Desde las últimas semanas de la Cuaresma, pasando por todo el tiempo de Pascua, hasta hoy, estamos situados en un paisaje que nunca hubiéramos imaginado, ni deseado: confinados en nuestras casas, actividades interrumpidas, ciudades, carreteras, espacios aéreos y marítimos sin tráfico, templos desiertos. En contraposición, una actividad febril en los hospitales y en los servicios funerarios. No éramos capaces de detener el terrible tsunami de personas infectadas por la pandemia y heridas de enfermedad y muerte. Hoy estamos de luto. Pero también hoy, celebramos del día de Pentecostés. ¿No llega la fiesta en un momento intempestivo?
¡No todo es tan malo como parece!
Hay diagnósticos crueles que nos hunden en la desesperación. En ellos se toma la parte por el todo. Bastan unas averías para que al organismo en el que muchas cosas funcionan se le anuncie el más tétrico de los futuros. Así son muchos de los diagnósticos que hacemos sobre la sociedad, sobre la política, sobre la Iglesia, sobre nuestros grupos: ¡diagnósticos crueles en los que la parte suplanta al todo!.
Pero, aunque no lo detectemos a primera vista, nuestro mundo no es tan malo como parece. El pesimismo como norma:
- es una enfermedad que lleva a la creencia de que cada generación es peor que la anterior;
- nos vuelve insensibles ante las nuevas formas del bien;
- nos hace creer que el mal -que nos torna violentos, corruptos, airados, envidiosos, dependientes…- ¡es invencible!
- Y, sin embargo, ¡está herido de muerte por el Espíritu que nos ha sido dado!
Mientras haya Espíritu hay aliento y mientras haya aliento hay vida
El Espíritu es el aliento, la respiración del mundo.
- El Espíritu es “el Dios de guardia”: está en misión activa desde el día en que Jesús lo exhaló desde la Cruz, como último aliento en esta vida (Jn 19,30) y su primer aliento como Resucitado (Jn 20,22)) y como torrentes de agua viva (Jn 7,38-39) y como lenguas o llamaradas de fuego (Hech 2,3-4).
- El Dios Padre que está en el cielo, el Dios Hijo que está también en el cielo, ¡no nos han dejado huérfanos! ¡Nos han enviado conjuntamente su Espíritu, como Aliento, para que sea el Aliento del mundo! ¡Como rios de agua viva para que haya vida y vida en abundancia! ¡Como llamaradas de fuego, para que que la energía se multiplique y todo funcione!
- El Espíritu llena la faz de la tierra, penetra hasta lo más íntimo del corazón de los seres humanos.
- El Santo Espíritu nos hace respirar, vivir, soñar, amar, crear.
- El Espíritu en el aprieto nos da anchura, en la enfermedad nos invita a creer en la sanación, en el caos nos vuelve creadores.
¡Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida! Esta confesión de fe no es una mera fórmula teológica. Es el testimonio de una experiencia permanente, histórica. Sin los ojos de la fe, la trama de la historia resulta inquietante y deprimente. Bajo la mirada del Espíritu el diagnóstico es decididamente positivo.
Un Pentecostés permanente… que no cesa
A veces anhelamos la llegada de un nuevo Pentecostés, cuando llevamos tantos siglos de Pentecostés permanente. Y es que damos demasiada importancia al mal. Quien ama apasionadamente y espera sin desazón, no da importancia al mal. Jesús se enfrentó al Maligno con la convicción de que su poder es limitado: ¡basta pedírselo al Abbá: ¡Líbranos del Mal!”. Para Jesús el Mal tiene fecha de caducidad. La vida que Él nos da…. no la tiene.
- Jesús nunca nos prometió una sociedad sin pobres, un mundo sin males, un cuerpo sin enfermedades;
- pero sí nos prometió el Espíritu Paráclito, que estaría siempre con nosotros y haría posibles los sueños de Dios sobre la humanidad; en este tiempo -aparentemente de tanta desgracia- ¿no hemos descubierto una bondad insospechada sobre la tierra? Ha habido una primavera de buenas actitudes, de amistad, de ayuda mutua, de creatividad… .
Las personas negativas: ¡calor de vida en el hielo!
- renuncian a la bolsa de oxígeno para ahogarse desde sus pulmones sin aliento;
- son incapaces de descubrir el Espíritu que alienta en toda la creación y en toda la humanidad y de conectarse a Él para respirar.
- Las personas que se dejan encender con las llamas del Espíritu, que se dejan airear por el viento recio del Espíritu, o refrescar por los ríos de agua viva, experimentan en ellas y en los demás un florecimiento inusitado de carismas, de dones, que hacen posible lo imposible. Confían en los ritmos de Dios. Celebran que desde hace ya muchos siglos hay en la humanidad una fuente de Agua Viva que todo lo fecunda, un Aliento divino que nos hace respirar, un Fuego de Dios que todo lo energiza, un Espíritu que nos guía hacia el Paraíso, cuando parece que todo está perdido.
Quienes exhalan el Espíritu
El Espíritu Santo es la Respiración del mundo. Vivimos gracias al Espíritu. Y cuando una persona, llena del Espíritu, muere, no lo pierde… ¡lo exhala sobre los demás! Jesús resucitado exhalaba el Espíritu. María resucitada exhala el Espíritu allí donde ella se muestra. Quienes en la tierra son reconocidos como padres y madres de la nación, de la cultura, del arte, de la espiritualidad… aunque hayan desaparecido, siguen exhalando el Espíritu.
Quiera el Abbá y Jesús concedernos en este día la gracia de “respirar como conviene y que después de llenarnos los pulmones de Espíritu, la Iglesia entera se torne más sonriente y esperanzada:
Sucederá en los últimos días, dice Dios, que derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas, y vuestros jóvenes tendrán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños.
Hech 2,17
Para contemplar:
MEMORIAS – MAROON 5
En memoria de los que nos han dejado
ESTRIBILLO
Aquí están a los que tenemos
Brindemos, deseando que estés aquí… pero no estás.
Porque brindar con una copa trae las memorias
de todo lo que hemos pasado.
Brindemos por los que están aquí .
Brindemos por los que perdimos en el camino.
porque los brindis traen las memorias
y las memorias traen recuerdos, que te hacen volver.
- Hay un momento que recuerdo
cuando no conocía el dolor
cuando creía siempre
y que todo seguiría igual.
Ahora mi corazón se siente como en diciembre
cuando alguien dice tu nombre,
porque ya no consigo llamarte,
pero sé que algún día lo haré.
Todos se lastiman a veces,
todos se hieren algún día
¡todo va a estar bien! - Estribillo
- Hay un momento que recuerdo
cuando nunca me sentía tan perdido
cuando sentía que todo el odio
era demasiado fuerte para detenerlo.
Ahora mi corazón se siente como noviembre
y está iluminando la oscuridad.
Sí, leí estas historias para tí
y sabes que nunca me caigo.
Todos se lastiman a veces.
Todos se hieren algún día.
Todo va a estar bien
Voy a levantar una copa y decir: - Estribillo
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Gracias una vez más por tu generosidad al compartir cada día pan espiritual que llega a quien tiene hambre y sed de Dios y lo busca. Hace bien caer en la cuenta de que el pesimismo es una mascarilla contaminada que además de destruir a quien la lleva, bajo máscara de protección, impide respirar el aire puro del Espíritu que sana, crea, ilumina hasta la zona más oscura. Qué pena cuando Él nos falta por dentro.