El cuarto evangelio nos muestra a un Jesús, lleno de energía durante su pasión y muerte. El autor del cuarto evangelio, el llamado “discípulo amado”, conocía muy bien a Jesús. Había sido su confidente, su mejor amigo. Por eso, lo que nos dice sobre la Pasión y Muerte de Jesús, merece toda nuestra atención.
Hoy, viernes santo, la madre Iglesia quiere escuchar su relato de la pasión. Entre otras cosas, porque no quiere que nos centremos en la tragedia del Calvario en sus aspectos más externos, sino más bien, quiere que nos encontremos en este día con el auténtico Jesús del Vienes Santo. El discípulo amado es el mejor testigo para hablarnos de Él. Estuvo con Jesús en la última Cena, lo siguió a casa del Sumo Sacerdote. Estuvo junto a la cruz de Jesús. Fue el último confidente del Señor y uno de los primeros en verlo resucitado.
Me llama la atención la forma de hablar de Jesús, según el relato que nos hace el cuarto Evangelista. Fijémonos en algunas de sus palabras:
- ¡Yo soy! ¡Dejad marchar a éstos!
- ¡Mete la espada en la vaina! Si he hablado mal, muestra en qué, si no ¿por qué me hieres?
- ¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros?
- ¡Mi reino no es de este mundo!
- ¡Todo el que es de la verdad escucha mi voz!
- ¡No tendrías ninguna autoridad sobre mi, si no te la hubieran dado!
- “Mujer, ahí tienes a tu hijo… ahí tienes a tu madre”.
- ¡Tengo sed!
- ¡Está cumplido!
Estas palabras no son las de un hombre fracasado, ni deprimido. Jesús podría tener razones para sentirse el más fracasado del mundo, pero ¡no! tenía una energía interior admirable. En medio del sufrimiento más oscuro, tiene una energía que todo lo supera. Jesús no es una víctima. Es señor hasta el último momento. Sus verdugos, quienes lo quieren juzgar, quienes lo condenan, son ¡las víctimas de su no-violencia!
Y es que, hermanas y hermanos,
- tiene más fuerza el amor que el odio,
- tiene más poder una mujer capaz de dar a luz un niño, que un herodes que mata a centenares de niños,
- tiene más poder quien enciende una luz, que quien apaga las luces de una ciudad.
Jesús, con su amor, sintiéndose amado por Dios y amando hasta el extremo, tenía en sí mismo energía suficiente para superarlo todo y para vencer amando a quienes lo mataban.
Al final ¡venció el Amor!¡el Amor de los Amores!
¿No lo habéis visto en el rostro de las personas que aman mucho? ¡Cuánto poder tienen! ¡Nada las vence!
- Borrad resentimientos.
- Acabad con la crítica permanente a los que os son contrarios.
- Perdonad sin condiciones.
- Amad sin condiciones.
- Sólo así seréis, seremos, hermanos de Jesús y tendréis el señorío que Él tuvo cuando se despidió de nosotros.
Gracias, Discípulo Amado de Jesús, por estas bellísimas páginas sobre el fin de Jesús, que nos dejaste. Gracias, porque cada año que las proclamamos nos parecen nuevas. Tú, que tanto amaste a Jesús, enséñanos a amarlo, a dar la vida por Él. Enséñanos el arte de la no-violencia, del no-resentimiento. Haz que hagamos del amor, como tú, nuestra “arma más poderosa”.
Viernes Santo,
circula el amor a borbotones…
lo que no es amor…. ¡ se está ahogando!
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