Comienza hoy la semana más sagrada del año. La que era más sagrada en el calendario judío en tiempos de Jesús. La que es más sagrada en nuestro calendario cristiano y que denominamos “semana Santa”.
El evangelista san Marcos nos narra lo que sucedió en esta semana última de la vida de Jesús, día por día, hora por hora (¡las horas de Roma: tercia, sexta, nona!). Hoy también se abre la liturgia con la proclamación del evangelio de Marcos y su relato de la pasión.
“Un día de primavera del año 30 entraron en Jerusalén dos procesiones” (Marcus J. Borg – John Dominic Crossan, La última semana de Jesús. El relato día a día de la semana final de Jesús en Jerusalén).
La entrada de los campesinos galileos
La entrada en Jerusalén de los campesinos se inició -según Mc 11,1-11) desde el Este de la ciudad, bajando el monte de los olivos, hasta entrar en la ciudad de Jerusalén. En esa manifestación había un personaje central: era Jesús. Se inspiró en la profecía de Zacarías, que había anunciado:
de Jerusalén vendría un “rey humilde y montado en un en un joven boriquillo. Este rey acabaría con la guerra en todo el país. Ya no habría más carros de combate, caballos de guerra, arcos de tiro. Impondría la paz a las naciones, sería rey de paz”.
Zac 9,10
Jesús les pide a dos de sus discípulos que entren en el siguiente pueblo y le traigan un joven borriquillo. Jesús venía de Galilea, unos 160 km al no. Su mensaje versaba sobre el “Reino de Dios”. Sus seguidores pertenecían a la clase campesina.
La otra entrada de las fuerzas de Roma
. ¡Todo lo contrario de lo que sucedía e la otra punta de la ciudad, en el oeste! Se trataba de la procesión imperial. El gobernador romano de Idumea, Judea y Samaría, Poncio Pilato, entraba en Jerusalén a la cabeza de una columna de caballería y de soldados imperiales. El gobernador romano se hace presente en Jerusalén con motivo de la principal fiesta de los judíos, par5a actuar cuando surgiera cualquier conflicto y, más, cuando en la Pascua el pueblo celebraba su liberación de Egipto y su condición de pueblo de Dios. Pilato y sus tropas reforzaban así la vigilancia, desde la fortaleza Antonia sobre el templo y sus patios, sobre el pueblo judío. Esta entrada en Jerusalén era bien conocida por los judios del siglo I. Su mensaje era claro: mostrar el poder imperial de Roma y también la teología imperial de Roma.
La contra-manifestación
Jesús planifica esta “entrada” en Jerusalén en un contexto muy peligroso para su vida y la de sus seguidores. Jesús está rodeado por una multitud de entusiastas -simpatizantes y seguidores- que extienden sus ropas, siembran la calzada de hojas y ramas gritando:
“Hosanna. Bendito el que viene en nombre del Señor. Bendito el reino de nuestro antepasado David, que ahora viene a nosotros. Hosanna en lo más alto del cielo.
Este contraste entre el reino de Dios y el del César es central en el evangelio de Marcos. La última semana de Jesús será la confrontación de los dos Reinos: el del César y el de Dios. La semana termina con la ejecución de Jesús a manos de los poderes del imperio. La semana Santa es el relato de esta confrontación.
Conclusión
Dos procesiones entraron en Jerusalén aquel día. A nosotros, seguidores de Jesús, se nos plantea hoy una cuestión decisiva, una alternativa: ¿en qué entrada en Jerusalén estamos? ¿En qué manifestación queremos estar? Es la pregunta de este domingo de Ramos y de la Semana que está a punto de desarrollarse. Se trata también de una cuestión política y religiosa. ¿Quién es nuestro Dios, nuestro Rey? La política presenta muchas veces rasgos idolátricos. Por el “partido político” se está dispuesto a mentir, a vivir obcecado, a adorar la “ideología” como si se tratara de un dogma divino. Quienes pasan al seguimiento de Jesús, ven la realidad de otra manera. Esta Semana Santa nos puede llevar a una conversión “también” política: la política de la mansedumbre, de la justicia, de la paz.
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Hola: ¿Cuál es su fuente histórica, respecto a la entrada simultánea de Pilatos y Jesús a Jerusalén?
Marcus J. Borg – John Dominic Crossan, La última semana de Jesús. El relato día a día de la semana final de Jesús en Jerusalén. Ambos autores ofrecen en sus estudios sobre el Jesús histórico abundante documentación. A ellos me refiero en el inicio de esta reflexión.