No es frecuente contemplar la Eucaristía desde la perspectiva del libro de los Proverbios o de las profecías de Daniel. ¡Así lo hace la liturgia de este domingo! Esta perspectiva revoluciona nuestra vivencia de la Eucaristía. La torna terapéutica y revolucionaria.
Dividiré esta homilía en tres partes:
- La casa de la Sabiduría y sus siete pilares
- El imperio del Hijo del Hombre
- Quien comulga anticipa lo que vendrá
La casa de la Sabiduría y sus siete pilares
La primera lectura está tomada del libro de los Proverbios. Este libro contiene dichos de sabiduría, que nos enseñan el arte de vivir. Sin ese arte la vida se embrutece, se vuelve insensata, falsa y estúpida.
La Sabiduría es como una casa construida sobre siete pilares; por eso, no hay peligro de derrumbe. Esa casa tiene las puertas abiertas y nos invita a participar de su excelente banquete, ya preparado. Ofrece ¡Pan y Vino!¡Qué misteriosa profecía! Este sueño se hizo realidad en Jesús. Él nos hizo accesible la Sabiduría. Él mismo es -como decía san Pablo- la Sabiduría de Dios. ¡Qué fantástico es acercarse y participar del banquete de Sabiduría que él pone a nuestra disposición!
La comunión con la Sabiduría enciende toda la casa. El ciego puede ver. El sordo puede oir. Quien tiene el don de la Sabiduría, ya ha comulgado de alguna forma… Y quien ha comulgado, hace bien en invitar a otros para que participen de esa mesa.
El imperio del Hijo del hombre
La segunda lectura -tomada del profeta Daniel- nos habla del “Hijo del Hombre”, a quien el Rey del Universo -el Anciano de días- le confía todo el poder. Y ante ese poder todos los imperios opresores -representados por monstruos violentos- caen y son arrojados al abismo. El Hijo del Hombre se caracteriza por su humanidad.
Hoy sabemos cuáles son esos imperios monstruosos: los ídolos del poder, sexo, dinero y todas sus secuelas y secuaces. Con nosotros está, sin embargo, el Hijo del Hombre -imperio del “rostro humano”- que nos entrega su Cuerpo y su Sangre -“verdadera comida y bebida”. El reinado del Hijo del Hombre no atenta contra nadie; a nadie quita la vida; a nadie disminuye o empobrece. Quien come la carne del Hijo del Hombre y bebe su sangre tiene vida. Jesús nos quiere con-corpóreos y con-sanguíneos con Él: que vivamos por Él, que resucitemos con Él.
Quien comulga anticipa lo que vendrá
Quien comulga no se va de la tierra. Él mismo es señal de que la tierra se está haciendo nueva. Es emergencia de la Nueva Jerusalén. Toma posesión de aquello que los insensatos y los opresores están perdiendo definitivamente.
Oración
Jesús, ¡qué difícil nos resulta comprenderte! Nos das demasiado, a nosotros tan torpes para comprender. En la Eucaristía nos das muchísimo más de lo que nosotros podemos pedirte o imaginar. Que tu santo Espíritu nos eduque en el arte de acogerte, de entrar en Tí, de incorporarnos a Ti. ¡Que no se pierda nada de lo que nos regalas! Que no seamos tan insensatos como para no valorar el Tesoro que nos concedes y la energía nueva que pones a nuestra disposición. Gracias, Sabiduría de Dios. Gracias, Hijo del Hombre.
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