Desde el caos “divino” hacia la re-creación

Tenemos miedo al caos. Decimos a veces: “me encuentro perdido, paralizado, con un gran cacao mental….” El caos es un arma poderosa. Todos tenemos una relación real con el caos. El caos es un arquetipo de destrucción y transformación que actúa en todos los seres vivos. La palabra “caos” se refiere a un estado de desorganización. Pero el caos es, a la vez, destructivo y creativo. En el mundo clásico griego “chaos” significaba “el vacío primitivo, el espacio” y derivaba de un término indoeuropeo que significaba “hueco, estar abierto de par en par”. Los mitos nos dicen que Caos dio a luz (sin pareja) a Gaia y Eros. Luego Gaia dio a luz a Urano. Así, de Caos nació todo lo que existe… hasta esa energía divina, ese amor divino que es Eros.

Todo el mundo está experimentando el caos divino.  Para poder vislumbrar la mano de Dios en el caos hay pensar holísticamente.

El caos es la desorganización que espera la mano del artista, las conexiones adecuadas, la innovación estética, el descubriiento de inéditas posibilidades. Para los perezosos el caos se presenta como eterno, como un seno materno sin puertas al exterior, como una cárcel oscura, desorganizada e inexplorada. Para las personas inquietas y buscadoras, el caos es lugar de múltiples ensayos, posibilidad de innovación, recursos inéditos.

Está bien que cada uno nos preguntemos:

  • ¿Cuál es mi relación con el caos? El caos produce cambios constantes en mi vida. Hay señales, advertencias, corazonadas, sensaciones que nos alertan respecto a un cambio inevitable. En lugar de luchar contra el cambio que viene, es mejor escuchar, prepararse y actuar. Sí, recibimos advertencias de un cambio
  • ¿En qué lugar del caos se encuentra mi vida? ¿Qué me transmite?
  • ¿Qué areas de mi vida deseo mantener sumidas en el caos?
El caos también tiene que ver mucho con la presencia de Dios en mi vida. Lo divino puede encontrarse en mí en estado caótico, sin forma, sin camino de salida. Puedo estar viviendo el “caos divino” de mi espiritualidad repetitiva, cansina, llena de posibilidades pero sin posible despliegue.
Quien resista el “caos divino” llegará a experimentar cómo un día el Espíritu creador -invocado una y mil veces- responde y hace que su viento fuerte todo lo coloque en su lugar, y emerja así la nueva creación, la nueva creatura soñada por Dios en cada uno de nosotros.

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