Imaginemos un castillo construído con gruesos muros de piedra. Un foso rodea el castillo y un puente levadizo lo cruza. El castillo se encuentra aislado en lo alto de un cerro. Imaginémonos a nosotros mismos como misteriosa energía que se acerca al castillo, que cruza el puente levadizo, que pasa la arcada y entra en el patio. Nos hemos alejado de nuestro mundo. Entramos en el silencio.
Mandemos al puente levadizo que se cierra detrás de nosotros. Grandes muros me rodean, me protegen. Poco a poco mi energía se va identificando con ese castillo. Nos estamos volviendo una sola cosa. El castillo es mi Betania, mi refugio, mi santuario. A él me retiraré siempre que necesite recrearme, recuperar mi equilibrio.
La llamada a la interioridad es una vocación, una pasión y no un empleo. A través del análisis de nosotros mismos, de la oración y de la contemplación nos trasladamos al centro de nuestro yo interior. Pero en ese traslado encontraremos constantemente obstáculos y pruebas. Tendremos, sobre todo, miedo, a que entrar en nuestro yo profundo nos cambie la vida. El castillo es el alma de nuestra alma.
¿Dónde se ubica nuestro yo interior? El alma es como una música divina que sólo Dios puede oir, es como un fuego que nunca se apaga. En las siete moradas de Teresa de Ávila y en el castillo, uno tiene la experiencia de su alma a través de siete estados de conciencia (¡siete chakras de los budistas!, contenidos en el cuerpo) y por medio de la oración, que va siendo cada vez más profunda.
Sin fortaleza el alma no puede cambiar de dirección. La vida espiritual nos lleva a liberarnos de los falsos dioses, de los miedos y fantasías que nos mantienen prisioneros, nos lleva a enfrentarnos con los falsos poderes, a luchar contra nuestras adicciones.
El viaje al interior del castillo nos hace comprender mejor el sentido de nuestra vida y nos revela grandes verdades, Hay que fortalecer el alma. La fortaleza se muestra en los votos: voto es un pacto que hacemos con Dios cuando estamos dispuestos a comprometernos a vivir de determinada manera. Los votos son grados. Por eso tienen consecuencias cósmicas. Los votos son tan poderosos que la mayoría de las personas sólo son capaces de estar a la altura de lo que les exigen uno o dos cotos como mucho, a lo largo de su vida entera. El voto expresa la fortaleza del alma.
Se camina hacia el yo interior desprendiéndose de la conciencia del yo exterior. Ésto sucede, por ejemplo, cuando soñamos despiertos, cuando nos transponemos. Para retirar la conciencia del mundo físico del tiempo y el espacio puede valernos la siguiente oración de santa Teresa:
Dios no tiene cuerpo en la tierra sino el tuyo,
no tienes manos sino las tuyas,
no tiene pies sino los tuyos;
tuyos son los ojos con los que la
compasión de Dios mira al mundo;
tuyos son los pies con los que Él camina
para ir haciendo el bien;
tuyas son las manos con las que ahora tiene que bendecirnos”.
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Me gusta mucho esta lectura, estoy iniciando la lectura del El Castillo interior. Eres religioso? de que Orden?. cuando te refieres a Betania?, me podrias dar su significado. Gracias
Sí, soy religioso, misionero claretiano. José Cristo Rey