Hoy, el cuarto evangelio proclamado en la Eucaristía, nos relata el encuentro de Jesús con el anciano Nicodemo. Me ha venido enseguida a la mente, el encuentro de Jesús con una comunidad “envejecida”. Y ello me ha evocado unas páginas de mi libro “Otra comunidad es posible bajo el liderazgo del Espíritu”, en las que reflexiono sobre un testimonio de Constance FitzGerald, OCD, carmelita contemplativa. Aunque no es muy reciente, sí nos habla de aquello que nos puede suceder, también hoy. Ella nos relata el sueño de su comunidad, que consistió en reinterpretar la tradición de su instituto en los tiempos en que nos encontramos y vivimos[1]. Mostró cómo una comunidad envejecida puede nacer de nuevo. He aquí su testimonio:
Soñamos -como comunidad- tener nuevos miembros
Nosotras soñamos -como comunidad-, desde hace ocho años, tener nuevos miembros. Hicimos de este sueño nuestro principal objetivo. Sabíamos que teníamos entre 5 y 10 años para atraer a nuevos miembros o si no acabaríamos como comunidad.
Comenzamos a imaginar cómo cumplir este objetivo. Todas las Hermanas de la comunidad –sin excepción- nos implicamos en este proceso:
Dividimos la comunidad en cinco grupos de edades. A cada uno de ellos le pedimos qué podían hacer -como grupo- para contribuir a la vida y formación de nuevas candidatas. Cada grupo vino con ideas bien definidas respecto a lo que ellas podían ofrecer para atraer a jóvenes a la comunidad contemplativa y, además, qué podrían hacer para apoyarlas en su perseverancia.
Con el proceso iniciado la comunidad comenzó a transformarse
Lo más significativo fue que cada grupo fue capaz de mantenerse en su propósito y en su específica contribución. El proceso iniciado, afectó profundamente a la conversión de las hermanas. La comunidad comenzó a transformarse. Entramos en un auténtico proceso de renovación, según el deseo de Vaticano II.
Sin asumir sacrificios significativos una comunidad será estéril
Para realizar nuestro sueño tuvimos que hacer algunos sacrificios. Necesitamos una especie de trans-cendencia para poder recibir a nuevos miembros. Yo, por ejemplo, tuve que desprenderme de mis libros, de mis escritos, para poder atender más personalmente a la formación de los nuevos miembros. Y lo mismo las demás hermanas.
Quizá algunos grupos consideren que estos costes son demasiado altos o que se trata de proyectos irrealizables. La verdad es que no llegarán a la comunidad nuevos miembros y, sobre todo, no perseverarán, si la comunidad no está dispuesta a asumir sacrificios personales significativos.
Todo esto es parte del sueño. Y todo sueño tiene consecuencias. Todo sueño requiere pagar un precio. Nosotras asumimos esos sacrificios por una pasión y una causa que era más grande que nosotras mismas.
Hermanas ancianas… transmisoras del Carisma
Ahora con seis nuevos miembros (una tercera parte de nuestra comunidad), nuestras hermanas más ancianas están en lo mejor de ellas mismas, dispuestas a transmitir nuestra tradición carmelitana en una comunidad muy unida y que mira esperanzadamente el futuro.
Educación y estudio – ¡No soñar en el vacío!
Educación y estudio jugaron una importante función en nuestro sueño. Ellos son los instrumentos para dar a nuestras religiosas los instrumentos, la sabiduría, la visión y el coraje necesario para imaginar nuevos sueños y hacerlos realidad. No se puede soñar en el vacío. La imaginación tiene que ser alimentada, la función de soñar necesita nutrición. La educación y el estudio ayudan a la comunidad a estar disponible cuando llegue el momento decisivo de la acción.
¡Aprendamos la lección!: las personas imaginativas, facilitadores, líderes
Nuestras comunidades necesitan tener al menos unos pocos individuos con una capacidad imaginativa excepcional, que pueda integrar todo el impulso de una comunidad y pueda visionar el futuro cambiante y emergente. La imaginación es la función integradora que permite tomar la tradición y hacerla revivir con nuevas dimensiones y perspectivas.
Se necesitan también facilitadores que integren el sueño y la aportación de todos.Cuando esto no acontece, el miedo comienza a actuar. La cuestión es que, a pesar de las dificultades… ¡hay que seguir soñando!
Quienes tienen función de liderazgo en las comunidades deberían preguntarse a la hora de adoptar decisiones: ¿A qué se parecería esto si…? Expresiones imaginativas como ésta, nos llevan a los límites, nos hacen verificar e identificar nuestras convicciones, y nuestras mejores y peores posibilidades.
Como el jardinero paciente
El proceso de transformación nos evoca la tarea de un jardinero paciente. Hay que aprender a plantar el sueño; esperar después a que la semilla crezca. Se trata de una planificación que es progresiva, incremental, inteligente. Los cambios proféticos necesitan un paciente y activo esperar. No se puede realizar un sueño apenas recibido. Todo sueño necesita una reflexión extendida, personal y comunitaria y discernimiento compartido. El proceso de germinación es increíblemente importante.
[1] Constance FitzGerald, OCD, Pursuing our dreams in times of darkness, en Transformational Leadership. Conversation with the Leadership of Women Religious, Orbis Books, New York, 2015, pp. 9-18. El texto pertenece a una entrevista el año 2006, cuando la autora era priora del Monasterio Carmelita de Baltimore-
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Siempre que navego en su blog encuentro maravillosas reflexiones , este articulo me resulta interesantes, actual y desafiantes . Gracias , por ser voz del espíritu