EL SERVICIO QUE RESTAURA Y EMBELLECE, Domingo 29 del tiempo ordinario, ciclo B

  • Jesús se identifica con la imagen del “Hijo del Hombre”
  • ¡Extraña identificación!
  • Hijo del Hombre para servir

Jesús se identifica con la imagen del “Hijo del Hombre”

Jesús utiliza frecuentemente la expresión “Hijo del Hombre” para hablar de sí mismo. Frases como: “el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza”, “padecerá mucho”, “será entregado”, “crucificado” y “resucitará” son ejemplos de su autodenominación. A menudo, en la Iglesia, preferimos títulos como “Cristo”, “Hijo de Dios” o “Rey”. Sin embargo, es vital recuperar la contemplación de Jesús como “Hijo del Hombre”.

¡Extraña identificación!

El concepto del “Hijo del Hombre” proviene del profeta Daniel, quien lo describe como un personaje apocalíptico que interviene en la lucha contra el mal. Este ser recibe todo el poder y derrota a los imperios opresores, inaugurando una era de libertad y paz. Jesús se identifica con esta figura, pero redefine su significado al incorporar humildad, servicio y no-violencia. Mientras que los poderes bestiales son arrogantes y tiránicos, el Hijo del Hombre elige la humildad y se identifica con los excluidos. Su misión es servir, lavar los pies y ofrecer su vida como alimento.

Hijo del Hombre para servir

El tiempo de Jesús es un tiempo dedicado al servicio. Su vida estuvo marcada por actos de entrega hacia los demás. Este servicio tiene cuatro características esenciales:

  • Personal: Jesús atiende a cada individuo de manera única; su servicio no es impersonal ni mecánico.
  • Estético: La belleza de sus gestos seduce a quienes sirve, dignificándolos y pacificándolos.
  • Terapéutico: El amor en el servicio cura y eleva a los abatidos, generando bienaventuranza.
  • Ecológico: Cada pequeño acto de servicio tiene un impacto en la red social, promoviendo vitalidad y novedad.

El servicio del Hijo del Hombre transforma el mundo, convirtiéndose en símbolos de la gloria divina que embellecen la humanidad. La ambición por ser el primero conduce a convertirse en bestia; dedicarse al servicio humilde nos acerca al camino del Hijo del Hombre. Cada persona merece nuestro servicio samaritano, embelleciendo así nuestra comunidad y contribuyendo a nuestra salvación.

Oración conclusiva

“Jesús, hijo del hombre!
Vienes del cielo… apareces misterioso junto al Anciano de días para juzgar al mundo y suplantar los poderes perversos que nos oprimen.
¡Hijo del hombre!
Nos perteneces… eres hijo de nuestra humanidad a través de María.
Has llegado a nosotros no como un dios distante, sino como hombre, representante de todos sin exclusiones.
Nos revelas tu identidad humana y nos muestras que estás entre nosotros no como el Grande, sino como quien sirve.
Tú vienes a lavarnos los pies, curar nuestras heridas y abrirnos las puertas de la Vida.

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