Hoy celebramos la Fiesta del Bautismo del Señor, que marca el final del tiempo de Navidad y el inicio de la vida pública de Jesús. Este evento nos invita a reflexionar sobre nuestro propio bautismo y su significado en nuestras vidas.
Dividiré esta homilía en tres partes:
- El bautismo de Jesús, un nuevo comienzo.
- Se cumplen las profecías del consuelo
- Bautizados, y por eso misioneros.
El Bautismo de Jesús, un nuevo comienzo
El evangelio de Lucas nos relata cómo Jesús, ya adulto, se acerca al Jordán para ser bautizado por Juan. Jesús, libre de pecado, no necesitaba recibir un bautismo de conversión. Pero al hacerlo ya nos indicaba su solidaridad con todos nosotros, con toda la humanidad, necesitada de purificación. Jesús aparece solidario con toda la humanidad pecadora. Ya dijo una vez, consciente de todo esto: “quien esté sin pecado que tire la primera piedra”.
Al salir del agua, el cielo se abre, el Espíritu Santo desciende sobre Él en forma de paloma, y se escucha la voz del Padre: “Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco”. Dios Padre le manifiesta que no necesitaba purificación. Era la emergencia de una humanidad nueva.
Se cumplen las profecías del consuelo
Este evento hizo que se cumplieran las palabras del profeta Isaías: “Consolad, consolad a mi pueblo… Una voz grita: En el desierto preparadle un camino al Señor”. Jesús aparece ante Juan -la voz del desierto- para consolar al Pueblo, para ofrecerle un nuevo camino.
Bautizados y, por eso, “misioneros”
Iniciamos nuestra vida cristiana también nosotros con un bautismo. ¡Todos los aquí presentes hemos sido bautizados! San Pablo -en su carta a Tito- interpretó el bautismo de Jesús como la manifestación de la bondad de Dios y su amor a nosotros, no por las obras de justicia que hayamos hecho, sino por su gran misericordia, que nos ha salvado”.
Tras su bautismo en el Jordán Jesús inició su misión iniciando así su vida pública. Tras nuestro bautismo, ¿no deberíamos también nosotros iniciar una vida pública como mensajeros de Dios y de Jesús? El bautismo es nuestro carné de identidad para mostrar que somos familia de Dios, discípulos de Jesús, apóstoles enviados con la fuerza del Espíritu Santo.
¿Cuál es nuestro programa misionero? ¡No seamos misioneros en paro!
Conclusión
Que esta fiesta del Bautismo del Señor nos ayude a redescubrir la gracia de nuestro propio bautismo. Que podamos, como Jesús, escuchar la voz del Padre que nos dice: “Tú eres mi hijo amado”. Y que esta certeza nos impulse a vivir como verdaderos hijos de Dios, llevando su amor y su mensaje de liberación a todos los que nos rodean.
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