Las expectativas se suelen cerrar o con una mala noticia -y el mundo se nos echa encima y nos apenamos- o con buenas noticias -y la exultación nos hace vibrar y sonreír. El adviento ritualiza un tiempo de expectación. Hoy se nos invita a esperar incluso aquello que nadie sería capaz de imaginar.
Dividiré esta homilía en tres partes:
- Quien evangeliza transmite “una buena noticia”
- Se nos ofrece un cielo nuevo y una tierra nueva.
- También nosotros… como Juan el Bautista
Quien evangeliza transmite “una buena noticia”
La primera lectura nos habla hoy de un “mensajero de buenas noticias”. Nada tiene que ver con los profetas de desgracias. El mensajero del que nos habla el profeta Isaías es el “mensajero de la Alegría, de la noticia más sublime e inesperada. El autor hebreo le da un nombre femenino, en primer lugar: lo llama “Mebasseret” (Is.40). Y más tarde, un nombre masculino: “Mebasser” (Is 52). Para traducir esta palabra hebrea al griego, se escogió el término “evangelizador” o el que anuncia un “Evangelio”, es decir, una buena noticia.
Cuando parece que todo se hunde y no hay escapatoria, cuando más nos sentimos amenazados y sin salida, Dios nos envía a su profeta para devolvernos el ánimo, la alegría y la paz. Nos envía un “Mebasser”, un “evangelizador”.
¡Qué bellos sobre los montes los pies del Mebasser!, exclama la profecía de Isaías. Y se le pide al Mebasser que se suba a un alto monte y proclame que Dios está ahí y que no permitirá que su pueblo quede en manos enemigas. Que Dios vendrá como un buen pastor a recoger a su rebaño y guiarlo. Para liberarlo de guías perversos.
Se nos ofrece un cielo nuevo y una nueva tierra
La segunda lectura de hoy está tomada de la segunda carta de Pedro. El apóstol anuncia también una buena y excelente noticia a los cristianos que se sentían perseguidos, ignorados y despreciados: “Pronto llegará -les dice- el día del Señor”: Él os defenderá y os dará la razón. Él se manifestará. Y que sepan los demás que como sigan así, tienen fecha de caducidad y los días contados. El imperio del mal, en cualquiera de sus formas, desaparecerá. Los “elegidos de Dios” tienen todo a su favor. Nos espera un cielo nuevo y una tierra nueva. Por eso, san Pedro nos exhorta a vivir en paz, a no preocuparnos y a esperar…
También nosotros… como Juan el Bautista
La tercera lectura ha sido tomada del inicio del Evangelio de san Marcos. El evangelista tuvo la magnífica idea de escribir la primera vida de Jesús, que tituló “Evangelio de Jesucristo”. Es decir: ¡buena y bella noticia! De esta manera san Marcos nos presentó a Jesús como el “Mebasser”, el mensajero de la Alegría.
Pero quien le preparó la escena fue Juan Bautista. Se encargó de preparar a la gente para acoger a Jesús por medio de un bautismo de purificación. No hablaba de sí mismo, sino del que venía detrás de él. Le preparaba el camino y un pueblo bien dispuesto.
En este segundo domingo de Adviento, nuestra madre la Iglesia nos pide que también seamos como un nuevo Juan Bautista: apasionados por el que está viniendo y preocupados para que sea muy bien acogido en nuestra sociedad, a veces tan atea, otras tan agnóstica, otras tan indiferente. La Navidad llega al corazón de todos. Pero no todos los corazones se acercan de verdad al Niño Dios. Se acerca la Navidad y también es el momento de un nuevo amanecer, de un nuevo comienzo de la fe: ‘todo es posible”. Pero se necesitan hombres y mujeres “Mebasser”, anunciadores de la Buena Noticia y que lo hagan con convicción, belleza y seducción. Dios quiera que en la noche de la Navidad quienes están lejos puedan acercarse al Portal de Belén y exclamar: Padre nuestro, ¡venga a nosotros tu Hijo Jesús. ¡Perdónanos! Bautízanos con tu Espíritu y haznos renacer a la fe!
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