Se trata de un libro apasionante para quienes nos interesamos por las relaciones entre la Iglesia y el Estado español en lo referente al tema educativo. Y ésto en las tres dimensiones del tiempo: en su pasado, en el presente y en el futuro. En el libro escrito por el profesor José Luis Corzo Toral se refleja una historia apasionada que hemos vivido y que sigue poniéndonos serios desafíos, muchos de ellos irresueltos. Se trata de un punto de fricción serio entre la iglesia y la sociedad española. De ahi el título tan provocador: “Jesucristo falta a clase”.
Falta el Maestro, falta en el libro de texto, falta en el microclima educativo. O tal vez se hace presente en otros espacios educativos alternativos, o meramente en la ausenia de tales espacios: con los no escolarizados. La imagen de la portada del libro lo refleja: unas mesas de alumno vacías y una clase vacía, ofuscada –eso sí- por una luz exterior que viene de lo alto; nos sugiere la ausencia de un alumno que debería ocupar su puesto, junto a otros puestos también vacíos.
El profesor José Luis nos indica que Jesucristo falta a clase, porque:
ü No es un personaje de la escuela española (es decir la escuela obligatoria para las chicas y chicos de este país hasta los 16 años), como lo son otros importantes personajes históricos.
ü Se solidariza con 113 millones de niños que no tienen todavía acceso a la enseñanza primaria y en los 880 millones de adultos analfabetos; aliado con todo ellos, ¡falta a clase! porque “lo que hicísteis a uno de estos mis pequeños hermanos, a mí me lo hicísteis! (Mt 25,45).
ü porque hay educadores -¡incluso cristianos!- que no lo hacen presente, porque es un profeta alternativo, porque no se rinde ante los sistemas interesados. Incluso hay educadores e instituciones que parecen señalar donde está: pero el Jesús apocalíptico dice: “No les hagáis caso, pues señalan a un anti-cristo”. Por eso, puede ocurrir que se aleje de nuestras clases.
Me detengo en el subtítulo: “Notas de teología de la educación”
La teología está muy presente en esta obra: desde el principio hasta el final. Las notas teológicas acompañan toda la reflexión y se entreveran con reflexiones históricas, filosóficas, culturales, pedagógicas. Es una auténtica dimensión transversal.
Si yo pudiera expresar en pocas palabras la teología de fondo de una teología de la educación, afirmaría lo siguiente:
ü La teología de la educación forma parte de la “teología de la misión”
ü La categoría teológica de misión no es hoy una categoría de coincidencia y de encuentro. Se suelen ofrecer visiones parciales, fragmentarias de la misión. Pero si se tiene una visión holística entonces se descubre, que ni los ministros ordenados, ni los sectores más religiosos, ni si quiera los cristianos, tenemos el monopolio de la misión. La misión es compartida, pero hasta en niveles insospechados. El ámbito educativo y pedagógico es la mejor muestra de ello. Esa gran misión la lleva adelante y la anima el Espíritu Santo y, además, en lucha dramática, con los malos espíritus. La misión consiste en compartir la “missio Dei”, que hoy se nos revela como “missio Spiritus”. José Luis presenta sobre todo en su primera parte una pneumatología de la misión educativa.
ü La teología de la misión educativa es un auténtico laboratorio donde se desarrolla el paradigma de misión que en nuestro tiempo es necesario y adecuado para toda la Iglesia.
ü La misión es entendida como “misión” no tanto ad gentes, sino ”inter gentes” – es la misión del diálogo, del encuentro de los diferentes, de la hospitalidad mental.
ü Probablemente el “Padre nuestro”, la visión de Dios como Padre debería ser contemplada desde la perspectiva del “Dios educador”.
ü El método pedagógico como “método mistagógico”.
Los desafíos de la misión educativa
El profesor Corzo enuncia tres:
ü “la exclusión escolar o educativa de millones de niños y jóvenes”: exclusión debida mayoritariamente a la pobreza de los países, a la falta de medios. Vemos que las grandes potencias colonizadoras no han logrado crear espacios educativos para todos allí donde ellas han actuado y a veces muy cercanas a la Iglesia.
ü La introducción en los procesos educativos de una mentalidad crítica, profética, no manipulada por las ideologías.
ü Mantener la voz del evangelio en la cultura secular
Y yo añadiría: que la Iglesia reformule su mensaje, sus textos, su visión teológica y moral de modo que aparezca como hermana de la humanidad, sencilla, dialogante; que confíe más en la fuerza del mensaje mismo, que en la contundencia y poder de quien la transmite.
Estructura del libro
El libro de 170 páginas está dividido en tres partes:
ü Primera parte: La escuela es un arma.
ü Segunda parte: Educación y a fe
ü Tercera parte: la clase de Religión
1ª parte: La escuela es un arma
El sistema
La tarea educativa tiene que vérselas con el sistema de vida en que se inserta (p.23). Ante el sistema el educador ha de tomar partido. “Los educadores que no hacen política practican de hecho la política de la sumisión al más fuerte” (Giulio Girardi).
El sistema económico vigente en nuestro mundo proclama “educación para todos”, pero ¡dentro del sistema! Nunca ha sido el educador menos libre que en este sistema que tiende a unificar todos los procesos educativos, a vigilarlos, controlarlos… (p. 31), ante el gran aparato educativo del sistema, que trabaja eficazmente de correa transmisora del mono-poder cultural (p. 31).
La adulteración de la cultura, el concubinato de la cultura con el sistema han provocado movimientos anti-sistema; por eso hay movimientos en los cuales se descubre un gran rechazo cultural. Hay también teologías –prosistema, que lo justifican casi todo.
Distintos tipos de educadores cristianos
ü El limpio: los que niegan la cultura; se abandona la escuela a favor de la catequesis: escuela espiritualista, pietista, ritualista. Dicotómica siempre: catequistas y ocasionalistas. – Modelo pietista. Insiste en las clases de religión para elevar a los alumnos al plano religioso.
ü El conquistador: conquistar el mundo para Cristo: doctrinarios y estrategas. Moledlo integrista. Opta por la pureza de la doctrina y del ambiente, preservando a los alumnos de cualquier peligro que pueda atentar contra su salud física y, sobre todo, espiritual
ü El educador con “los pies en el suelo”: seculares y comprometidos. Modelo secular. Suele tener una visión optimista de la realidad Es de carácter liberador y ve la religión siempre en conexión con la historia
Surgen de aquí pedagogías revolucionarias, pedagogías reformistas, pedagogías ecológicas -diría yo- Estas últimas tienen en cuenta la complejidad, no son unitaterales ni monocausales. Se inmergen en la trama de la vida y solo absolutan el todo, pero nunca la parte.
No se puede elegir una de estas tres presencias excluyendo las demás, nos dice el profesor Corzo. El modelo pietista nos ofrece su referencia a la trascendencia; el modelo integralista nos presenta la interpelación permanente de la fe; el modelo secular nos ubica en el espacio y en el tiempo, en los procesos encarnatorios.
Ante tales tipos o modelos hemos de decir:
ü No es fácil equilibrar la tensión permanente entre naturaleza y gracia
ü La teología de la gracia influye en nuestra pedagogía cristiana: pedagogía de anuncio y predisposición a la salvación
ü La importancia de los testigos, y yo añadiría de los “mistagogos”, de las personas capaces de introducir en el misterio de Jesús y de ofrecer una “evangelica testificatio”.
Cómplices de los pobres
La escuela se justifica ahora en España sin los católicos, como si ya no existieran (p. 43).
La escuela es un arma de vencedores o de vencidos: ¡a elegir! Puede ser un recurso para la reproducción social, o para la transmisión de la fe. Hemos pasado de la obra de misericordia (enseñar al que no sabe) a una acción de apostolado o proselitismo: escuela para hacer prosélitos.
¿Por qué la escuela es un arma? Antiguamente no había escuela para todos. Sólo para los nobles; claro si los pobres hubieran aprendido a leer y escribir habrían abandonado los trabajos serviles. Fue lo contrario lo que realizó san José de Calasanz, pensando en la educación y escuela de los niños pobres: erscribir, leer y contar. Fundó escuelas “pías”, es decir, gratuitas para la educación de los niños pobres.
La ignorancia de los pobres es un arma que los ricos manejan muy bien. Por eso, la escuela puede ser un arma decisiva en manos de los pobres para su liberación. Y los centros académicos para ricos, que se transformen en cómplices con los pobres.
La socialización de la enseñanza ha sido un bien para la sociedad. Una vez establecido por el Estado el servicio público y gratuito de la educación para todos los niños, defenderse contra el monopolio estatal ha llevado a los particulares a aducir el derecho a la libertad de educación; sostienen así que sus escuelas más que privadas son centros de iniciativa social.
¿Cuál es la función social de la escuela contemporánea? ¿Reproductora del sistema social? Lo cierto es que la escuela resulta cada vez más funcional al sistema. También la teología pastoral oficial cae en lo mismo: hacer de la escuela un lugar de adoctrinamiento. No es lo mismo educación que enseñanza, porque como dice el autor en el título de un libro suyo anterior “educar es otra cosa”.
Segunda parte: Educación y a la fe
La escuela, no es un espacio para la clonación de los ciudadanos y su domesticación. ¡Es un lugar de aprendizaje! No debe ser programada excesivamente para que solo se enseñe saber sabido Hay que dejar en ella resonar lo real en sus tres áreas: naturaleza, los otros y Dios. ¿Y si la voz de Dios sonara en la cultura? (p. 58).
Entre la manipulación y la esperanza
El elenco de didácticas para la transmisión de la fe a lo largo de veinte siglos de cristianismo es muy amplio y ha variado según las circunstancias históricas de la Iglesia. ¿Por qué no preferir la educación en la caridad y la esperanza a la educación en la fe, que ha sido la siempre habitual?
Hay quienes no se fían sin más de lo que ven y hablan de la transparencia de la realidad. Los fideistas todo lo ven en Dios; y les parece imposible una escuela sin religión. Los cientifistas todo lo ven sin Dios; y les parece superflua o contraproducente la religión en la enseñanza. A quienes ven la transparencia y simbólica de la realidad descubren la transversalidad de la religión. A ello ayuda el recuperar la mirada simbólica.
El mayor riesgo en la educación es dar por conocida la realidad para simplemente utilizarla o situarnos ante ella. Hay que acariciarla con cuidado por si surgen símbolos.
“Unos quieren que la escuela enseñe el catecismo, otros que ignore la religión. ¿No hay posibilidad de acuerdo sobre la necesaria iniciación en el inmenso territorio delos símbolos?” (p. 65).
Dos procesos en la misma persona
En lugar de la actitud normativa preferimos el diálogo. Es la misión como diálogo: no la “missio educativa ad”, sino la “missio educativa inter”.
Nada asegura que un cristiano por el mero hecho de serlo sea mejor educador que un agnóstico o un ateo. Educación y fe no se suplantan: en todo caso, se requieren (p. 66).
De hecho se hace necesaria una nueva comprensión de la misión. En la misión entra como parte integrante, la actitud dialógica.
La relación entre educación y fe nos permite situarnos en un nuevo espacio de encuentro y diálogo.
ü Por educación entendemos madurar, crecer como persona en relación múltiple. Pero ¿una persona que no educe su dimensión religiosa está adecuadamente educada?
ü ¿Primero formar a la persona y después al cristiano? ¿Es adecuada esa secuencia tantas veces propuesta?
ü ¿No deberá ser un proceso conjunto, abierto, complejo, interactivo, transversal?
ü En el interior del proceso educativo se contiene la posibilidad misma de la fe.
El salesiano Giuseppe Groppo ha estudiado el estatuto epistemológico de la teología de la educación. Al analizar las relaciones entre pedagogía y teología señala seis modelos:
ü El conflictual: divergencia entre ámbitos
ü El de coexistencia pacífica: su mutua independencia
ü El normativo o jerárquico: pretende transmitir desde la fe en qué consiste una auténtica educación
ü El analógico: leer la soteriología desde la educación, la historia salutis como paedagogia Dei.
ü El funcional es oportunista y unas veces hace útil la fe para inculcar mejor las virtudes sociales, y otras al revés
ü El modelo “dialógico” e incluso dialéctica que confronta permanente las dos áreas: pedagogía y teología.
La religión de la historia y de la encarnación es especialmente apta para este encuentro. La revelación llega a nosotros como una meyéutica de la historia. De la historia sale la revelación.
En el cristianismo tenemos que rescatar el valor de la historia pospascual comointervalo, expectativa del fin de los tiempos, como tiempo del Espíritu. (p. 74). Abandonar el triunfalismo de la pascua y descubrirlo en los conflictos, en las exclusiones e injusticias, en el proceso que pende sobre millones de seres humanos (p. 74).
Un auténtico y genuino pedagogo no se enfrentará de seguro a esta visión de la revelación, de la religión y de la historia. No verá en ello una amenaza al crecimiento personal. “Dar la palabra” es la consigna pedagógica de los mejores pedagogos contemporáneos.
Sustituir la realidad por su imagen (Baudrillard) es el enorme fraude de nuestro mundo.
La educación habría de realizarse en los siguientes pasos:
ü La apertura
ü El conocimiento
ü El ajuste con el mundo
“Confío en que muchos pedagogos estarán de acuerdo conmigo en que la escuela, por múltiples motivos, debe negarse a servir a ningún dios de moda, y por ello también puede negarse a exigir una confesión religiosa determinada a sus profesores y a sus alumnos; es decir, debe proteger su laicidad no excluyente., Sin embargo, creo que se incapacita del todo para discutir y proponer un buen ajuste con lo real si se niega a estudiar en las aulas las diferentes religiones vigentes en el mundo actual. De aquí mi interés por la presencia de Cristo en la escuela. Sin exclusivas ni derechos de propiedad” (p. 81).
La pastoral juvenil se aleja de la Escuela y de la Educación “a la fe”
El abandono de la escuela por parte de los pastoralistas juveniles me parece lo más alarmante. La ven como un barco a la deriva, irrecuperable ya para la acción pastoral. A lo más que se llega es a considerarla como “plataforma” pastoral. En cambio Don Milani decía: “No me siento párroco más que haciendo escuela”. Se piensa, en última instancia, que hay que abandonar la escuela a su suerte e imaginar de otra forma la acción pastoral juvenil.
La tarea escolar es una auténtico acción misionera. Nos falta descubrir al Dios educador, al Espíritu como el creador de climas y microclimas educativos, como movilizador e innovador de la historia. Reducir la misión al ministerio “ordenado” es reductivo. La misión cuenta con los ministerios no solo eclesiales laicales, sino con los “ministerios del pueblo de Dios”.
La escuela católica entra de lleno en la misión salvífica de la Iglesia y particularmente en la exigencia de la educación a la fe (La Escuela Católica, de 1977) (p. 90-91).
La escuela es un “octavo sacramento”.
La propuesta mistagógica
3ª parte: la clase de religión
La teoría oficial sobre la clase de Religión en España, que procede de los Acuerdos de la Iglesia y el Estado español de 1979 y de su interpretación posterior –socialistas y populares, obispos españoles de la Comisión de Enseñanza y Catequesis o Conferencia Episcopal. A ello se debe el deterioro progresivo de la presencia de Jesucristo en la Escuela española. ¿Es la culpa de los enemigos de la Iglesia y de la Religión?
La Constitución se hizo bajo el consenso de las dos Españas y sobre una base “aconfesional” pero no laica. Hoy el contexto es autonómico, europeo, intercultural, interreligioso, de hospitalidad hacia los inmigrantes, una nueva sensibilidad planetaria.
“Si hay un tema relevante en este fin de milenio, este es sin duda el religioso” (Eugenio Trías).
Es incomprensible porqué la fe cristiana está ausente del ámbito universitario público español. ¿Es la religión cosa infantil? ¿Es sólo una cuestión privada?
Se pelean por el niño, pero no es suyo
La defensa de la clase de Religión ha ido cambiando de argumentos a lo largo del tiempo. La religión ¿una clase al lado de otra? ¿Dios en línea con todos los seres¿ ¿Renunciaremos a la hora de Religión?
Se esgrimen argumentos constitucionales. Los argumentos desde el punto de vista jurídico internacional son impecables. Pero esos argumentos resultan ineficaces. Treinta años protestando, y qué
Pasar de la defensa del derecho de algunos a la oferta del servicio a todos:
“La enseñanza de la religión es una ocasión cultural que no hay que perderse” (Obispos italianos)
Se trata de una gran oferta cultural. Hay que atreverse a saber de religión. Es necesario interesar a la sociedad por la trascendencia, por el misterio de la realidad. El acceso simbólico a la realidad en la educación, el saber “acariciar a los símbolos” creará espacios de encuentro entre los diveros tipos de educadores.
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