Concluye el tiempo de la Navidad con el domingo dedicado al Bautismo del Señor. Es el día en que Jesús nace “del agua y del Espíritu”. Preparémonos a escuchar la invitación de Jesús a Nicodemo: “tienes que nacer de nuevo”.
El Testigo que nos acerca al Misterio
La Navidad está acompañada siempre por testigos que nos acercan al Misterio de Dios. Y la Navidad concluye con Juan, el Testigo, que nos presenta ya al Jesús adulto, profeta e hijo de Dios y da testimonio de Él. Jesús tiene un poder único –según Juan-: ¡bautiza con el Espíritu Santo! Y Juan está autorizado para proclamarlo, porque él fue testigo de cómo “en el momento en que salía del agua del bautismo el Espíritu bajó sobre él como una paloma” y el Abbá –voz del cielo- decía: “Tú eres mi Hijo amado, a quien he elegido”.
Entrar en la “danza” de la Trinidad
El bautismo de Jesús, como también el bautismo cristiano –sacramento con el que nos iniciamos en la vida de la Iglesia- es siempre un acontecimiento trinitario. Es “entrar en la danza de la Trinidad”, en la perichóresis de amor divina. Somos hijos en el Hijo, consagrados en el Espíritu. Del agua y del Espíritu nace una nueva humanidad. Hoy también es Navidad.
Plegaria
Santa Trinidad, Abbá, Jesús, Santa Ruah, ¡cuán grande es vuestra condescendencia, que habéis querido hacernos partícipes del dinamismo increíble de vuestra Vida y Amor, ¡concedednos la gracia de ser siempre fieles al flujo de vida divina, de Gracia, en el que nos habéis incluido y expresado maravillosamente en nuestro bautismo.
Contemplación
El cuadro de la Trinidad de Rubliev (que podemos contemplar también en nuestro móvil o celular) puede servirnos hoy de referencia contemplativa. Contemplémoslo silenciosamente y dejemos que surjan en nosotros nuevos sentimientos al vernos incluidos dentro del dinamismo del cuadro.
Acción
Tras la contemplación, viene la acción. ¿Cómo evocaré hoy mi vida bautismal? ¿Cómo lo celebraré? Me dejaré llevar por la inspiración y la guía del Espíritu y el Amor de Dios Padre.
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