¡CÓMO UN LADRÓN EN LA NOCHE! El rostro de la esperanza

Lo único que queda es esperar otra “novedad”. Lo mismo puede ocurrirnos con nuestros documentos capitulares y nuestras propuestas que pretenden abordar todos los temas y responder a todas las situaciones.

Quizá no sea posible. Quizá parezca poesía y mera ilusión. Pero nos estamos volviendo demasiado prosáicos. ¡Cuántas palabras necesitamos para transmitir un mensaje! Quizá sea éste el momento de acabar con ese estilo e iniciar drásticamente un “nuevo lenguaje” tanto en el magisterio eclesial como en el congregacional.

No agradaremos a Dios por comprometernos a tantas cosas… como decimos en nuestros documentos (números y más números), sino acogiendo humildemente lo que Él nos propone, tan sencillo, y tantas veces tan simple como “una parábola”.

La identidad como relato

Fieles a nuestra identidad, sí. Pero fieles a la identidad de un organismo vivo. ¡Nunca a un objeto o texto inmutable! La identidad es narrativa (Paul Ricoeur). La identidad es un relato siempre antiguo y siempre nuevo (“Yo soy el que seré”).

La identidad es auto-poiética, innovadora. Se recrea desde lo más íntimo: ¡siempre antigua, siempre nueva! Por esto, una congregación nunca solamente aquella que es, sino aquella que también “será”.

La identidad es siempre un relato abierto. Los sueños, la respuesta audaz a nuevos desafíos, reconfiguran constantemente la identidad.

La pereza no consiste en no hacer nada, sino en hace mucho para que nada cambie. Hay líderes perezosos, que prefieren dejar las cosas como están.  Sólo cuando llegan los sobresaltos, pierden los nervios y tal vez tratan de resolverlo con un documento.

La experiencia nos dice que no son los documentos los que nos cambian. Son las personas audaces, visionarias, inspiradas, las que sienten necesidad de otro tipo de expresiones, de compromisos. Los evangelios no tuvieron el carácter de un documento doctrinal…. Sino de “relatos transformadores”, “relatos innovadores” en la humanidad.

El sistema operativo: modo “parábola”

¿Porqué en vez de dedicar tanto a tiempo a redactar documentos, a puntualizar frases, a buscar más la expresión que el contenido, a reflexionar, a criticar, ¿no dedicamos más a contar relatos, historias que muestran lo que el Espíritu hace en nosotros? La vida genera vida. El poder que tienen las historias es poder transformador. Jesús nos habló a través de breves e impresionantes historias.

Gerhard Lohfink, exégeta y teólogo, escribió un precioso libro que tituló “Las cuarenta parábolas de Jesús”. En él nos decía que:

“todas las parábolas de Jesús hablan directa o indirectamente del reinado de Dios o del reinado de los cielos, que es lo mismo”.

 Es decir, nos hablan de un acontecimiento dinámico:

  • cómo Dios se impone en Israel, en la Iglesia, en el mundo, como su reinado se está estableciendo entre nosotros.
  • Dios no domina como lo hacemos nosotros:  no tiene que venir desde lejos para hacerse presente, solamente tiene que ser anunciado, aceptado, está entre nosotros, pero hay fuerzas anti-divinas que se oponen a él.
  • A esas fuerzas antidivinas, anti-reino, los evangelios sinópticos las denominan “demonios”. Jesús expulsó demonios y así creó espacio para el reino de Dios (Lc 11,20). Con Jesús el reinado de Dios está ya fundamentalmente presente, pero todavía debe imponerse sobre los poderes anti-divinos en todo el mundo.

Esta interrelación entre la llegada del reinado de Dios y la caída de la dominación de los demonios es importante y constituye el trasfondo de la primera parábola de Jesús: la parábola del ladrón en la noche.

¡El ladrón irrumpe en la noche!

El Reinado de Dios se ha introducido en el mundo como un ladrón en la noche:

“ha penetrado en los ambientes de la vieja sociedad, en el ámbito de poder de los demonios y dioses de este mundo, en las zonas de confort con las que los seres humanos instalamos la casa de nuestra vida. Si hubiésemos bloqueado todos los accesos, habríamos podido defendernos, pero Él nos sorprendió. Vino como un ladrón en la noche… Con Él se hizo presente de pronto el reinado de Dios en medio del viejo mundo”

Así puede hacerse presente el reinado de Dios en una vieja diócesis, parroquia, instituto religioso o comunidad… en el ámbito de poder diabólico, en las zonas congregacionales de confort, de instalación. Todas estas instancias no tienen poder para frenar la irrupción del Reino. Quienes parecen más poderosos, serán pronto abatidos. ¿No es verdad que el Reino de Dios, el Hijo del Hombre, llegará como un ladrón en la noche?

¡Acoger este momento eclesial como un nuevo capítulo del Reino de Dios!

Como las parábolas de Jesús, también los relatos que compartimos en nuestras conversaciones y los relatos que compartimos o transmitimos deberían tener, al menos, las siguientes características:

  • Que todas las historias, sin excepción, nos hablen de la venida del Reino de Dios. Jesús siempre habló del “reino de Dios”.
  • ¿Qué nos dicen las parábolas sobre el Reinado de Dios? Nos dicen que el reino de Dios acontece ahora. No está por encima de las nubes esperando el futuro. Pero es un acontecimiento lleno de tensión: se lo puede encontrar o comprar como el comerciante la perla fina. El Reino de Dios ha irrumpido como un ladrón que fractura la casa…. A pesar de todos los impedimentos y amenazas el reino de Dios es incontenible.
  • La llegada del reino de Dios tiene que ver con el mundo entero, aunque se visibilice más en la Iglesia. El peligro de perderse la hora decisiva del reino de Dios es grande.
  • Frente a esta situación crítica, cada indivudo del pueblo de Dios está llamado a la acción. Hay que abrazr lo nuevo con empeño total con pasión, con ganas, con imaginación y deseo -igual que los terroristas y los grandes capitalistas actúan en sus cosas.
  • El Reinado de Dos acontece como un encuentro de amor, de bondad inconcebible: el padre abraza al hijo pródigo, el pastor se alegra al encontrar la oveja perdida, el señor paga a los últimos como a los primero… perdona toda deuda a quien también está dispuesto a perdonar deudas.
  • Las parábolas hablan también del juicio: el reino de Dios lleva a la reunión del pueblo entero, de todos los hijos de Dios dispersos, pero también a la separación de unos y otros cuando no hay reconciliación o se es cizaña (misericordia y juicio).
  • Los relatos de las parábolas expresan en parábola que és y cómo llega el Reino de Dios. El reinado de Dios acontece en parábolas y en milagros. Cuando milagros y parábolas ejercen su capacidad transformadora.
  • Los acontecimientos escatológicos no comenzarán sólo en el futuro. Comienzan ya ahora, en el presente. Pero hay todavía un “adventus”, un porvenir.

Esto quiere decir que, en nuestras conversaciones y relatos, lo más importante es la referencia a cómo está aconteciendo entre nosotros el reino de Dios sobre la humanidad, sobre la creación…, cómo el Espíritu -la santa Ruah- a través de nuestra complicidad y colaboración sueña escribir nuevos capítulos de su gran Relato: el Reino de Dios.

De poco nos servirían conversaciones en las cuales nos distanciamos de las conversaciones que Jesús mismo suscitaba en sus discípulos.

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