Antes de que estallara la revolución francesa, estalló otra revolución silenciosa: la revolución del corazón. El papa Francisco quiere que esa revolución continúe y la denomina la revolución de la ternura. Solo la ternura hace que el corazón no se endurezca. La memoria que hoy -19 de agosto de 2020- hace la Iglesia de san Juan Eudes nos invita a reflexionar sobre esta revolución.
A finales del siglo XVII y comienzos del siglo XVIII San Francisco de Sales -doctor de la Iglesia y obispo de Ginebra- proclamaba que:
“el corazón de la Virgen es el lugar de encuentro de los creyentes con el Espíritu Santo”.
San Francisco de Sales
Tras él, san Juan Eudes (1601-160) fue el principal promotor de la devoción al Corazón de María. Profundizó en esa perspectiva: presentó al Espíritu Santo como “revelador” de la devoción al corazón de María y presentó al corazón de María como inefable Asociada del Espíritu.
“lecho nupcial del Espíritu Santo”… “El divino Espíritu es un fuego consumidor que ha inflamado y abrasado toda vuestra alma”
San Juan Eudes, El Corazón admirable de la Madre de Dios
En otra ocasión san Juan Eudes descubrió el corazón de María como el Santuario de la Palabra de Dios, de toda la sagrada Escritura:
“El Espíritu Santo ha escrito con letras de oro todas las leyes de nuestro Salvador en el Corazón de su Madre”
San Juan Eudes
“El corazón de María es “armario de las Sagradas Escrituras y una como biblioteca viviente del Antiguo y Nuevo Testamento que, en fin, es el libro de vida en el que la vida de Jesús está escrita en letras de oro con el dedo de Dios que es el Espíritu Santo”.
San Juan Eudes, El Corazón admirable de la Madre de Dios
Y ¿porqué María es toda corazón, toda amor? ¿Cuál es la raiz, la razón de ser de ese fuego de amor? San Juan Eudes contempla a María desde la perspectiva pneumatológica, como la mujer habitada por el Espíritu Santo.
“María fue una mujer toda corazón, toda amor. El Espíritu Santo que es su Esposo, es todo amor. Era necesario que la Esposa fuera semejante a su esposo. Por esto este Divino Esposo la llama “amor”: Hijas de Jerusalén, dice, guardaos mucho de despertar a mi amada; otra versión dice: de despertar al amor, como queriendo decir: Mi esposa es todo amor, y más amable que todas las criaturas juntas, que pueden muy bien ser amables, pero no como Ella que es amable como el Amor y que es el Amor mismo”
San Juan Eudes, El Corazón admirable de la Madre de Dios
“El Corazón de María es la mano del Espíritu Santo, por la cual El nos da todos los dones” (San Juan Eudes). Por eso, la contemplación del corazón de María y la devoción a ella no concluyen en ella, sino que nos llevan a abrazarnos con el Espíritu Santo y a entregarnos a Él para que el Espíritu Santo sea nuestro Consejero, nuestro Energizador, nuestra santidad, el impulsor de nuestra misión, el amor de nuestra vida.
En nuestro mundo actual hay mucha “dureza de corazón” que se muestra en nuestras relaciones, en nuestras luchas, en nuestra falta de compasión y de empatía. ¿De qué nos sirve un corazón que, por una parte, parece lleno de ternura, pero por otra está endurecido, como una piedra? El Espíritu Santo es el reparador de corazones heridos y endurecidos.
El Espíritu quiere darnos un corazón nuevo. Necesitamos entrar en la revolución de la ternura. La ternura no se confunde con la debilidad, sino que es la fortaleza de un corazón tan enérgico que expande por doquier la sangre de la vida, del amor. La sensibilidad del corazón es inclusiva y ahí radica su energía y su fuerza que ante nada se arredra.
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