Carta a los Gálatas

La segunda etapa de misión autónoma abarcó cerca de tres años (otoño 51 hasta la primavera 54). Las fuentes para reconstruir esta etapa son las cartas paulinas y Hechos 18,18b-19,40., basado en una fuente tradicional. El centro de misión en esta etapa es Éfeso, capital de la provincia romana de Asia. Fue el tiempo más difícil de la misión paulina. Aparecieron muchas tensiones fuera y dentro.

La misión en Asia menor

Ø  El equipo paulino, al abandonar su centro misional de Corinto, en vez de continuar hacia Occidente, retorna a Oriente, el Asia Menor (la zona anteriormente4 excluida de la misión). Al parecer, Pablo había abandonado el proyecto de ir a Roma. Prisca y Àquila le informaron sobre la situación peligrosa de Roma, de donde habían sido expulsados por el edicto del emperador Claudio el año 49. Al equipo paulino se unen ahora Prisca y Aquila. Llegan a Éfeso desde Corinto, probablemente en el otoño de 51

Ø  En la importante ciudad helenista de Éfeso el equipo paulino se encuentra con un grupo cristiano, surgido de la actividad misionera de un tal Apolo, un misionero cristiano judeo helenista de Alejandría y de la existencia de un grupo de doce cristianos.

Ø  Poco después Pablo viaja a Galacia para visitar a sus comunidades de aquella región. En este momento forma ya parte del equipo paulino Tito, antiguo miembro de la comunidad antioquena y compañero de Pablo, que habría venido de Antioquía a Éfeso y ahora se una al viaje de Pablo a Galacia. Es su viaje probablemente evangelizaron algunas ciudades.

Ø  Vuelta a Éfeso: Pablo y sus compañeros emprenden una gran actividad misional, de la cual surge en Éfeso una importante comunidad paulina. Numerosas personas, incluidas bastantes mujeres colaboraron en la misión, según señala la larga lista de saludos de la carta que Pablo dirigirá a la comunidad de esa ciudad (Rom 16,3-16), Es muy probable que Pablo enseñara diariamente en la “escuela de Tirano” (Hech 19,9). En ella se habrían estudiado pormenorizadamente muchos temas y después habría continuado como escuela paulina, después de la muerte de Pablo., A esta escuela se deberían las cartas pospaulinas y las colecciones de cartas de Pablo.

Ø  La comunidad de Éfeso se convirtió además en centro misional de la región de Asia Menor, al estilo de Damasco y de Antioquía. La fundación de un grupo cristiano en una ciudad implicaba la evangelización progresiva de toda la región en la que aquél estuviera enmarcado.

Ø  La misión en Asia Menor desde el centro misional de Éfeso constituyó ciertamente un amplio proceso que abarcaría de dos a tres años y en el que actuarían junto al equipo misional paulino numerosos colaboradores. Surgieron varias comunidades paulinas en la región: Colosas, Laodicea, Troas; y probablemente las comunidades mencionadas en elApocalipsis (Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardes, Filadelfia y Laodicea): el autor del Apocalipsis parece polemizar contra un paulinismo liberal arraigado en varias de esas comunidades. Y quizás se deban a este tiempo otras comunidades mencionadas por Ignacio de Antioquía (Éfeso, Magnesia, Trales, Filadelfia, Esmirna).

La crisis en Galacia

Las comunidades de Galacia entraron en crisis, hasta el punto de estar en peligro de desaparecer. El equipo paulino tuvo que intervenir con varias cartas y visitas.

Ø  En el verano del 52: Pablo se entera de que llegan a las comunidades de Galacia unos misioneros judaizantes, opositores suyos, que exigían a los cristiano gálatas, de origen gentil, la circuncisión y la observancia de las prácticas legales del judaísmo. Detrás de ellos estarían probablemente los “falsos hermanos” a quienes Pablo hizo frente en Jerusalén y en Antioquía.

Ø  Pablo escribe esta carta a quienes hacía muy poco había visitado y encontrado en buen estado, con una gran tensión emocional. Probablemente les llevó la carta Tito, que era gentil, no-circunciso y había participado de la asamblea de Jerusalén. Al parecer tanto la carta a los Gálatas como el buen proceder de Tito tuvieron éxito y salvaron la identidad paulina de las comunidades de Galacia. Al parecer Pablo puso entonces en marcha la colecta que llevaría en signo de comunión con la Iglesia madre.

La crisis en Corinto

Mucho más larga y dolorosa fue la crisis de la comunidad de Corinto: se inició en otoño del 52 y no se cerró hasta el verano del 54. Durante ese tiempo el equipo misional paulino tuvo que hacer varias visitas y enviar diversas cartas a la comunidad. Las cartas recopiladas en 1 y 2 Cor permiten reconstruir con bastante detalle el decurso del fascinante proceso de esa crisis corintia. Esta sería la secuencia de los hechos:

Ø  Otoño 52: En Éfeso, donde reside, recibe Pablo la visita de cristianos corintios, Estéfanas y sus acompañantes Fortunato y Acaico (probablemente miembros de su familia (1 Cor 16,15-18), que le informan sobre la situación preocupante de la comuniad. Con ese motivo Pablo escribe la primera carta (Cor A), que el equipo paulino envía por medio de esas mismas personas; Pablo proyecta ir él mismo a Corinto (1 Cor 11,34).

Ø  Primavera 53: después de una larga estancia en Corinto vuelve a Éfeso el misionero Apolo (1 Cor 16,12), después de una larga estancia en Corinto. Pablo envía a Timoteo a visitar las comunidades de Macedonia y Acaya. Un poco después Pablo recibe una carta de la comunidad corintia (1 Cor 7,1), traída por los “de Cloe” (una señora y su casa) que le informan además sobre algunos problemas de la comunidad, que no aparecían en la carta enviada por los corintios. El equipo paulino escribe entonces desde Éfeso (1 Cor 16,8.19) su segunda carta a la comunidad (Cor B). El portador de la carta es Tito, que recibe también el encargo de organizar la colecta en Corinto y en Acaya. La hostilidad contra Pablo crece en Éfeso.

Ø  Verano del 53: Timoteo vuelve a Éfeso e informa a Pablo de la llegada a Corinto de unos misioneros cristianos helenistas, del mismo tipo que Apolo que están conmoviendo a la comunidad y enfrentándola al equipo paulino: conciben y realizan la misión de forma muy diferente. Con este motivo Pablo escribió con su equipo la tercera carta (Cor C), defendiendo su estrategia y método misional. Timoteo sería el portador de esta nueva carta.

Ø  Otoño del 53: Pablo, acompañado de Tito hace una visita a Corinto (2 Cor 12,14; 13,1-2). Se incluye dentro del viaje para recoger la colecta y llevarla a Jerusalén, pues se acerca el año sabático 54.55 en el que se notaría la carestía. El viaje ser inicia en Corinto –por los problemas de la comunidad- , se proseguirá luego a Macedonia, se regresará de nuevo a Corinto y desde allí ir a Jerusalén con la colecta. Pero esa visita a Corinto significó para Pablo un rotundo fracaso: comunidad en rebeldía contra él, lo acusaron de fraude en la colecta y recibió una grande afrenta en público (2 Cor 2,5; 7,12). Interrumpe Pablo el viaje proyectado. Retorna a Éfeso y desde allí escribe la cuarta carta (Cor D) de especial emotividad y dureza contra los misioneros opositores y contra la misma comunidad. El portador de la carta fue Tito.

La prisión en Éfeso

Pablo sufrió en Éfeso varios incidentes serios de hostilidad: lucha contra las fieras en Éfeso (1 Cor 16,8-9 –Cor B-).

Ø  Esa hostilidad desembocó en la prisión de Pablo y varios colaboradores como Gayo y Aristarco (desde finales del 53 a la primavera del 54). La probable causa fue el incidente con Demetrio y otros orfebres (Hech 19, 23-40). Pero la misión continuó.

Ø  Desde esa prisión de Éfeso Pablo escribió epístolas a los Filipenses o Colosas y a Filemón. Al comienzo de su prisión Pablo recibió ayuda económica de su querida comunidad de Filipos., por medio de Epafrodito y otros filepnses que lo acompañaron. Pablo lo agradecen una breve y preciosa carta a la comunidad (Filp A). Durante la prisión Epafrodito cae seriamente enfermo. Recuperado Epafrodito, y después de llegar noticias sobre la comunidad a Pablo, les envía con Epafrodito una segunda carta (Filp B). En ese mismo tiempo, Onésimo –esclavo de Filemón de la comunidad de Colosas- acude a Pablo después de haber cometido un desfalco, probablemente, en la casa de su amo. En ese contacto con Pablo se convierte a la fe. Pablo lo reenvía a su señor con una preciosa carta (Film). Pablo presiente que pronto dejará la cárcel y podrá visitar la comunidad de Colosas.

Ø  Primavera del 54: aún en prisión, Pablo envía a Timoteo a vistiar las comunidades de Macedonia. Probablemente al final de su prisión Pablo es condenado a pena capital; en una arriesgada intervención Prisca y Aquilia lo liberan de la cárcel. Ya Pablo no podrá volver a Éfeso.

Las calamidades de la misión

Hay unas “listas de calamidades” a través de las cuales Pablo se defiende de su misión frente al ataque de algunos misioneros que llegaron a Corinto después de Pablo. La lista de calamidades más desarrollada es la de 2 Cor 11,21-33, que está encuadrada en el “discurso de la locura” o “la autoalabanza de un necio” (2 Cor 11, 1 – 12,13), un magnífico texto en el que Pablo neciamente se compara con los misioneros llegaos a Corinto.

 

La carta a las comunidades de Galacia

Datos sobre la Situación y la Carta

La escribió probablemente Pablo en el verano del 52 desde Éfeso, ante la noticia de la llegada a las comunidades de unos misioneros judaizantes opositores suyos. Pablo escribió esta carta con gran tensión y la envió por medio de Tito.

Ø  La carta intenta atajar la fascinación de la comunidad ante esos misioneros, que para Pablo incitaban a apostatar del Evangelio: porque exigían cumplir la ley sagrada israelitas, someterse a la circuncisión y realizar las prácticas del judaísmo. Al parecer esos misioneros estaban relacionados con la comunidad de Jerusalén, con el grupo que Pablo denomina “falsos hermanos”.

Ø  La carta está dirigida a “las comunidades de Galacia” (1,2). Se trata de una carta circular a todas las comunidades. No tienen un núcleo urbano central.

Ø  La carta tiene el estilo de un discurso apologético. Pablo se defiende de los ataques de los misioneros opositores ante las comunidades gálatas. Pablo se vuelve sarcástico, irónico y hasta maldiciente. Da la impresión de que la carta se redactó con gran premura de tiempo, casi de un tirón.

Ø  Estilo mágico: la carta se abre con una maldición (1,8-9) y se cierra con una bendición exclusiva (6,16); dentro del texto aparecen expresiones que se acercan a la maldición (5,2 – 4,10.12). No es de extrañar que Pablo se lo juegue todo a esa única carta (6,17).

Ø  La configuración de la carta: a) Un prescripto especial (1,1-5), b) un exordio de gran fuerza (1,6-9); c) la narración ( 1,10 – 2,14) en la que se hace la historia de la causa discutida; d) la exposición básica´(2,15-21); e) la argumentación (3,1-5,12) que se inicia con una pregunta a los gálatas gentiles sobre su experiencia en la conversión y se concluye con una advertencia a los mismos; el argumento fundamental de la alianza con Abrahám, cuyo heredero es el pueblo mesiáico, en contraste con la ley sinaítica; continúa con la alegoría de los dos hijos; f) la exhortación (5,13 – 6,10) presenta las bases de la nueva ética de la época mesiánica, que supera la vieja ética fundada en la ley; g) la conclusión: (6,11-18) la escribe Pablo de su puño y letra.

Ø  Pueblo mesiánico universal: ésta es la gran convicción de Pablo, que se ha establecido un nuevo pueblo formado por judíos y gentiles con igualdad absoluta de derechos. En el bautismo se produce un nuevo pueblo: “todos vosotros sois hijos de Dios por la fe, dentro del ámbito de Cristo Jesús; porque cuantos fuisteis bautizados para pertenecer a Cristo fuisteis revestidos de Cristo; ya no hay judío ni griego, ya no hay esclavo ni libre; ya no hay varón ni mujer; pues todos vosotros sois uno dentro del ámbito de Cristo Jesús” (3,26-28). Pablo interpreta el acontecimiento de la alianza de Dios con Abraham y la alianza del Sinaí desde la nueva experiencia en Cristo Jesús y no al revés. Esas dos alianzas eran para Israel los acontecimientos fundantes del pueblo sagrado; los dos acontecimientos formaban una unidad indivisible. La interpretación de la carta, sin embargo, da un vuelvo revolucionario, pues separa los dos acontecimientos considerándolos de categoría absolutamente diferente. El único acontecimiento fundante es la alianza de Dios con Abraham, basada en la promesa y en la fe. La alianza sinaítica es de una categoría secundaria y es superada en la época mesiánica. Así conecta al nuevo pueblo con la antigua alianza, realizada en Abraham. Los miembros del pueblo mesiánico son los verdaderos hijos y herederos de Abrahám, ya que la auténtica descendencia de Abraham es el Mesías; el nuevo pueblo está representado por Isaac, el nacido de la mujer libre por la promesa “según el Espíritu”, mientras que la comunidad judía no-creyente está representada por el hijo según la carne, nacido de la esclava. Por eso, el nuevo pueblo mesiánico es el auténtico Israel de Dios (6,16), cuya capital es la Jerusalén de arriba (4,26) y sus miembros son los auténticos hijos de Dios libres, frente a los esclavos que están bajo el dominio de la ley y de los ídolos (4,1-11).

Ø  La nueva vida mesiánica: ¿qué ética y práctica cultural era la que caracterizaba a la nueva comunidad cristiana? ¿n0 deberían asumir del judaísmo lo que les faltaba, como normas y fiestas? Pablo responde a esta seria objeción en Gal 5,13 – 6,10. Pablo presenta ahí un nuevo principio y una nueva normativa para el comportamiento ético de la comunidad mesiánica. A) Nuevo principio: es el ámbito dinámico del Espíritu, en el cual se realiza el proceso de transformación de la nueva creación mesiánica. En él se elimina el dominio viejo de la carne. Los que están en el ámbito del espíritu ya no están bajo el dominio esclavizante de la carne, de la ley. B) Nueva norma: es la norma de Cristo (6,2). La carta concreta esa norma con diversas sentencias (5,15-26; 6,1-6) y un catálogo de virtudes (5,22-23) que está en oposición a un catálogo de vicios (5,19-21).

El texto de la carta a las comunidades de Galacia (Gal)

Prescripto: 1, 1-5

Cap.1, 1 Pablo, apóstol, no de parte de los hombres ni por mediación de hombre alguno, sino por Jesucristo y Dios Padre, que le resucitó de entre los muertos, 2 y todos los hermanos que conmigo están, a las Iglesias de Galacia. 3 Gracia a vosotros y paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo, 4 que se entregó a sí mismo por nuestros pecados, para librarnos de este mundo perverso, según la voluntad de nuestro Dios y Padre, 5 a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

I. Exordio: 1,6-9

6 Me maravillo de que abandonando al que os llamó por la gracia de Cristo, os paséis tan pronto a otro evangelio 7 – no que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren deformar el Evangelio de Cristo -. 8 Pero aun cuando nosotros mismos o un ángel del cielo os anunciara un evangelio distinto del que os hemos anunciado, ¡sea anatema! 9 Como lo tenemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os anuncia un evangelio distinto del que habéis recibido, ¡sea anatema!

II. Narración: 1,10 – 2.14

Introducción: 1,10-12

10 Porque ¿busco yo ahora el favor de los hombres o el de Dios? ¿O es que intento agradar a los hombres? Si todavía tratara de agradar a los hombres, ya no sería siervo de Cristo. 11 Porque os hago saber, hermanos, que el Evangelio anunciado por mí, no es de orden humano, 12 pues yo no lo recibí ni aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo.

La revelación: 1, 13-17

13 Pues ya estáis enterados de mi conducta anterior en el Judaísmo, cuán encarnizadamente perseguía a la Iglesia de Dios y la devastaba, 14 y cómo sobrepasaba en el Judaísmo a muchos de mis compatriotas contemporáneos, superándoles en el celo por las tradiciones de mis padres. 15 Mas, cuando Aquel que me separó desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia, tuvo a bien 16 revelar en mí a su Hijo, para que le anunciase entre los gentiles, al punto, sin pedir consejo ni a la carne ni a la sangre, 17 sin subir a Jerusalén donde los apóstoles anteriores a mí, me fui a Arabia, de donde nuevamente volví a Damasco.

Primer encuentro con los de Jerusalén (Cefas): 1, 18-24

18 Luego, de allí a tres años, subí a Jerusalén para conocer a Cefas y permanecí quince días en su compañía. 19 Y no vi a ningún otro apóstol, y sí a Santiago, el hermano del Señor. 20 Y en lo que os escribo, Dios me es testigo de que no miento. 21 Luego me fui a las regiones de Siria y Cilicia; 22 pero personalmente no me conocían las Iglesias de Judea que están en Cristo. 23 Solamente habían oído decir: «El que antes nos perseguía ahora anuncia la buena nueva de la fe que entonces quería destruir». 24 Y glorificaban a Dios a causa de mí.

Segundo encuentro con los de Jerusalén (la asamblea en Jerusalén): 2, 1-10

Cap.2, 1 Luego, al cabo de catorce años, subí nuevamente a Jerusalén con Bernabé, llevando conmigo también a Tito. 2 Subí movido por una revelación y les expuse el Evangelio que proclamo entre los gentiles – tomando aparte a los notables – para saber si corría o había corrido en vano. 3 Pues bien, ni siquiera Tito que estaba conmigo, con ser griego, fue obligado a circuncidarse. 4 Pero, a causa de los intrusos, los falsos hermanos que solapadamente se infiltraron para espiar la libertad que tenemos en Cristo Jesús, con el fin de reducirnos a esclavitud, 5 a quienes ni por un instante cedimos, sometiéndonos, a fin de salvaguardar para vosotros la verdad del Evangelio…

6 Y de parte de los que eran tenidos por notables – ¡qué me importa lo que fuesen!- en Dios no hay acepción de personas – en todo caso, los notables nada nuevo me impusieron. 7 Antes al contrario, viendo que me había sido confiada la evangelización de los incircuncisos, al igual que a Pedro la de los circuncisos, 8 – pues el que actuó en Pedro para hacer de él un apóstol de los circuncisos, actuó también en mí para hacerme apóstol de los gentiles – 9 y reconociendo la gracia que me había sido concedida, Santiago, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos tendieron la mano en señal de comunión a mí y a Bernabé: nosotros nos iríamos a los gentiles y ellos a los circuncisos; 10 sólo que nosotros debíamos tener presentes a los pobres, cosa que he procurado cumplir con todo esmero.

Tercer encuentro con los de Jerusalén (el conflicto en Antioquía): 2,11-14

11 Mas, cuando vino Cefas a Antioquía, me enfrenté con él cara a cara, porque era digno de reprensión. 12 Pues antes que llegaran algunos del grupo de Santiago, comía en compañía de los gentiles; pero una vez que aquéllos llegaron, se le vio recatarse y separarse por temor de los circuncisos. 13 Y los demás judíos le imitaron en su simulación, hasta el punto de que el mismo Bernabé se vio arrastrado por la simulación de ellos. 14 Pero en cuanto vi que no procedían con rectitud, según la verdad del Evangelio, dije a Cefas en presencia de todos: «Si tú, siendo judío, vives como gentil y no como judío, ¿cómo fuerzas a los gentiles a judaizar?»

III. Exposición básica: 2,15-21

15 Nosotros somos judíos de nacimiento y no gentiles pecadores; a pesar de todo, 16 conscientes de que el hombre no se justifica por las obras de la ley sino sólo por la fe en Jesucristo, también nosotros hemos creído en Cristo Jesús a fin de conseguir la justificación por la fe en Cristo, y no por las obras de la ley, pues por las obras de la ley nadie será justificado. 17 Ahora bien, si buscando nuestra justificación en Cristo, resulta que también nosotros somos pecadores, ¿estará Cristo al servicio del pecado? ¡De ningún modo!

18 Pues si vuelvo a edificar lo que una vez destruí, a mí mismo me declaro transgresor. 19 En efecto, yo por la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios: con Cristo estoy crucificado: 20 y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí. 21 No tengo por inútil la gracia de Dios, pues si por la ley se obtuviera la justificación, entonces hubiese muerto Cristo en vano.

IV. Argumentación: 3,1 – 5,12

Experiencia inicial de los gálatas: 3,1-5

Cap.3, 1 ¡Oh insensatos gálatas! ¿Quién os fascinó a vosotros, a cuyos ojos fue presentado Jesucristo crucificado? 2 Quiero saber de vosotros una sola cosa: ¿recibisteis el Espíritu por las obras de la ley o por la fe en la predicación? 3 ¿Tan insensatos sois? Comenzando por espíritu, ¿termináis ahora en carne? 4 ¿Habéis pasado en vano por tales experiencias? ¡Pues bien en vano sería! 5 El que os otorga, pues, el Espíritu y obra milagros entre vosotros, ¿lo hace porque observáis la ley o porque tenéis fe en la predicación?

Los creyentes, auténticos hijos de Abrahám: 3,6-29

6 Así Abraham creyó en Dios y le fue reputado como justicia. 7 Tened, pues, entendido que los que viven de la fe, ésos son los hijos de Abraham. 8 La Escritura, previendo que Dios justificaría a los gentiles por la fe, anunció con antelación a Abraham esta buena nueva:

En ti serán bendecidas todas las naciones.

9 Así pues, los que viven de la fe son bendecidos con Abraham el creyente. 10 Porque todos los que viven de las obras de la ley incurren en maldición. Pues dice la Escritura:

Maldito todo el que no se mantenga en la práctica de todos los preceptos escritos en el libro de la Ley.

11 – Y que la ley no justifica a nadie ante Dios es cosa evidente, pues

el justo vivirá por la fe;

 12 pero la ley no procede de la fe, sino que quien practique sus preceptos, vivirá por ellos – 13 Cristo nos rescató de la maldición de la ley, haciéndose él mismo maldición por nosotros, pues dice la Escritura:

Maldito todo el que está colgado de un madero,

14 a fin de que llegara a los gentiles, en Cristo Jesús, la bendición de Abraham, y por la fe recibiéramos el Espíritu de la Promesa.

15 Hermanos, voy a explicarme al modo humano: aun entre los hombres, nadie anula ni añade nada a un testamento hecho en regla. 16 Pues bien, las promesas fueron dirigidas a Abraham y a su descendencia. No dice: «y a los descendientes», como si fueran muchos, sino a uno solo, a tu descendencia, es decir, a Cristo. 17 Y digo yo: Un testamento ya hecho por Dios en debida forma, no puede ser anulado por la ley, que llega 430 años más tarde, de tal modo que la promesa quede anulada. 18 Pues si la herencia dependiera de la ley, ya no procedería de la promesa, y sin embargo, Dios otorgó a Abraham su favor en forma de promesa.

19 Entonces, ¿para qué la ley? Fue añadida en razón de las transgresiones hasta que llegase la descendencia, a quien iba destinada la promesa, ley que fue promulgada por los ángeles y con la intervención de un mediador. 20 Ahora bien, cuando hay uno solo no hay mediador, y Dios es uno solo. 21 Según eso, ¿la ley se opone a las promesas de Dios? ¡De ningún modo! Si de hecho se nos hubiera otorgado una ley capaz de vivificar, en ese caso la justicia vendría realmente de la ley.

22 Pero, de hecho, la Escritura encerró todo bajo el pecado, a fin de que la Promesa fuera otorgada a los creyentes mediante la fe en Jesucristo. 23 Y así, antes de que llegara la fe, estábamos encerrados bajo la vigilancia de la ley, en espera de la fe que debía manifestarse. 24 De manera que la ley ha sido nuestro pedagogo hasta Cristo, para ser justificados por la fe. 25 Mas, una vez llegada la fe, ya no estamos bajo el pedagogo. 26 Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. 27 En efecto, todos los bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo: 28 ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. 29 Y si sois de Cristo, ya sois descendencia de Abraham, herederos según la Promesa.

Los creyentes, auténticos hijos de Dios libres: 4,1-11

Cap.4, 1 Pues yo digo: Mientras el heredero es menor de edad, en nada se diferencia de un esclavo, con ser dueño de todo; 2 sino que está bajo tutores y administradores hasta el tiempo fijado por el padre. 3 De igual manera, también nosotros, cuando éramos menores de edad, vivíamos como esclavos bajo los elementos del mundo. 4 Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, 5 para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva. 6 La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá, Padre! 7 De modo que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero por voluntad de Dios. 8 Pero en otro tiempo, cuando no conocíais a Dios, servíais a los que en realidad no son dioses.

9 Mas, ahora que habéis conocido a Dios, o mejor, que él os ha conocido, ¿cómo retornáis a esos elementos sin fuerza ni valor, a los cuales queréis volver a servir de nuevo? 10 Andáis observando los días, los meses, las estaciones, los años. 11 Me hacéis temer no haya sido en vano todo mi afán por vosotros.

La amistad de Pablo y los gálatas (interludio): 4,12-20

12 Os ruego que os hagáis como yo, pues yo me hice como vosotros. Ningún agravio me hicisteis. 13 Pero bien sabéis que una enfermedad me dio ocasión para evangelizaros por primera vez; 14 y, no obstante la prueba que suponía para vosotros mi cuerpo, no me mostrasteis desprecio ni repulsa, sino que me recibisteis como a un ángel de Dios: como a Cristo Jesús.

15 ¿Dónde están ahora los parabienes que os dabais? Pues yo mismo puedo atestiguaros que os hubierais arrancado los ojos, de haber sido posible, para dármelos. 16 ¿Es que me he vuelto enemigo vuestro diciéndoos la verdad? 17 El celo que ésos muestran por vosotros no es bueno; quieren alejaros de mí para que mostréis celo por ellos. 18 Bien está procurarse el celo de otros para el bien, siempre, y no sólo cuando yo estoy entre vosotros, 19 ¡hijos míos!, por quienes sufro de nuevo dolores de parto, hasta ver a Cristo formado en vosotros. 20 Quisiera hallarme ahora en medio de vosotros para poder acomodar el tono de mi voz, pues no sé cómo habérmelas con vosotros.

Alegoría sobre los dos hijos de Abrahan: 4,21-31

21 Decidme vosotros, los que queréis estar sometidos a la ley: ¿No oís la ley? 22 Pues dice la Escritura que Abraham tuvo dos hijos: uno de la esclava y otro de la libre. 23 Pero el de la esclava nació según la naturaleza; el de la libre, en virtud de la Promesa. 24 Hay en ello una alegoría: estas mujeres representan dos alianzas; la primera, la del monte Sinaí, madre de los esclavos, es Agar, 25 (pues el monte Sinaí está en Arabia) y corresponde a la Jerusalén actual, que es esclava, y lo mismo sus hijos.

26 Pero la Jerusalén de arriba es libre; ésa es nuestra madre, 27 pues dice la Escritura:

Regocíjate estéril, la que no das hijos; rompe en gritos de júbilo, la que no conoces los dolores de parto, que más son los hijos de la abandonada que los de la casada.

28 Y vosotros, hermanos, a la manera de Isaac, sois hijos de la Promesa. 29 Pero, así como entonces el nacido según la naturaleza perseguía al nacido según el espíritu, así también ahora. 30 Pero ¿qué dice la Escritura?

Despide a la esclava y a su hijo, pues no ha de heredar el hijo de la esclava juntamente con el hijo de la libre.

31 Así que, hermanos, no somos hijos de la esclava, sino de la libre.

Advertencia conclusiva: 5, 1-12

Cap.5, 1 Para ser libres nos libertó Cristo. Manteneos, pues, firmes y no os dejéis oprimir nuevamente bajo el yugo de la esclavitud. 2 Soy yo, Pablo, quien os lo dice: Si os dejáis circuncidar, Cristo no os aprovechará nada. 3 De nuevo declaro a todo hombre que se circuncida que queda obligado a practicar toda la ley. 4 Habéis roto con Cristo todos cuantos buscáis la justicia en la ley. Os habéis apartado de la gracia. 5 Pues a nosotros nos mueve el Espíritu a aguardar por la fe los bienes esperados por la justicia. 6 Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión ni la incircuncisión tienen valor, sino solamente la fe que actúa por la caridad. 7 Comenzasteis bien vuestra carrera, ¿quién os puso obstáculo para no seguir a la verdad? 8 Semejante persuasión no proviene de Aquel que os llama.

9 Un poco de levadura fermenta toda la masa. 10 Por mi parte, confío en el Señor que vosotros no pensaréis de otra manera; pero el que os perturba llevará su castigo, quienquiera que sea. 11 En cuanto a mí, hermanos, si aún predico la circuncisión, ¿por qué soy todavía perseguido? ¡Pues se acabó ya el escándalo de la cruz! 12 ¡Ojalá que se mutilaran los que os perturban!

V. Exhortación: 5,13 – 6,10

Principio básico del amor: 5,13-15

13 Porque, hermanos, habéis sido llamados a la libertad; sólo que no toméis de esa libertad pretexto para la carne; antes al contrario, servíos por amor los unos a los otros. 14 Pues toda la ley alcanza su plenitud en este solo precepto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 15 Pero si os mordéis y os devoráis mutuamente, ¡mirad no vayáis mutuamente a destruiros!

Exhortación general: la vida en el Espíritu: 5,16-24

16 Por mi parte os digo: Si vivís según el Espíritu, no daréis satisfacción a las apetencias de la carne. 17 Pues la carne tiene apetencias contrarias al espíritu, y el espíritu contrarias a la carne, como que son entre sí antagónicos, de forma que no hacéis lo que quisierais. 18 Pero, si sois conducidos por el Espíritu, no estáis bajo la ley. 19 Ahora bien, las obras de la carne son conocidas: fornicación, impureza, libertinaje, 20 idolatría, hechicería, odios, discordia, celos, iras, rencillas, divisiones, disensiones, 21 envidias, embriagueces, orgías y cosas semejantes, sobre las cuales os prevengo, como ya os previne, que quienes hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios. 22 En cambio el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, 23 mansedumbre, dominio de sí; contra tales cosas no hay ley. 24 Pues los que son de Cristo Jesús, han crucificado la carne con sus pasiones y sus apetencias.

Exhortaciones particulares: 5,25 – 6,6

25 Si vivimos según el Espíritu, obremos también según el Espíritu. 26 No busquemos la gloria vana provocándonos los unos a los otros y envidiándonos mutuamente.

Cap.6, 1 Hermanos, aun cuando alguno incurra en alguna falta, vosotros, los espirituales, corregidle con espíritu de mansedumbre, y cuídate de ti mismo, pues también tú puedes ser tentado. 2 Ayudaos mutuamente a llevar vuestras cargas y cumplid así la ley de Cristo. 3 Porque si alguno se imagina ser algo, no siendo nada, se engaña a sí mismo. 4 Examine cada cual su propia conducta y entonces tendrá en sí solo, y no en otros, motivo para glorificarse, 5 pues cada uno tiene que llevar su propia carga. 6 Que el discípulo haga partícipe en toda suerte de bienes al que le instruye en la Palabra.

Motivación escatológica: 6,7-10

7 No os engañéis; de Dios nadie se burla. Pues lo que uno siembre, eso cosechará: 8 el que siembre en su carne, de la carne cosechará corrupción; el que siembre en el espíritu, del espíritu cosechará vida eterna. 9 No nos cansemos de obrar el bien; que a su tiempo nos vendrá la cosecha si no desfallecemos. 10 Así que, mientras tengamos oportunidad, hagamos el bien a todos, pero especialmente a nuestros hermanos en la fe.

VI. Conclusión autógrafa de la carta: 6,11-18

Últimos avisos: 6,11-17

11 Mirad con qué letras tan grandes os escribo de mi propio puño. 12 Los que quieren ser bien vistos en lo humano, ésos os fuerzan a circuncidaros, con el único fin de evitar la persecución por la cruz de Cristo. 13 Pues ni siquiera esos mismos que se circuncidan cumplen la ley; sólo desean veros circuncidados para gloriarse en vuestra carne. 14 En cuanto a mí ¡Dios me libre gloriarme si nos es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo es para mí un crucificado y yo un crucificado para el mundo! 15 Porque nada cuenta ni la circuncisión, ni la incircuncisión, sino la creación nueva. 16 Y para todos los que se sometan a esta regla, paz y misericordia, lo mismo que para el Israel de Dios. 17 En adelante nadie me moleste, pues llevo sobre mi cuerpo las señales de Jesús.

Bendición de despedida: 6,18

18 Hermanos, que la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu. Amén.

 

 

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