Bajo la luz de tres grandes pensadores y profetas de nuestro tiempo quiero contemplar al creyente, al discípulo de Jesús, al cristiano del siglo XXI. Hoy lo haré bajo la mirada del pensador católico, presbítero y teólogo alemán Romano Guardini (1885-1968). Los días próximos bajo la mirada del cardenal Henri Newman y finalmente Karl Rahner. Los tres nos ayudan seguramente a diseñar una figura peculiar de cristiano para este próximo tiempo: como un ser humano con nobleza, con gentileza u honestidad y con mística.
Vivimos frecuentemente bajo mínimos y muy por debajo de aquello que más deseamos. Nos resulta difícil cultivar la zona más noble de nuestro ser humano: ¡el espíritu! Nos situamos en un ámbito de mediocre vulgaridad y vivimos muy por debajo de nuestras posibilidades. Que esta tentación actúa entre nosotros, los seguidores de Jesús, las mujeres y hombres de Iglesia, es evidente. Por eso, añoramos ese estilo cristiano que Romano Guardini denominó “nobleza”.
“La nobleza cristiana consiste en una fuerte tendencia a buscar siempre lo más elevado, lo más valioso”.
Romano Guardini
Esa tendencia debe configurar el nuevo modo de pensar, de sentir, que nos abrirán a una época nueva.
No hay que renunciar ni a la técnica ni a la ciencia, ni a la política: “lo que necesitamos –escribió Guardini- no es menos técnica, sino más; mejor dicho, una técnica más fuerte, más reflexiva, más humana… más espiritual, mejor conformada”[1].
Sin el poder del espíritu la ciencia, la técnica, la política y la economía pierden nobleza, y nos llevan siempre al conflicto y a la desintegración.
La falta de una Ética del poder nos sitúa al borde del abismo. La salvación debe provenir de un cambio de ideal: el ideal de la posesión y el dominio ha de ceder el puesto al ideal del respeto y la solidaridad.
Si Europa creó en el pasado una asombrosa “cultura del poder y el dominio”, ahora debe configurar una “cultura del servicio” y del espíritu.
Romano Guardini
La zona más noble del ser humano tiene que ver con la mística. El hombre nuevo con mentalidad renovada está abierto a la experiencia mística. En ella se esconden tesoros de extraordinaria nobleza, y no solo para unos pocos elegidos, sino para círculos muy amplios. Los místicos son auténticos educadores del alma.
El mayor místico de la historia fue Jesús, el Señor. Por eso, Jesús tiene mucho que decirnos hoy.
Romano Guardini
El cristiano del futuro es una persona entusiasmada y apasionada con la persona de su Maestro, Jesús; una persona configurada con la nobleza contagiosa del Señor. Esa nobleza mística se experimenta, de un modo muy especial, allí donde “ahora” Jesús, nuestro contemporáneo, se hace presente: ¡en la liturgia de la Iglesia!
La Liturgia es una forma de contemplación mística hecha cuerpo, una especie de vida mística plasmada en formas sensibles. La Iglesia es una fuente de vida que mana del mismo Jesús.
En la liturgia no solo estamos en la Iglesia sino que somos Iglesia.
Romano Guardini
El cristiano del futuro no solo asiste a las celebraciones litúrgicas, sino que intenta configurar litúrgicamente su vida entera, revestir de nobleza espiritual todos sus actos.
Actitudes corporales como estar de pie, arrodillarse, moverse, guardar silencio…, gestos como persignarse, saludar, mirar atentamente…, acciones como orar en común, participar en la comunión, leer con voluntad de proclamar… pueden tener un sentido profundamente humano y religioso.
La tensión hacia lo espiritual.simbólico transfigura esas acciones, gestos y actitudes y los dota de un valor singular.
- Así, el andar hacia el altar no se reduce a recorrer una distancia; significa crear un campo de adhesión al misterio.
- Leer un texto bíblico no tiene sólo por fin comunicar su contenido; supone una proclamación, es decir: una invitación a asumir el mensaje que transmite.
- El incienso, el cirio, la luz, el altar, el ámbito sacro, las campanas…,
- y el valor expresivo de subir unas escaleras, franquear una puerta, darse golpes de pecho, levantarse, inclinarse, guardar silencio y hablar… son símbolos de una profunda y ancestral espiritualidad.,
El cristiano espiritual y noble tiene una sensibilidad exquisita para todo lo bello. Pero siente una honda tristeza cuando en ciertas manifestaciones muy refinadas de belleza no aletea el Espíritu de Dios. Logramos nuestro desarrollo personal cuando nos elevamos e interiorizamos.
El cristiano del futuro no solo está en la Iglesia, sino que se siente Iglesia: “es sangre de mi sangre, plenitud de la que vivo”. Siente la “alegría redentora” de amarla y tener auténtica paz interior. “Yo llego a ser más plenamente lo que debo ser cuanto más decididamente vivo en la Iglesia. Pero vivir en la Iglesia como Dios y ella misma quieren sólo lo puedo realizar en la medida en que logro una personalidad madura” .
Romano Guardini, Vom Sinn der Kirche, M. Grünewald, Maguncia 1922, p. 55
- El cristiano del futuro es una persona “en recogimiento”:
- “del recogimiento depende todo… crea la apertura y el ´espacio´ interno de la oración…el ámbito más íntimo de la vida cristiana” (Cf. Introducción a la vida de oración, Dinor, San Sebastián, 1961, p. 14).
- Sin oración la interioridad humana se atrofia y pierde consistencia y fuerza
Guardini pudo manifestar que se puede ser sin miedo un hombre de la cultura actual y a la vez un cristiano católico, (…) vivir en un mundo pluralista sin volverse relativista; decir el mensaje evangélico de tal modo que no sea incomprensible por adelantado para los que están fuera.
[1] Romano Guardini. Briefe vom Comer See (Cartas del lago de Como), M. Grünewald, Maguncia, 1953, p. 89..
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