Acabo de ver “Tierra: la película de nuestro planeta” (2007) de los directores Alastair Fothergill y Mark Linfield. Ellos nos hacen emprender un fascinante viaje por la Tierra, de norte a sur y a lo largo de las cuatro estaciones. Retratan lo contrastes entre las diferentes partes del planeta y sus transformaciones naturales. Una vez más he quedado sorprendido ante la belleza multifacética de nuestro planeta, ante la sabiduría con la cual todo tiene una razón de ser. La tierra es toda ella una gran pregunta, una fascinante y atractiva presencia que nos lleva más allá de ella misma.
Yo me pregunto por el Autor, por Aquella Realidad que está detrás de todo, por ese Invisible que da sentido a este diminuto y bellísimo planeta dentro de nuestro sistema solar, de nuestra galaxia y millones de galaxias de las que tenemos noticia.
A pesar de todos los contrastes y paradojas “creo” que el cosmos está siendo conducido en su dinamismo eco-evolutivo por la ecológica de la Alianza. Alguien que está detrás de todo nos quiere sedurcir, quiere suscitar en el cosmos la amorización global, la Gran Conexión de todas las Alianzas posibles. Todo acontecer amoroso formaría parte de la Amorización a la que el todo está llamado.
Las comunidades del Discípulo Amigo de Jesús comprendieron muy pronto que “Dios es Amor”. Comprendieron que Jesús era el Hijo del Amor y el Amor hecho carne. Jesús es la manifestación minúscula dentro del gran cosmos del Amor auténtico que Dios es, que Él es.
Jesús nos mostró el Abbá-Amor, el Perfecto. Y nos invitaba a decirle, movidos por su Espíritu, ¡Abbá! ¡Abbá Dios! Es posible entraren Alianza amorosa con Él, hacernos mutuamente imprescindibles.
Desde Dios Abbá-Amor se entiende el dinamismo interior de la tierra: una belleza que enamora y se va convirtiendo poco a poco en amor. Es la liberación del amor sembrado. Es la redención del amor negado.
Madrid, 14 de abril 2008
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