EL ESCÁNDALO: ¡EL PECADO MÁS HORRIBLE!

Estamos en una situación que no es fácil clarificar. Hay quienes alardean del mal. Hay quienes piensan que todo es pecado. Hoy la liturgia nos ayuda a educar nuestra conciencia para el bien.

Dividiré esta homilía en cuatro partes:

  • 1) El profeta Ezequiel: vigía y alarma;
  • 2) San Pablo: que el amor no se apague;
  • 3) Jesús: el escándalo;
  • 4) El método: ante el hermano que peca.

El profeta Ezequiel: vigía y alarma

El profeta Ezequiel fue nombrado por Dios “vigilante de Israel” y “alarma” cuando fuere necesario. Dios no es indiferente ante el mal, ante la corrupción o la injusticia. Dios quiere que su profeta vigile y de la alarma, cuando el mal comience a expandirse en su pueblo.

El mal para Dios no es simplemente la desobediencia o infracción de una ley. Si Dios ama tanto a su Pueblo que lo define como “su esposa”, decir “pecado” es decir infidelidad, ruptura de un pacto de amor. Y cuando ese pacto comienza a peligrar, es necesario que alguien dé la voz de alarma. Esa fue la misión que Dios confió al profeta Ezequiel. 

San Pablo: ¡Que Amor no se apague!

“¡Amar es cumplir la ley (de la Alianza) entera!”, nos dice hoy san Pablo. El amor es un “carisma”, no el resultado de un esfuerzo o de técnicas ascéticas. Amamos cuando nos ha sido dado amar. Los mandamientos negativos nos indican por qué caminos no transita el amor. No hay camino allí donde se insinúa la infidelidad; no hay amor allí donde hay envidia, codicia, ira homicida.

Para que no se apague hay que mantener vivo el amor. Tenemos capacidad creadora para que estalle en nosotros ese fuego El amor que Dios ha traído al mundo y que ha depositado en su iglesia debe encender a todos. Vivir en Alianza es amar. 

Jesús: El escándalo

El término hebreo traducido en griego por “skandalon (escándalo)”, significaba el obstáculo que en manera alguna podía ser evitado: ¡cuanto más se rechaza, más atrae! Pero también en el ámbito griego “escandalizar” significaba cojear.

¡Desgraciado quien trae el escándalo! Jesús reserva su advertencia más solemne a los adultos que arrastran a los niños a la cárcel infernal del escándalo. Cuando más inocente y confiada es la imitación, más fácil resulta escandalizar y más culpable es quien lo hace. Los escándalos son temibles. Jesús nos pone en guardia contra ellos y recurre a un estilo hiperbólico: “Si tu mano o tu pie… córtalo… arráncalo”.

Para Jesús escándalo es menospreciar a uno de los pequeños, cuyos ángeles contemplan permanentemente el rostro de Dios; por eso, pide que no se pierda ninguno de los pequeños y que se les ayude a no descarriarse, o perderse, como la oveja perdida. 

El método: ante el hermano que peca

En ese contexto se describe el método que hay que seguir ante un hermano que peca:

1) reprenderlo en privado, entre dos, para ganar al hermano;

2) en presencia de dos o tres para que todo el asunto quede zanjado por dos o tres testigos;

3) si los desoye, hay que decirlo a la comunidad y si hasta a la comunidad desoye, sea para ti como el gentil y el publicano. 

 La comunidad tiene poder para atar en la tierra a quienes escandalizan. Pero también la oración de la comunidad tiene poder para conseguirlo todo del Padre del cielo: “Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. El perdón debe concederse setenta veces siete.

Jesús propone aquí un buen camino para evitar el pecado, los escándalos. Es un camino serio, fraterno. Lleno de circunspección.

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