¡ESPERAD… Y CAMBIARÉIS!

Georg Frederic Watts

Quien espera, no se apoca, se crece, tiene la moral alta; se le vuelve luminosa la mirada; presta atención a todo lo que acontece, hace viable el futuro, está centrado. Es una persona que escucha y atisba o vislumbra. Decía acertadamente un refrán iraní: “mirando largo tiempo en la oscuridad, siempre se acaba por ver algo”. Hay motivos, y muy fuertes, para salir de nuestros miedos.

¡Fuera el luto! ¡Ilumina esa cara! – El profeta Baruc

Hoy nos habla el profeta Baruc. Fue mensajero de esperanza para una comunidad exiliada. Intuyó lo que se acercaba y consiguió llenar de ilusiones a quienes las habían perdido todas: 

“Jerusalén, despójate de tu vestido de luto y aflicción y vístete las galas perpetuas de la gloria que Dios te da”.

Baruc tiene algo que decirnos a quienes, después de muchos siglos, tenemos experiencias de destierro. ¿Por qué “destierro”? En la Salve lo decimos: “Y después de este destierro… ¡muestranos a Jesús!”. Es una paradoja afirmar que nuestra vida en la tierra es un “des-tierro”. Lo es, en primer lugar, para quienes no tienen tierra propia, ni ca. Baste recordar el movimiento tan fuerte en Brasil de los “Sem terra”. ¡No hay derecho a que millones de seres humanos no tengan una “tierra propia”.

Baruc nos pide quitarnos el vestido del luto, de la aflicción. Nos invita a vestirnos de fiesta, a celebrar… porque llega Dios. Y Dios nos dará tierra, suel0, con-suelo.

En el fondo ¡qué poco se necesita para ser feliz! No son las propiedades las que nos hacen felices. Sino la Presencia del Dios de la Felicidad. ¡Cuánto se necesita para ser feliz! Sentirse envuelto en la Presencia de Dios.

¡Quien ha iniciado la obra buena, la llevará a cabo! – El apóstol Pablo

También Pablo es hoy mensajero de esperanza:

“Esta es mi convicción: que el que ha inaugurado entre vosotros una empresa buena la llevará adelante”.

Dios no inaugura obras para abandonarlas y dejarlas sin terminar. Dios es fiel a sus proyectos y constante en sus propósitos. No se encuentra cada cristiano con una obra ingente que él sólo ha de culminar: es más bien, un humilde aliado del Dios que todo lo puede; por eso, cada creyente debe confiar, porque “cuando el Señor cambió la suerte de Sión nos parecía soñar, la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares”.

Por eso, hay razones para esperar en la llegada del día de Cristo y para confiar en que ese día estaremos allá, limpios, irreprochables, cargados de frutos de justicia..

¡Preparar la llegada! El evangelista Lucas

El evangelista Lucas, con una fina ironía, nos explica qué estructuras imperiales había en aquel tiempo: año decimoquinto… imperio de Tiberio Cesar… Poncio Pilato procurador de Judea… Herodes… Felipe, tetrarca… Lisania… Sumos Sacerdotes… Y, sin embargo, la palabra de Dios llega al hijo de Zacarías, Juan. Y le llega en el desierto. Allí donde moraba en la más absoluta pobreza. Allí donde él era símbolo y parábola de un pueblo sin esperanza.

Juan transmite lo que nadie era capaz de transmitir: a través de él se anuncia la verdadera Alegría del mundo. ¿No se nos indica de esta forma que es muy importante “saber” por dónde llega aquello que hemos de esperar?

Juan Bautista era una voz que gritaba en el desierto. No en el sentido en que solemos decirlo: ¡una voz a quien nadie escucha! Sino en el sentido de anunciar que el desierto se iba a convertir en la gran posibilidad, en la gran oportunidad, en el camino hacia lo imprevisible, lo imposible.

Hemos de alzar la cabeza. Algo precioso nos viene. La luz de un nuevo amanecer se nos acerca. Necesitamos agilidad, arte para acoger la Novedad que nos llega.

Para meditar:

Sobre Aguas turbulentas (Simon and Garfunkel

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