¡EN PIE DE MISIÓN! La Cruz en solidaridad con Jesús

Pedro Manuel Sarmiento, cmf

No hay cristianismo sin misión. Toda persona bautizada es portadora de una misión, la misión misma de Jesús. Tenemos miedo de dar testimonio. Nos parece que es un atentado contra la libertad de los demás. Incluso a veces, juzgamos que dar testimonio nos vuelve fundamentalistas. ¡No es así! Quien da testimonio ofrece lo mejor de sí mismo a la persona con la que se encuentra. Lleva un tesoro, capaz de establecer relaciones de gran proximidad. Los testigos de Jesús no se avergüenzan de su Señor. Quien cultiva día a día su relación amorosa con Jesús, no puede impedir que se le note, que su experiencia se contagie. Este domingo, 28 de junio 2020, nos pide que estemos en pie de misión, en todo momento, en el espacio geográfico en el que vivimos. No olvidemos que nuestro testimonio y servicio puede hacer milagros.

Hospitalidad fecunda: 2 Rey 4,8-11.14-16ª

La hospitalidad es una de las grandes virtudes. Es también sumamente necesaria en nuestro tiempo. Hay personas que sin saberlo, acogieron a ángeles, nos dice la palabra de Dios.

  • Era una mujer importante de Sunem.
  • Era estéril y su esposo ya no podía darle un hijo.
  • Esta mujer no deseaba otra cosa que “vivir en medio de su pueblo”.
  • Pero además, tenía una especial sensibilidad: supo descubrir al siervo de Dios, Eliseo, y lo acogió en su casa.
    • Primero le pidió que se quedara a comer.
    • Después -con el consenso de su esposo- hizo construir una habitación independiente -con una cama, una mesa, una silla y una lámpara- para el profeta.
  • Esta hospitalidad le atrajo la gracia de Dios y le fue concedido el don de la fecundidad.

Nuestro tiempo hace difícil la virtud de la hospitalidad.

  • No tenemos las condiciones sociales adecuadas para ser acogedores, hospitalarios con los extranjeros, con las personas que Dios nos envía.
  • Hay que cambiar estructuras, la visión que tenemos de la sociedad… para poder hacer que emerja entre nosotros la hospitalidad.
  • Con ella nos vendrán todos los bienes.
  • Sin hospitalidad la vida no se regenera.
  • ¡Cuánta falta de hospitalidad en no pocas parejas! ¡Qué amor tan infecundo! ¡Cuánta falta de hospitalidad nos hace incapaces de generar una nueva sociedad!

Morir al pecado y vivir para Dios: Rom 6,3-4.8-11 

Pablo interpreta la muerte de Jesús y la define como “muerte al pecado”. Si analizamos cómo y porqué Jesús murió descubriremos qué significa “muerte al pecado”.

  • Jesús murió porque no quiso identificarse con el sistema del templo de Jerusalén: “Habéis convertido la casa de mi Padre en cueva de bandidos”.
  • Jesús murió porque dijo que Él era el templo vivo de Dios y reivindicó para sí mismo la Presencia de la Gloria de Dios.
  • Jesús murió porque le dijo al mismo Prefecto romano que su poder le venía de Dios.
  • Jesús murió porque se puso de parte de los más pobres, de los leprosos, de los marginados sociales, de los pecadores. 

El bautismo nos solidariza con la vida de Jesús, con su forma de vivir y de actuar.

  • El camino hacia la Vida, la vida del Reino de Dios, es un camino de muerte.
  • Quien quiera ganar su vida la perderá. No es cuestión de ganar, sino de perder. Y no se trata de perder por perder, sino de perder para ganar.
  • Jesús nos dice que si queremos entrar en la Vida, hemos de dejar cosas, muchas cosas, dárselas a los pobres y seguirlo hasta el Calvario.
  • La muerte al pecado es muy dolorosa a veces. Nos hace entrar en la noche oscura. Pero se nos promete que después de la noche oscura, comenzará un largo amanecer y aparecerá la Vida.
  • Morir al pecado no es una acción voluntarista. Es, más bien, aceptar las muertes que ponernos de parte de Dios y de su Reino, nos trae. En esas muertes no hay que perder el ánimo, ni deprimirse… porque llegará la VIDA.

Consejos evangélicos para el Mensajero: Mt 10,37-42   

Maximino Cerezo Barredo, cmf

Jesús continúa su discurso apostólico, según el evangelio de Mateo que estamos proclamando estos domingos.

  • Jesús continúa dando sus consejos a sus enviadas y enviados.
  • En algún momento de este discurso Jesús nos identifica con el gran profeta Eliseo. Él fue capaz de abandonar a sus padres, de olvidarse de sus propios intereses; quien lo acogió, se vio recompensado por Dios.
  • Esa figura de Eliseo, ilumina la identidad de cada cristiano o cristiana cuando actúa como enviado y profeta de Jesús. Estos son los consejos que el Señor le da :
  • Primero: «El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí”.  El misionero, la misionera de Jesús no debe anteponer nada, ni nadie a su Señor. En caso de conflicto, el Señor es lo primero.
  • Segundo:  “El que no toma su cruz y me sigue detrás no es digno de mí”. Seguir a Jesús implica estar dispuesto a una solidaridad tal con Él que uno no tema las consecuencias. La cruz de Jesús es como el yugo llevadero. Siempre la cruz es llevada de una forma solidaria: Jesús y nosotros. Esa es la experiencia de los mártires.
  • Tercero: “El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará”. Perder es ganar, y ganar es perder, cuando uno sigue a Jesús.
  • Cuarto: «Quien a vosotros recibe, a mí me recibe, y quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado». Cuando actuamos como cristianos, Jesús actúa en nosotros. No hace falta ser jerarquía eclesiástica, para representar a Jesús. Cualquier cristiano lleva en sí mismo la representación de su Señor, sobre todo, cuando pierde su vida por Él.

Para contemplar:
EN MISIÓN (JMJ, Rio de Janeiro)

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