Hoy, 29 de agosto de 2020, la liturgia nos evoca una muerte horrible: en el transcurso de un banquete y movido por el baile erótico de la hija de su amante, el rey Herodes decidió degollar a Juan Bautista, e hizo presentar la cabeza de Juan ante todos los invitados -la nobleza de Galilea-. ¡No fue una muerte digna! La crueldad de Herodes, sus mujeres y sus invitados no tiene nombre! Los mártires sufren la muerte más indigna que un ser humano puede soportar: por la crueldad, por el ensañamiento, por la falta de respecto a la dignidad de la persona y los derechos del cuerpo humano. Hoy, sin embargo, debatimos la manera de garantizar a cada ser humano una muerte digna .
Para Juan su bautismo era la manifestación del poder de la nueva era de Dios, que se apoderaba de la esfera terrestre. Y para ello era necesaria una gran purificación, que su bautismo simbolizaba.
Juan Bautista fue el predecesor de Jesús de Nazaret
- Él profetizó que llegaría después de él y que él no era digno de desatar la correa de su sandalia.
- Él proclamó que Jesús era el “más fuerte” y que bautizaría, no con agua, sino con el Espíritu Santo (Mc 1,7-8)o con el Espíritu y el fuego (Mt. 3,11-12 ; Lc 3:15-18).
- Él reconoció la superioridad de Jesús (Jn 1,19-23) : Jesús era la luz, pero él era un “testigo de la luz” (Jn 1,6-8) ; él no era el Esposo, sino solo el amigo del Esposo (Jn 3:27-29).
- Esta actitud humilde y abnegada respecto a Jesús fue expresada extraordinariamente bien en las últimas palabras de Juan Bautista en el cuarto Evangelio: “Conviene que él crezca y yo disminuya” (Jn 3,30).
Y Jesús hizo el elogio de Juan como “el más grande entre los nacidos de mujer”. Las alabanzas de Jesús hacia Juan reflejan la fuerte impresión personal que el Bautista le causó.
Juan Bautista, mártir
Juan, como Jesús, fue ejecutado por una de las autoridades supremas de Palestina. En el caso de Juan esa autoridad fue Herodes Antipas. Lo manó ejecutar únicamente por maquinaciones de su mujer, Herodías, que no podía ver a Juan por haber denunciado como incestuoso su matrimonio con Antipas. Juan era para Herodes Antipas no solamente un maestro de la virtud, sino también un revolucionario.
Como Jesús, Juan Bautista acabó siendo ejecutado por las autoridades en el poder. Ésta era una señal de que ambos predicaban un mensaje explosivo.
Contra la violencia y la crueldad y la muerte indigna?
En la Iglesia católica canonizamos a nuestros mártires, honramos su coraje, su fe, su resistencia ante la muerte. Pero no debemos olvidar el otro aspecto o rostro que presenta el martirio: es la crueldad, la tortura, el sufrimiento atroz e insoportable. Y debemos denunciar con más energía a los crueles, a los verdugos de guante blanco que mandan ejecutar, a quienes fabrican, venden y utilizan armas de destrucción.
Así mismo hoy hay mucha gente que muere con una muerte horrible, cruel. La Iglesia ha de re-encontrar y ejercer su misión de cuidadora de una vida digna, desde el principio hasta el final; no “ha de cargar fardos pesados extraordinarios: la vida es un misterio del cual nosotros solo advertimos una parte” (Marie Frings).
El gran teólogo Edward Schillebeekx dijo -y creo que muy acertadamente- que Dios Padre nos salvó “a pesar” de la horrible muerte de Jesús en cruz. Dios Padre no quiso para su Hijo, su Amado, una muerte tan horrible, tan despojada de dignidad, aquella muerte que Jesús sufrió por orden de las autoridades y a manos de verdugos. Juan Bautista fue un gran predecesor de Jesús, a pesar de la muerte indigna que se le infligió por instigación de una esposa ilegítima, de su hija y por mandato de Herodes. Tampoco Dios Padre quiso la muerte horrible de Juan Bautista.
Hermanas y hermanos, cuidemos la vida. Dios quiere que la humanidad renuncie a la violencia, a la crueldad, que los verdugos desaparezcan y que los cuidadores y cuidadoras de una vida humana digna tengan todo el protagonismo. ¡Se lo merecen todos los hijos e hijas de Dios!
Para contemplar
VIDA LA VIDA (David Garret)
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