El evangelio, que hoy (jueves, 23 de abril 2020) proclamamos en la Eucaristía está precedido inmediatamente por esta frase del gran Juan Bautista: ¡Es preciso que Él crezca y yo disminuya”. Seguidamente el Bautista da su testimonio sobre Jesús. No se sirvió de Jesús para auto-enaltecerse, sino que asumió una actitud de disminución para que Jesús no quedara ensombrecido. Cuando un dedo apunta hacia algún lugar, no hay que centrarse en el dedo, sino aquello que detecta y muestra. ¡Cuántas veces tendemos a convertirnos en dedos idolátricos! Lo importante es que se nos mencione, o mencionar a determinados personajes y no tanto a lo que apuntan. Hoy también podemos caer en la papolatría,o en la sacerdolatría, o políticolatría. Y dedicarnos a loar y adorar a esos dedos y no a lo que apuntan. Como decía aquel que idolatraba a su novia: “Aunque ateo y masón, rezar contigo ¡cuánta devoción!”. Cuando nos convertimos en pura referencia a Jesús, entonces, solo entonces, somos “testigos” auténticos y veraces.
El “amigo del Esposo” como testigo, o dedo que indica
Más importante que las personas que saben mucho sobre Jesús, es lo que ellas nos muestran de Jesús. Más importante que “el amigo del Esposo”, es “el Esposo”. Juan sabe que Jesús ha venido para establecer una Alianza de Amor con su Pueblo. Para el testigo es importante ponerse al servicio de la Boda, del Esposo y de la Esposa.Y ¿cómo presenta al Esposo?
- El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en su mano.
- Jesús viene de arriba y es portador de un mensaje del cielo; por eso, da testimonio de lo que ha visto y oído. Jesús habla palabras de Dios. Jesús es la Palabra de Dios… aquí en la tierra pronunciada. Es el Testigo fiel y veraz. Viene de arriba y está por encima de todos.
- Da el Espíritu sin medida.
Y ¿qué dice de quien acoge el mensaje y la persona de Jesús?
- El que acepta su testimonio confirma que Dios es veraz.
- El que cree en el Hijo tiene vida eterna.
- El que no escucha y acoge al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece en él
Vemos aquí cómo Juan el Bautista -que bautizó a Jesús en el Jordán y vio abrirse los cielos y escuchó las palabras del Abbá y vio al Espíritu -en forma de paloma- posarse sobre Jesús- da testimonio y deja el escenario libre para que Jesús lo ocupe: para manifestarlo a Israel.
¿Cuenta hoy Jesús con testigos contemporáneos?
Para hacer a Jesús accesible a nuestros contemporáneos hemos resaltado mucho, muchísimo su humanidad. Hemos hablado mucho del “Jesús histórico”. Y hemos tratado de comprender su tiempo, su cultura, su lenguaje. Hemos querido reconstruir el escenario en que vivió para comprenderlo mejor. Esa es la parte “arqueológica” de la reflexión sobre Jesús. Pero ¿consiste en eso el testimonio? Jesús aparece como un modelo ético, como un militante liberador o como un revolucionario del amor a los más necesitados. En cambio, el testimonio de Juan Bautista -que hoy meditamos- es apocalíptico, supera los tiempos, es pneumatológico porque habla del Espíritu.
¿Proclamamos hoy la “divinidad de Jesús” -más allá de la forma ritual del Credo-, como nuestra convicción más profunda? ¿Creemos de verdad que viene de Dios, que Él es la Luz de Mundo, la vida, por quien todo fue creado? ¿Creemos como Tomás, tras su incredulidad, que exclamó: “Señor mío y Dios mío”?
Sí, hemos de romper la barrera del racionalismo y entrar en la esfera de lo que nos parece imposible: “creer en el Gran Milagro para ver”. Y dar testimonio -como el Centurión junto a la Cruz- de que “verdaderamente era el Hijo de Dios.
Los testigos hemos de hablar, más que como eruditos en la materia, más que como personas interesantes que siempre dicen algo nuevo, más que como liturgos a quienes todos admiran, como “dedos que apuntan” hacia el Misterio. Y para ello ¡el Espíritu Santo nos ha sido concedido sin medida! Es el Espíritu Santo el que nos hará hablar de Jesús “como nuestro contemporáneo” y nos indicará como a Juan Bautista qué palabras utilizar, qué experiencias transmitir, qué sueños proponer. Hoy, más que nunca, necesitamos una “Pneumatología cristológica” o “la cristología del Espíritu”. Es el Espíritu Santo el que nos lleva a la verdad completa… ¡hasta nuestro tiempo!… sobre Jesús. Cuando el Espíritu se derrama en nosotros, el virus de la egolatría desaparece.
Oración
Jesús, creo que vienes de arriba -del cielo-, que has sido enviado por el Abbá, que Él te ha dado todo poder sobre todas las cosas; creo que hablas palabras de Dios y que eres el mejor testigo de lo que has visto y oído. Libéranos de nuestro egocentrismo y haz que acojamos sin reservas tu testimonio tan creíble; derrama sobre nosotros el Espíritu… derrámalo sin medida… necesitamos sentirte en este nuestro tiempo y espacio.
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