Navidad significa nacimiento, origen, génesis incesante y poderoso, que vence la muerte y la nada. Pertenecemos a la historia de la Navidad permanente. Pero hay una Navidad que ilumina y engrandece todas las navidades: el Espíritu Santo y María de Nazaret la protagonizan. A ese misterio vamos a dedicar nuestra liturgia en los próximos días. Ese es el camino que vamos a recorrer en cuatro etapas:
Primera: Hacia el portal de Belén para contemplar -como los pastores- el nacimiento de Jesús (noche del 24) y comprender su misterioso significado (de día, el 25).
Segunda: Hacia la casa familiar donde se despliega el maravilloso proceso de la maternidad de María: el Hijo es contemplado desde la Madre, mujer habitada por el Espíritu y esposa de José (1 de enero 2023).
Tercera: Tras la estrella hasta el portal con los Magos: el día de la irradiación misionera, pues la gloria de Dios es revelada a representantes de todos los pueblos (6 de enero 2023).
Cuarta: Hasta el río Jordán, donde Jesús es bautizado: Juan Bautista es el testigo privilegiado de segunda Epifanía o manifestación de Jesús como hijo de Dios y ungido por el Espíritu (8 de enero 2023)
Recorramos los caminos de la Navidad. Volvamos al origen. Enraicémonos en la raíz y todo florecerá de nuevo.
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