“Lo poco” pueda pesar enormemente más que “lo mucho”. “Lo mucho” puede ser avaricia camuflada: ahorro, austeridad, ser previsores! Pero aunque se vista de seda, “avaricia se queda”. La avaricia es indigna, descarada, imperiosa y no tiene alma. La avaricia es una “idolatría”, culto al Mamón. La avaricia corrompe todo lo que toca. So capa de bien, se desconecta de Dios.
Las dos viudas pobres
Las lecturas de este domingo nos hablan de dos viudas muy pobres: la viuda de Sarepta y la viuda del Templo; y de dos profetas que se preocupan de ellas: Elías y Jesús.
Elías tienta la generosidad de la viuda de Sarepta. Además de agua, le pide -con un cierto descaro- un panecillo. Y digo “descaro” porque la pobre viuda sólo disponía de una última ración para su hijo y ella; en cambio, el profeta se antepone a ellos y le dice: “pero primero hazme a mí un panecillo y tráemelo; para ti y para tu hijo lo harás después”. Aquella mujer, confió en el profeta y en su Dios. Se arriesgó a perder la última oportunidad. Expulsó la avaricia de su vida. Dejó lugar al verdadero Dios y a Él se confió: “quien a Dios tiene, nada le falta, sólo Dios basta”.
Jesús se encuentra por última vez en el Templo. Las diversas escenas y palabras de su estancia allá han ido pasando por nuestra vista, oído y corazón en estos últimos domingos. La escena última -que hoy se nos proclama- tiene que ver con los escribas y una mujer viuda.
Jesús denuncia la avaricia de los escribas: “devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos” y demuestra la generosidad de una viuda que depositando en el tesoro del templo dos moneditas ha dado todo lo que tenía para vivir. Así quiere Jesús a su Iglesia, a sus discípulos. Por eso, los llama y les pide que se fijen en la viuda.
Contra avaricia o consumismo “generosidad”
Un cristiano ávido de dinero, que no se fía de la Providencia, poco tiene que ver con Jesús. La avaricia es una idolatría. La avaricia se nos esconde en lo más profundo de nuestro ser. Y tal vez se vuelva más activa conforme pasan los años. El consumismo es la versión moderna posmoderna de la avaricia. La persona avariciosa está sedienta, hambrienta; es adicta. Su dios es el dinero y lo que con el dinero puede obtener. Sueña con la felicidad, pero consigue la felicidad de los ídolos, que es vacío y desazón.
Jesús nos invita a “darlo todo” como la viuda para ganarlo todo. Quiere que apostemos audazmente en favor de los demás, de los necesitados. La opción preferencial por los pobres es pura palabrería cuando estamos habitados y dominados por la avaricia.
Este demonio es exorcizado por el Espíritu Santo, que es Don, Donación y que genera en nosotros los dinamismos de la entrega generosa.
Para contemplar: ¿Dar o darse?
¡AQUÍ ESTOY, SEÑOR! (Dan Schutte)
Texto en español – cantable.
Yo, el Señor de cielo y mar
escuché al Pueblo llorar,
acoger la oscuridad
¡les salvaré!
La estrellas yo creé;
brillará la oscuridad
Y mi luz ¿quién llevará?
¡La enviaré!
Aquí estoy, mi Dios.
Mírame, oh Dios.
Escuché en la noche tu clamor.
Iré yo, Señor, si me envías
Sostendré a tu pueblo en mi corazón.
Yo, Señor y Creador
compadezco su dolor
por amor de ellos lloré
En Mí no creen.
De roca es su corazón.
Uno nuevo les daré
Mi promesa vencerá
¡La cumpliré!
Aquí estoy, mi Dios.
Mírame, oh Dios.
Escuché en la noche tu clamor.
Iré yo, Señor, si me envías
Sostendré a tu pueblo en mi corazón.
(Adaptación letra: José Cristo Rey – puede ser cantada en español)
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