Hay grupos y personas en nuestra sociedad con un notable complejo de superioridad: pensemos en personajes públicos, en personas pertenecientes a un partido político o a un movimiento eclesial… o personas con una cierta autoridad… El mensaje de las lecturas de este domingo es muy adecuado para estas circunstancias tan frecuentes.
Dividiré esta homilía en tres partes.
- Los celos de Josué y de Juan
- La perversión de la riqueza
- El arte diabólico del escándalo
Los celos de Josué y de Juan
Nos dice la primera lectura del libro de los Números que el joven Josué, llevado por los celos, le pidió a Moisés que prohibiese profetizar a quienes, sin estar presentes en la reunión programada, les había sido concedido compartir su espíritu (Num 11, 25-29). El anciano Moisés lo desenmascara y le dice: “–¿Tienes celos por mí? Pero al mismo tiempo lo orienta: “¡Ojalá que todo el pueblo profetizara y el Señor infundiera en todos su Espíritu!”.
También el Evangelio nos ofrece otro episodio semejante: el apóstol Juan, llevado por los celos, le comunica a Jesús que ellos le han prohibido a un extraño, expulsar demonios en su nombre “porque no era del grupo”. Jesús, le hace ver su error y le invita a no cerrarse en el grupo: ¡Quienes no están contra nosotros, están con nosotros!
Hay que estar abiertos a la acción del Espíritu, incluso cuando se manifiesta de formas inesperadas.
La perversión de las riquezas
La segunda lectura, tomada de la carta de Santiago condena duramente a quienes amasan riquezas y logran fortunas injustas: recuerda que los bienes materiales son pasajeros y que lo verdaderamente importante es vivir según los valores del Reino de Dios.
El dinero que llega a mis manos no es nunca “del todo mío”. No puedo utilizarlo como yo quiera. Es dinero que pertenece a la comunidad humana y en ella, de una manera muy especial, a los más necesitados. Como alguien dijo: “toda propiedad privada, tiene una hipoteca social”.
Cuando el amor mira el dinero, lo transforma en servicio, en don, en instrumento de solidaridad. Cuando el egoísmo mira el dinero, lo privatiza, lo torna objeto de placer, lo oculta para un disfrute no controlado.
El dinero es piedra de toque a la hora de calibrar nuestra calidad de vida cristiana. Por eso Jesús nos dijo: “No podéis servir a Dios y al dinero”. Y hoy Santiago nos dice: “Vuestra riqueza está podrida” y añade que quien no comparte sus bienes y defrauda a los trabajadores está asesinando.
El arte diabólico del escándalo
La gran estrategia del mundo diabólico consiste en seducir a determinadas personas inocentes para que cooperen en el mal. En el evangelio de Mateo 18,6 Jesús utiliza una imagen muy fuerte para enfatizar la gravedad de causar daño o escándalo a los más vulnerables, en este caso, los niños. La rueda de molino y el mar representan un castigo severo, subrayando la importancia de proteger y cuidar a los pequeños. En el contexto cultural de la época, una rueda de molino era un objeto grande y pesado, y ser arrojado al mar con una de estas ruedas atada al cuello significaba una muerte segura y terrible. Esta imagen impactante tenía el propósito de hacer que sus oyentes comprendieran profundamente la importancia de proteger a los inocentes y vulnerables.
Al usar una imagen tan dramática, aseguraba que su mensaje no solo se entendiera, sino que también se recordara y se tomara en serio.
Conclusión
“Celos, escándalos y riquezas pervertidas” son tres llamadas con una única finalidad: abrir el horizonte de nuestra vida al amor lúcido, transformador: descubrir el bien en los demás y dejarles libertad, descubrir el mal en los demás y denunciarlo, ofrecer los propios dones a los demás y enriquecerlos.
Impactos: 196