LA MAGIA SECRETA DEL PERDÓN – Domingo VII, ciclo C)

Hay en los textos bíblicos de hoy un hilo conductor: desde el relato de 1 Samuel hasta las enseñanzas de san Lucas, pasando por la compasión del Salmo 102 y la llamada a la transformación en 1 Corintios, se nos explica la magia del perdón, que nos transforma.

Dividiré esta homilía en tres partes:

  • David pudo matarlo… pero Dios lo sedujo.
  •  De la vieja forma a la trans-formación.
  • ¿Es posible amar a los enemigos?

David pudo matarlo… pero Dios lo sedujo

La historia de David y Saúl en 1 Samuel nos muestra el poder del perdón y la misericordia. David tuvo la oportunidad de matar a Saúl, su perseguidor, pero eligió perdonarlo. Este acto de misericordia no solo evitó un derramamiento de sangre, sino que también subrayó la confianza ciega en la justicia de Dios. Practiquemos el perdón, liberémonos de rencores. Confiemos en la justicia de Dios. Ella prevalecerá.

Y así lo canta el Salmo 102. Podría definirse como “bálsamo para la persona afligida. En primer lugar, nos recuerda que el Señor es compasivo y misericordioso. Y si estamos ciertos de ello, también nosotros querremos ser compasivos y misericordiosos. Surgirá en nosotros la empatía, la bondad. Crearemos un entorno protector. Nos quitaremos un peso de encima.

De la vieja forma a la trans-formación

Pensamos, a veces, que el más fuerte es aquel que puede vengarse y hacer pagar al enemigo todo lo que merece.

Sin embargo, san Pablo nos invita en 1 Corintios 5 a adoptar una nueva forma de ser, renunciar a la vieja forma de ser, que hemos heredado de una historia de maldad.

La nueva forma de ser es la vida en el Espíritu, que nos identifica con el Nuevo Adán, que fue y es Jesús. Él murió perdonando. El viejo Adán nos deforma. El nuevo Adán nos transforma. Donde hay perdón, allí hay belleza, emerge el nuevo Ser.

 ¿Es posible amar a los enemigos?

Los enemigos son siempre enemigos: así lo entendemos en nuestra sociedad. Hay cristianos que “odian” a sus enemigos y los tienen siempre presentes. La estupidez del odio consiste en no olvidar nunca al enemigo para poder denigrarlo, hablar mal de él, estar constantemente expulsándolo de nuestra vida y nunca hacerlo de forma definitiva.

Jesús nos plantea en el Evangelio lo que parece imposible: ¡Amar a nuestros enemigos, bendecir a los que nos maldicen y orar por quienes nos calumnian! ¡Vaya programa tan alternativo! Pero en eso consiste el amor cristiano: hasta en buscar el bien de aquellos que nos hacen daño. Ser desinteresado y generoso es el poder que se nos concede para transformar las relaciones y a su vez, colaborar, en la transformación del mundo.

Conclusión

Quien perdona

  • Alivia el peso de su resentimiento: se libera de las cargas emocionales que nos impiden avanzar.
  • Encuentra paz y esperanza porque confía en la compasión de Dios y Dios nos fortalece.
  • Fomentar relaciones saludables y amorosas. Amar sin condiciones, enriquece nuestras relaciones y construye comunidades y familias fuertes.

Impactos: 91

Esta entrada fue publicada en General. Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *