarnó y fue concebido por obra del Espíritu Santo en el seno de María virgen, por eso, con toda razón proclamamos a María madre del Hijo de Dios.
Jesús no fue un extra-terrestre que nos visitó. Dios Padre y el Espíritu Santo quisieron que naciese como nace cualquier ser humano. Y el cuerpo de una joven virgen, María, fue la mediación elegida por Dios para que esto fuera posible. Jesús es el Dios y Hombre verdadero. Y por, esto, invocamos a María así: “Santa María, madre de Dios”.
El año 2024 y la Oración por la Paz
El año apenas nacido irá llenándose de acontecimientos. Quisiéramos que todos fueran agradables…pero también llegarán momentos tristes. Todos ellos quedarán registrados en nuestros móviles, medios de comunicación. En este día queremos pedirle a nuestro Dios que nos conceda el gran don de la paz mundial. Cuando Jesús nació los ángeles cantaba: “Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”. Proclamemos también nosotros este deseo en el día de hoy: Paz en la tierra, paz en las naciones, paz en Israel y Gaza, paz en Europa, paz en España y sus pueblos… Paz en las familias… paz en la Iglesia.
A María, la virgen y madre María, la encontramos por doquier. La veneramos con las imágenes más variadas, la identificamos con los diversos territorios de nuestro mundo, muchas personas llevan su nombre bajo la más diversas advocaciones. Santa María es la Madre de la Humanidad y también la Madre de la Paz.
En este día primero del año le pedimos a Dios-Trinidad que nos bendiga y nos muestre su bello rostro. Y le pedimos a María, reina de la paz, que ruegue por nosotros AHORA y en la HORA DE NUESTRA MUERTE. Y que la paz se imponga en nuestro mundo, en nuestros hogares y dentro de cada uno de nosotros.
FELIZ AÑO NUEVO, HERMANAS Y HERMANOS.
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Qué belleza, qué Pan más nutritivo! El único que nos da verdadera VIDA!
Muchas gracias por estas preciosas homilías que nutren la vida espiritual en el día a día.