EL PODER DE JESÚS, REY DEL UNIVERSO -Domingo último del año litúrgico

Dividiré esta homilía en cinco partes:

  • “Me ha sido dado todo el poder”
  • El poder imperial y el poder de Dios
  • La identidad del Hijo del Hombre
  • El poder de nuestro guardaespaldas
  • La llamada a ser Pueblo de Reyes

“Me ha sido dado todo el poder”

Jesús, poco antes de su ascensión, proclamó: “Me ha sido dado todo el poder en el cielo y en la tierra” (Mateo 28:18). Estas palabras son profundas y asombrosas; un ser humano como nosotros afirma que Dios le ha concedido todo el poder. Este poder no es simbólico ni espiritual en un sentido platónico; es un poder real que abarca toda la creación. El profeta Daniel, en su visión, describe a uno “como un hijo de hombre” que se acerca al Anciano de Días y recibe dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos le sirvan (Daniel 7:13-14). Este dominio es eterno y no será destruido.

El Poder Imperial y el Poder de Dios

En contraste con el poder de Jesús, encontramos a Pilato, quien representa un poder imperialista que impone violencia y controla vidas. Pilato tiene la capacidad de decidir sobre la vida o muerte de muchos, pero su poder es efímero y destructivo. En cambio, Jesús posee el poder de la vida, la luz y la verdad. Aunque su apariencia es humilde, su autoridad proviene de Dios mismo. La confrontación entre Pilato y Jesús revela dos tipos de poder: uno que se basa en la opresión y otro que se fundamenta en el amor y la dignidad humana.

La Identidad del Hijo del Hombre

La imagen del “Hijo del Hombre” es central en las escrituras. En Daniel 7:13-14 se le otorga autoridad universal tras una serie de reinados opresores. Jesús adopta esta imagen para identificarse ante nosotros, mostrando que su reino no es como los reinos terrenales. Él es el rey que no busca el poder para dominar, sino para servir y liberar. Su reinado es uno de justicia, amor y paz.

El Poder de Nuestro Guardaespaldas

No debemos demonizar el poder; más bien, debemos discernir qué tipo de poder estamos dispuestos a servir. Jesús resucitado es nuestro rey invisible pero real, quien guía a la humanidad hacia la plenitud. En medio de nuestras inseguridades, Él es nuestro pastor que nos lleva hacia aguas tranquilas (Salmo 23). Cuando proclamamos el poder de nuestro Señor Resucitado, descubrimos cómo ese poder fluye a través de nosotros.

La Llamada a Ser Pueblo de Reyes

La invitación es a reconocer que al seguir a Jesús y entregarnos a su poder, nos convertimos en parte del “pueblo de reyes”. Jesús promete estar siempre con nosotros: “Estaré con vosotros todos los días” (Mateo 28:20). Nos llama a vivir en su luz y a actuar como sus representantes en el mundo.

Conclusión

En esta solemnidad, celebremos que Jesucristo es Rey del Universo. Su reino es una realidad presente que transforma nuestras vidas y nos invita a soñar con un futuro lleno de esperanza.

Al reconocer su autoridad sobre nuestras vidas, nos unimos al anuncio del Apocalipsis: “Yo soy el Alfa y la Omega… el que es, el que era y el que ha de venir” (Apocalipsis 1:8). Al soñar lo imposible con Él, llegamos a lo imprevisible. Este texto ha sido ampliado e integrado con referencias bíblicas para ofrecer una comprensión más rica del poder de Jesús como Rey del Universo. Si necesitas más ajustes o información adicional, estaré encantado de ayudarte.

FINAL DEL AÑO LITÚRGICO

Palabras de Alianza nos han ido acompañando a lo largo de este año litúrgico. Son Palabras aglutinantes, recreadoras, llenas de un simbolismo unificador.

Espero que al concluir este año litúrgico quienes hemos seguido el camino, dirigidos por las Palabras de la Alianza, veamos más clara la meta, disfrutemos del sentido, descubramos desde otra perspectiva el mundo que se nos ofrece.

Merece la pena entrar en esta Escuela de la Alianza, porque en ella encontramos:

  • Purificación: nos descubrimos manchados con las idolatrías que dominan nuestro mundo y nos vamos poco a poco sintiendo seducidos y seducidas por el verdadero Dios, el Abbá liberador, el Dios de las entrañables alianzas
  • Iluminación: la Alianza es la visión del conjunto, el todo en todo su esplendor; nos abre a la luz de todas las luces, a la conexión de todas las conexiones. La Alianza es la clave para salir de las tinieblas que nos relegan al individualismo.
  • Unión: la Alianza es un dinamismo que todo lo une, todo lo conecta, que genera la Totalidad, que solo ella es sagrada.

No son estas palabras vacías que se lleva el viento. La liturgia está llena de la Palabra de la Alianza. Espero haber contribuido un poco a percibir la realidad desde otra perspectiva tras escuchar y meditar las palabras de la Alianza.

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