AUTORIDAD… ¿sin alma? o ¿con alma? (Domingo 31 del ciclo A)

Hoy la Palabra de Dios nos habla de diferentes formas de ejercer la “autoridad”: la autoridad empática, es decir, “con alma” y la autoridad farisaica, engañosa.

Dividiré esta homilía en tres partes:

  • Una autoridad lamentable… “sin alma”
  • La autoridad de la ternura y empatía
  • La alternativa de Jesús: denuncia y anuncio

Una autoridad lamentable… “sin alma”

Acabamos de escuchar la profecía de Malaquías. Su denuncia contra los Sacerdotes del Templo de Jerusalén fue terrible: ¡no dan gloria a Dios! Y ¿por qué? Porque su autoridad estaba emponzoñada por el engaño y la mentira, el favoritismo y la acepción de personas, la corrupción, el abuso de autoridad. Este hecho nos recuerda los abusos del clericalismo en la Iglesia, no digamos, los abusos sexuales con menores que nos han emponzoñado.

Malaquías los maldice y los amenaza con echarles estiércol a la cara. Pero concluye su profecía con una lamentación:

“¿No tenemos todos un solo Padre?” ¿Por qué el hombre despoja a su prójimo, profanando así la Alianza?

La autoridad de la ternura y la empatía

La carta a los Tesalonicense, firmada por el trío de evangelizadores -Pablo, Timoteo y Silvano- muestra un talante muy diferente a los sacerdotes del templo, denunciados por Malaquías. Así le hablan a la comunidad:

  • “Os teníamos tanto cariño. Os queríamos entregar hasta nuestras propias personas… Os habíais ganado nuestro amor”
  • “No cesamos de dar gracias a Dios”

¿No es ésta una forma de autoridad “con alma”? ¡Qué alejada de la frialdad, de la actitud controladora, de la falta de empatía, del distanciamiento jerárquico! Es una autoridad para hacer el bien y nunca para imponer los deseos perversos del “ego”.

La alternativa de Jesús: denuncia y anuncio

Jesús invita a obedecer a las autoridades, pero con reservas: “haced lo que ellos os dicen, no lo que ellos hacen”:

  • cuando son hipócritas, falsos, impositivos y holgazanes: “lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente, pero no están dispuestos a mover un dedo para empujar”;
  • cuando son vanidosos y todo lo hacen para que los vea la gente;
  • cuando solo buscan los primeros puestos y que la gente los llama “maestros”.

La alternativa que Jesús propone es ésta:

  • ¡No aceptéis títulos, ni protocolos mundanos! Vosotros, no os dejéis llamar “maestro”… ni “consejeros”… ni “padre”
  • ¡Poneos en el último lugar y… nada de precedencias! El primero entre vosotros, sea el servidor
  • Dios pondrá la auténtica autoridad en su lugar: El que se enaltezca será humillado. El que “abuse” será descubierto y condenado.

Conclusión

¿Hay todavía entre nosotros algo de esto? ¿Hay vanidad, hipocresía, personas que buscan siempre un cargo más elevado, vedettismo religioso? El papa Francisco denuncia el “clericalismo”, como uno de los males de la Iglesia actual. ¡Aprendamos todos la lección de Jesús, del profeta y del  trío apostólico de Tesalónica!

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